El intento israelí de enviar una sonda a la Luna fracasó en el último momento al estrellarse en la superficie lunar tras sufrir un fallo de motor durante el proceso de aterrizaje. De haberse posado la sonda según lo previsto, la primera desarrollada por una organización privada, Israel se hubiera convertido en el cuarto país que lo lograba tras Rusia, Estados Unidos y China.

“No lo conseguimos, pero definitivamente lo intentamos”, dijo el impulsor del proyecto, Morris Kahn, en un video desde el centro de control cerca de Tel Aviv. “Creo que el logro de llegar a donde llegamos es realmente tremendo, creo que podemos estar orgullosos”, dijo Kahn.

Durante la transmisión, se pudo escuchar al personal de control diciendo que los motores para ralentizar el descenso de la nave y permitir un aterrizaje suave habían fallado y se había perdido el contacto con la sonda. 

“Si no lo logras a la primera, inténtalo de nuevo”, dijo el primer ministro Benjamin Netanyahu desde la sala de control, donde había estado observando el proceso junto al embajador de Estados Unidos en Israel, David Friedman.

Denominada Bereshit (Génesis, en hebreo), esta sonda que se parecía a una inmensa araña de cinco patas, con sus 585 kilos, se convirtió en un motivo de orgullo para Israel. Como una primicia mundial, la sonda fue realizada por una organización privada, SpaceIL, que trabajó asociada con la empresa aeroespacial israelí Aerospace Industries (IAI), una de las más grandes empresas de defensa israelíes.

El aparato fue lanzado el 22 de febrero desde la base estadounidense de Cabo Cañaveral en Florida, con un cohete Falcon 9 de la firma estadounidense SpaceX, fundada por el empresario Elon Musk.

Para Israel, el alunizaje era la misión principal, aunque se envió un instrumento científico para medir el minúsculo campo magnético lunar, cuyo origen es diferente al del campo terrestre.

La sonda contenía una cápsula con discos digitales que almacenaban dibujos de niños, canciones e imágenes de símbolos israelíes, recuerdos de un sobreviviente del Holocausto y una Biblia. “Es un gran paso para Israel, y es un gran paso para la tecnología israelí”, declaró Netanyahu durante el lanzamiento, parafraseando las palabras de Neil Armstrong, primer humano caminar sobre la Luna. “Los verdaderos combustibles de este aparato, son la audacia y el genio israelíes”, afirmó, y pese al pequeño tamaño de Israel, país  de poco más de ocho millones de habitantes, “somos gigantes”, afirmó.

En el proyecto participaban otros socios internacionales: SpaceIL se comunicaba con la sonda gracias a las antenas de una empresa sueca, la Swedish Space Corporation.

El proyecto comenzó en el marco del Google Lunar XPrize que, en 2010, quería recompensar con 30 millones de dólares al primer aparato privado que aterrizara en la Luna antes de marzo de 2018. Ningún candidato lo hizo a tiempo, pero el equipo israelí continuó el proceso y compró un lugar en el cohete SpaceX.