El sábado 24 de febrero en la plaza de Las Parejas hubo mucha, mucha, gente: en un pueblo de 12 mil habitantes una convocatoria espontánea de 600 puede ser leída, sin exagerar, como multitudinaria. Los carteles y cánticos que llegaron a la rotonda principal pidieron “Justicia por Karlos Kon K”, un peluquero que cargaba fama de ser algo más que un buen estilista y era conocido como un confidente de lujo, que jamás reproducía entre clienta y clienta lo que había escuchado. Además de peluquero, Karlos conducía los sábados el magazine No somos iguales en una pequeña radio local, donde tenía oyentes fieles y participativos. Pero el domingo siguiente a su asesinato no hubo programa. Y las redes sociales de esta pequeña ciudad santafesina bautizada como “la capital nacional de la PYME agropecuaria” tuvieron su trending topic, anunciando una marcha para reclamar que se esclarezca el crimen.

La información legal que circula dice que Carlos Ledezma, de 41 años, fue apuñalado unas 20 veces la madrugada del viernes 23. Que su cuerpo fue encontrado por su madre, alertada por una vecina que vio una de las puertas de la peluquería abiertas. Que de sus pertenencias solo se llevaron el télefono y la computadora -el dinero en efectivo no- y que antes de morir hubo una pelea en tres espacios diferentes de la casa. 

A tres semanas del crimen no hay detenidos por la muerte. Los datos más recientes de la causa  hablan de un descontento por parte del representante legal de la familia. “Hoy no sabemos ni siquiera que dice el informe de la autopsia que se le realizó y los padres de Karlos andan a ciegas en la investigación del crimen de su hijo”, dijo el abogado Luis Rossini a La Capital de Rosario. “En los últimos días la familia de Carlos encontró en el placard de la casa una mochila que no era de él y que contenía ropa y un celular. Estaban guardando sus pertenencias en el placard y encontraron la mochila. Les resultó extraño ya que era un lugar por el que habían pasado los policías que revisaron la vivienda luego del crimen”, señaló Rossini.

También se plantearon dos hipótesis: por un lado habría un sospechoso local y otro de la región. ¿Novios? ¿Parejas ocasionales? Nadie en la ciudad pronuncia que Karlos fuera gay, en cambio, resaltan que era muy buena persona. Este eje hace pensar y repensar qué significa el carácter punitivo de la figura del crimen de odio y los desafíos de la justicia para tener protocolos específicos. Ya que si la persona no tenía ganas de tener una sexualidad catalogada ¿tiene que venir la Justicia, el Estado, a definirlo? Son preguntas nada más, que se suman a la cantidad de interpretaciones que existen acerca de lo que significa tener “justicia” por alguna causa. 

“Todos sabíamos la sexualidad de él pero nunca fue señalado por nada, no se le daba importancia a eso. Era una persona muy dulce y alocada a la vez, siempre con buena onda hacia todos. El, para los que lo conocíamos, era una amiga, no un amigo. Era un ser especial”, contó a Soy Yanina, una de sus clientas fijas incluso desde antes que la peluquería fuera un local, ya que durante varios años él se trasladaba con sus tijeras y atendía a domicilio. 

Se dice que Karlos había comentado a sus íntimos, dos días antes del viernes fatal, que se estaba por reencontrar con el amor de su vida. Pero a nadie le había dado nombres que quién era ese amor. También una tía contó en la marcha que una mañana habían encontrado una molotov estallada contra el frente de la casa, como una señal de “te tenemos marcado”. Mientras se sigue procesando la información de las cámaras de la zona y la policía científica analiza las pruebas recolectadas en la escena, algunas clientas de Karlos cambiaron sus fotos de perfil en redes con un marco que repite el mismo pedido: Justicia por Karlos Kon K.