En el año 2005, la FIFA y su filial, FIFA Beach Soccer –con sede en Barcelona, España– dieron inicio al primer campeonato del mundo de Fútbol Playa, en Río de Janeiro. Por esos tiempos, el Mundial tenía como único destino Brasil. Del 2005 al 2007, los mundiales se realizaron allí. Lugar donde las playas reflejan una forma singular de dominar y jugar a la pelota: la regla es que no toque el piso. Hay que mantenerla en el aire el mayor tiempo posible. Ya sea haciendo jueguitos como pasándosela entre compañeros, sin que toque la arena.

De modo que esta habilidad, hizo de Brasil, la Selección más premiada de la disciplina, con 5 mundiales a su favor. Sin embargo, el primer Mundial de Fútbol Playa tuvo a un campeón europeo. Francia le arrebató la final a Portugal por penales, con la particularidad de que Eric Cantona –el ex volante del Manchester United– fue el técnico de aquel conjunto francés. El mismo, que un año después, publicitaría bajo el manto de Nike, el fomento por el Jogo Bonito, previo al Mundial de Alemania 2006.

Desde ese entonces, transcurrieron once ediciones. La última se llevó a cabo en el año 2021. En Rusia, Moscú. Donde el país sede se quedó con el trofeo mundialista. Para ese certamen, la Argentina no participó. Como tampoco lo hizo en el Mundial de Bahamas 2017 y Paraguay 2019. Una sequía que se cortó en la Copa América 2023 disputada en Rosario. Si bien perdió en la final contra Brasil 13 a 5, a la Selección le bastó con el subcampeonato para clasificar al Mundial que albergará Dubái del 15 al 25 de febrero.

Por el lado de las selecciones sudamericanas, no sólo clasificaron Brasil y Argentina, sino también Colombia, que obtuvo el tercer puesto en dicha Copa América, al vencer 7 a 5 a Paraguay. En cuanto a los 13 seleccionados restantes que buscarán quedarse con la Copa del Mundo, aparecen los Emiratos Árabes Unidos en calidad de anfitrión, Egipto, Italia, España, Irán, Tahití, Senegal, Estados Unidos, Bielorrusia, Japón, Omán, Portugal y México. Estos combinados nacionales se dividirán en 4 grupos de 4 equipos y los primeros dos pasarán a la fase de eliminatorias.

Si contamos la historia, la Argentina nunca pudo superar los cuartos de final. Instancia que alcanzó en el año 2005, 2006, 2008 y 2013. De esta manera, buscará romper con esa pared, cuando abra su participación el 15 de febrero a las 17:00, ante Tahití (subcampeón del mundo en Portugal 2015 y Bahamas 2017). Luego cerrará el grupo B, contra Irán (campeón asiático) el sábado 17 y frente a España (ubicado segundo en el ranking FIFA de Fútbol Playa) el lunes 19.

Secretos del Fútbol Playa

Los inicios de Hernán Magrini, implicado en la dirección técnica, datan del año 2005. Culminaba su carrera como técnico en el CeNARD, cuando uno de sus profesores de cátedra, lo invitó a participar de los entrenamientos de la Selección Argentina, que se llevaban a cabo en la cancha de arena de Punta Carrasco. El profesor en cuestión era Carlos Juárez, que por ese entonces era el preparador físico de la Albiceleste. Del año 2006 al 2008, fue jugador del equipo nacional, pero su futuro le deparó otro rol. A principios del 2009, se dedicó a la captación de futbolistas –que se desarrollaba en Parque Sarmiento– con el objetivo de reclutarlos, trasladarlos al predio de Ezeiza y convertirlos en jugadores de Selección. Hoy su realidad es distinta: es el entrenador de la mayor desde el año 2018 y le brinda a Líbero-Página/12 una entrevista donde habla de sus aspiraciones sobre el Mundial que está por venir, los secretos del Fútbol Playa y su evolución como deporte.

–Una vez comentaste que el espectáculo es parte del Fútbol Playa. ¿En qué cosas ves que se pregona esta idea del fútbol espectáculo?

–El show es parte del juego. En nuestro deporte se utiliza mucho las montañitas que se generan en la arena para provocar un pique previo y desorientar al arquero, que se posiciona para recepcionar el remate y cuando cree que va a controlar la pelota, el pique sobre esa montañita termina yendo para otro lado. También se puede notar en los partidos que la música y los parlantes están a todo lo que da, entonces se dificulta que los técnicos seamos escuchados y terminamos con la voz difónica (risas). Inclusive el reglamento está armado para incentivar ese show. Uno de los gestos técnicos más utilizados, que es la chilena, requiere que la marca sea pasiva, porque si hacés contacto es sanción de tiro libre directo. Eso hace que los encuentros sean con una gran cantidad de goles.

–¿Considerás que el Fútbol Playa es un juego vertiginoso?

–Coincido. Eso no te lo da el sistema de juego, sino que te lo da la calidad o el estilo propio del jugador que está dotado técnicamente. Capaz no veas un traslado lineal tan largo al ras de la arena, porque en ese traslado largo, te encontrás con que la pelota se hundió, se levantó, se hundió y se levantó. Entonces lo que se trabaja mucho es el traslado aéreo. Pero también requerís pausa. Porque nuestro juego al ser tan directo, debés recuperar el tanque. Pensá que además del terreno irregular y la arena alta que carga mucho el físico, jugamos con temperaturas muy altas.

–¿Y dónde más se ve la pausa en el juego?

–En el rol del arquero - jugador. El arquero puede salir a jugar y en esos momentos está la pausa, porque te permite generar superioridad numérica y desgastar al rival porque está defendiendo con un jugador menos. Pero para concluir: nuestra disciplina es más vertiginosa que paciente.

–Ese traslado aéreo del que hablas, ¿qué grado de dificultad tiene?

–Todo eso se desarrolla con la práctica. Los chicos trabajan mucho la postura unipodal. Es decir, una pierna afirmada en la arena y la otra parte del cuerpo preparada para recibir la pelota con el borde interno, con el empeine, con un pecho, con un parietal. El juego aéreo bien aceitado, al jugador le da mucha ventaja, porque le da lo que yo llamo la economía de la técnica. Que le permite recibir de una manera y ejecutar de otra. Ni hablar el tema de los perfiles o los controles orientados ya sea para un pase o un remate.

–¿Y el juego al ras de la arena? ¿Hay equipos que tienen esto aceitado?

–Nos ha tocado jugar con equipos muy potentes desde el juego bajo. Brasil, por ejemplo. Que les alcanza con un toque, sin controlar, porque ya saben dónde van a jugar. O el jugador africano, que, con su talla alta y sus zancadas, dificulta marcarlos en un mano a mano, porque te superan en ese traslado largo.

–En el Fútbol Playa, el futbolista juega descalzo. ¿Cuánta sensibilidad en el pie se necesita para jugar a este deporte?

–Diste en el clavo: la sensibilidad. La pelota con la cual jugamos es mucho más acolchonada que la pelota de Fútbol 11. Entonces eso hace que el pie tenga un control distinto. Pero el impacto con el pie descalzo hace que el dedo gordo o el empeine de los chicos, a la larga, terminen siendo la nariz de un boxeador. No es un detalle menor, que no se permita usar vendaje en el pie. Y muchas veces cuando los chicos lo hacen, porque el pie se le lastima, deciden sacárselo, porque pierden sensibilidad técnica con el vendaje. Entonces para no perderla, prefieren bancarse el dolor.

–¿Cómo ves la evolución del Fútbol Playa en la Argentina?

–El margen se achicó cuando los clubes empezaron a crecer y a inscribirse a los torneos de AFA o a los campeonatos de Conmebol. También cuando empezaron a mejorar los ciclos de entrenamiento físicos, técnicos y tácticos o cuando se creó la Liga Nacional que hizo todo mucho más fácil a la hora de elegir jugadores para el seleccionado argentino mayor y Sub-20, porque nos permitió todos los domingos ver jugadores nuevos y preseleccionar futbolistas que practican específicamente Fútbol Playa. Antes sólo venían jugadores de Futsal o Fútbol 11 a probar y tenían que entrar en un periodo de adaptación hacia la superficie. Y la idea es que el jugador esté vinculado a la disciplina. Eso fue mejorando con el tiempo. Por otro lado, a nivel nacional, me enfoco en que hay muy pocos formadores, chicos que deben terminar el secundario, que no pueden dedicarse cien por ciento a la disciplina porque es amateur o en el poco crecimiento en cuanto a infraestructura. Son muy pocas las canchas que tenemos oficiales. No tenemos más de 10, en un país con muchos kilómetros y una costa Atlántica para sacarle provecho.

–¿Qué concepto tenés de los clubes como espacio social?

–Los clubes son ese espacio donde se crean las amistades y los grupos. Y me duele decirlo, pero más teniendo en cuenta la realidad económica del país, cuando le hablás a los clubes del Fútbol Playa te miran como diciendo: “¿fútbol qué?”. Y ahí viene la respuesta “no tenemos la guita para pagar el techo de una cancha de básquet y vamos a gastar en hacer un cuadrado de arena”. Se me dificulta meterme en el bolsillo de los clubes, cuando se requiere del mango para poder hacerlo.

–El mejor resultado que consiguió la Argentina en mundiales fue llegar hasta cuartos de final. ¿Qué expectativas tenés para este Mundial?

–A veces apoyo la cabeza y sueño con ser campeón del mundo. Aspiro a lo máximo, pero también con los pies sobre la tierra sabiendo lo que nos jugamos y que tenemos que ser muy competitivos. Nosotros vamos a enfrentar a equipos con los que habitualmente no nos enfrentamos. Entonces no tenemos una medida a la hora de jugar contra un asiático, un europeo o un africano. Porque no podemos. Nuestra competencia está centrada en Sudamérica. Lo que buscamos es ser lo más competitivos posibles.