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SABERES

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Por Juan Gelman

T.gif (67 bytes) Dos grandes escritores --Juan Goytisolo y José Saramago-- visitaron México la semana pasada a fin de participar en diferentes actividades literarias, en especial el ciclo "Una nueva geografía de la novela" que Carlos Fuentes propició e inauguró con su brillantez de siempre. Se conoce la irreductible posición de izquierda que profesa Saramago, viejo comunista portugués. Más a la izquierda todavía se ubica Goytisolo, quien no ha vacilado en viajar a Yugoslavia, Argelia, Chechenia o Turquía en situaciones de riesgo para denunciar los estragos del racismo, la xenofobia y la opresión que las minorías sufren. Sin embargo, en declaraciones públicas de uno y otro --que difícilmente conocieron el uno del otro-- se cruzó un diálogo sordo que muestra sus diferencias sobre un tema que sube de temperatura en el país: Chiapas, el estado mexicano donde el zapatismo hizo su aparición el 1-o de enero de 1994.

El último martes 18 La Jornada publicó sendas expresiones de los dos ibéricos. En México D.F., el recién llegado Goytisolo declaró: "No quiero incurrir en la frivolidad de ir a tal sitio (Chiapas era la pregunta) a hacerme una fotografía de turismo revolucionario". Y explicó: "He ido a Chechenia porque conozco muy bien el tema. He ido allí con un conocimiento de los musulmanes del Cáucaso y de toda la literatura rusa del XIX, donde la guerra de Chechenia existía". Saramago --de quien el diario publicó no pocas fotografías de su estancia en San Cristóbal de las Casas-- sí quiso visitar Chiapas, donde encontró "algo que no podía haber imaginado" al visitar los campamentos de indígenas desplazados. "Pero uno no entiende --dijo-- si no llega a poner la mano encima de las cosas, si no pone la mirada y no es mirado". Más allá de la coyuntura política --varios extranjeros han sido expulsados de Chiapas acusados de injerencia en los asuntos internos del país--, se advierten dos posiciones distintas respecto del saber la realidad. La de Goytisolo entraña preparaciones previas, incluso literarias. La de Saramago se acerca a la que expresó el filósofo George Steiner, también el martes 17, cuando disertó en el Palacio de Bellas Artes de la capital mexicana. "Creo que estamos en grandes problemas, en grandes dificultades --afirmó--. En realidad no sabemos qué estamos enseñando, ni a quién, ni para qué, ni con qué propósito, y no nos hemos atrevido a encarar el fracaso total de las humanidades en servir de protección cuando la hora de la medianoche llega a Europa. Con frecuencia me pregunto si la enseñanza de las humanidades no es en cierta complicada manera parcialmente responsable de la inhumanidad."

Goytisolo señaló que no se puede juzgar con un parámetro universal todo lo que pasa en un país, "puedes establecer comparaciones, pero no emitir opinión". Saramago no ahorró la suya sobre la situación chapaneca. En un artículo publicado semanas antes de su visita, aclaró que iría a Chiapas porque "ya que los poderes se muestran empeñados en globalizarnos, globalicémonos nosotros por nuestra cuenta". Preguntado en San Cristóbal sobre el contenido de ese "nosotros", Saramago especificó: "Nosotros todos, todos los que no somos gobierno, los que no tenemos poder. Todos los que, teniendo una voz, nos ponen obstáculos para que no se oiga. Globalicémonos significa que nos comuniquemos entre nosotros. Ellos, los poderes, se entienden por encima de las fronteras, pero a nosotros nos quieren mantener recluidos en nuestras propias fronteras, y todo lo demás es injerencia. Globalicémonos significa entender que el mundo es el mundo, la humanidad es la humanidad. Es nuestra, pertenecemos a esa comunidad. Todo lo que ocurra en esa comunidad es mío". Se percibe aquí otra diferencia acerca de cómo concebir el saber. O el lugar desde el cual concebirlo.

El portugués fue taxativo: "Los Estados modernos no solucionarán nada. No son más que meros cuadros que promueven una estrategia de dominio mundial que ha puesto a los gobiernos como emisarios. ¿Cómo podemos seguir hablando de democracia cuando los partidos políticos saben que, a pesar de repetir esa palabra, es una cáscara sin contenido mínimo? Porque el poder real es el financiero y especulativo. Los gobiernos pueden disciplinar a sus ciudadanos, pero no pueden disciplinar el funcionamiento del poder financiero". He aquí otra cercanía, esta vez con Noam Chomsky: propone que quienes legislan en verdad son los especuladores con su manejo de los mercados financieros; constituyen un "Senado virtual" que no necesita hoy regímenes militares para dictar su ley. Ese poder, agrega Chomsky, sólo procura una democracia formal que se encargue del control social. En América latina, esa clase de democracia se instala además sobre "una buena dosis de terror de Estado" que el continente padeció en los últimos 30 años. Lo cual ayuda a que no sepan los que no quieren saber.

 

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