La lectofilia es parienta cercana de la bibliofilia. La diferencia es que el lector “muere” más por leer que por poseer el objeto libro. La lectura puede ser pasión de pequeñas multitudes que se atreven a jugar. El escritor y periodista Hugo Paredero celebra las cien emisiones del emblemático Parrafus interruptus, una propuesta radial que fue adoptando distintos formatos hasta convertirse en un micro semanal ineludible del programa Una nueva aventura, que conduce Any Ventura en la AM 750, de lunes a viernes de 14 a 16. Las reglas del juego son rigurosas; no hay ayudita ni pistas, excepto la aclaración de género: novela, cuento, poema, obra de teatro. Paredero comienza a leer durante dos minutos y los memoriosos que lo escuchan llaman y dicen o gritan: “¡Basta para mí!”. El oyente tiene que decir el título de la obra y el autor o autora. Después de resolver el “enigma”, contará qué significó ese libro, cuándo y cómo lo leyó. “El universo de ganadores es tan grande como el de autores que elijo. El día que leí Balada de la cárcel de Reading, de Oscar Wilde, el año pasado en la 750, me interrumpió la lectura Juan Cortés, un cuidador de vacas de Tandil, que la reconoció porque cuando era chico su mamá y una tía se la enseñaban no sólo en castellano, sino en inglés. Así que Juan, por teléfono, empezó a decirme en inglés la Balada de la cárcel de Reading. Fue algo inolvidable”, confiesa el periodista y escritor a PáginaI12. 

   Desde que está en la 750 leyó fragmentos de La peste, de Albert Camus –al minuto y quince, Ana Sacomani, dueña de una pyme de productos para mascotas de Matadero lo interrumpió–; Esperando a Godot, de Samuel Beckett –Cecilia Trigu, ceramista de La Plata, se comunicó apenas pasados los 37 segundos–; “Nanas de la cebolla”, de Miguel Hernández –Viviana Spírito, desocupada de Bernal que había trabajado en una empresa, acertó–; y La vuelta al mundo en 80 días, de Julio Verne –Matías Giménez, médico traumatólogo de Mataderos fue el ganador–, por mencionar apenas un par de títulos y nombres tan eclécticos, que incluyen también clásicos de la literatura argentina, latinoamericana y universal, como Roberto Art, Julio Cortázar,  Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Herman Melville y William Shakespeare, entre tantos otros. 

   “La idea se me ocurrió allá por el año 95. Entonces trabajaba en la FM Palermo, que estaba en la calle Güemes, estaba leyendo un libro y sonó el teléfono de mi casa. Me interrumpió la lectura y odié que me pasara eso porque estaba leyendo los cuentos de Nadar de noche, de Juan Forn, un libro que me encantó. A partir de ahí la palabra interrupción me llevó a imaginar el programa”, recuerda Paredero, autor de biografías de Mercedes Morán, Héctor Alterio y Jorge Guinzburg, el manual de antiayuda Solos & mal acompañados y el ensayo ¿Cómo es un recuerdo? La dictadura contada por los chicos que la vivieron, entre otros libros. “Me gusta mucho leer y creo que hay mucha gente a la que le gusta leer, no solamente los más obvios, profesores de literatura y los escritores, sino muchas personas de variadas edades y niveles socioeconómicos –plantea Paredero–. A partir de esa interrupción real que tuve se me ocurrió el nombre, Parrafus interruptus, un invento en latín para que pareciera más académico y más serio. 

   La creación recorrió distintas radios: FM La isla, Radio Nacional –segmento del programa Por amor al arte–, y de 2006 a 2009 como programa independiente, de media hora, en la trasnoche de Nacional, de martes a sábado. Desde entonces obtuvo el Premio Argentores 2006 en la categoría microprograma radial y el Premio Éter 2009 al mejor programa cultural de radio. “Marcelo Perenchio, que murió hace dos años, fue un ganador serial; era un empleado de seguridad privada que leía infatigablemente y que tenía un conocimiento enorme. El tipo parecía que me espiaba la computadora. 

¿Cómo puede ser? Lo nombramos abanderado de Fragmentus interruptus”, dice Paredero. La tecnología ahora interviene en el juego. Algunos buscan una frase en el buscador de Google, interrumpen la lectura, y ganan. “A veces bromeamos y decimos: ‘Googleadores abstenerse’…”.