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RUSIA BUSCA UN ESPACIO PROPIO EN LA MULTIPOLARIDAD

"MIS AMIGOS HELMUT Y JACQUES"

Boris Yeltsin recibió ayer al canciller alemán Helmut Kohl y al presidente francés Jacques Chirac. Fue, más que nada, un encuentro simbólico, pero que apunta a los nuevos objetivos políticos rusos contra un mundo regido por una sola potencia. Esos objetivos pueden ser peligrosos..

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Yeltsin (centro) con Chirac y Kohl, sus extraños nuevos amigos.

Detrás del encuentro, hubo un rechazo común hacia el nuevo mundo unipolar.

T.gif (67 bytes) Rusia está en Europa, descubrieron ayer en Moscú los franceses y alemanes reunidos en una cumbre informal. Los rusos están de acuerdo, pero quieren encabezar la troika. El canciller alemán Helmut Kohl y el presidente francés Jacques Chirac se reunieron con el presidente de la Confederación Rusa Boris Yeltsin en una conferencia tripartita destinada a convertirse en institución permanente. No es contra Estados Unidos, pero Yeltsin rechazó abiertamente el mundo unipolar: "El mundo no debe ser dominado desde un punto del planeta ni por un Estado", dijo, y auguró ya que "tendrá su lugar en la historia del mundo". Al parecer, las visitas cuestionaron a Yeltsin sobre la sorprendente destitución del gobierno de Viktor Chernomyrdin el lunes pasado, y fueron los primeros mandatarios occidentales en hacerse una imagen del flamante Serguei Kiriyenko. La reunión se realizó después de que en Bonn el Grupo de Contacto sobre la ex Yugoslavia decidiera, el miércoles, dilatar el ultimátum por la violencia en Kosovo, gracias a la presión proserbia de Rusia.

La versión más sobria de la cumbre fue la de Chirac, que la calificó con retórica francesa como "un acontecimiento simbólico". Aunque también, como acostumbra, pintó con su estilo oratorio preferido el vistoso panorama futuro de la Europa del Atlántico a los Urales que quería el general De Gaulle: "En momentos en que la Unión Europea inicia una ampliación necesaria y ambiciosa, somos conscientes de la importancia de que exista una relación de confianza, amistosa, constructiva, entre la UE y Rusia, que serán grandes polos de desarrollo político, económico, y cultural del mundo multipolar del mañana". La política internacional de su país, sin embargo, tiende tradicionalmente a alinearse con los rusos. La presencia alemana es la de un tercero feliz de no verse dejado de lado. Kohl fue el mejor dispuesto para pedir disculpas a Estados Unidos: "Es solo un dispositivo de amistad y compañerismo, y no está hecho contra nadie", aclaró. Los temas sustantivos que discutieron fueron la seguridad europea, la OTAN, y los desarrollos en las relaciones con Irán, Irak y la república ex soviética de Armenia, según reveló el portavoz del Kremlin Serguei Yastrzhembsky. Pero sobre estos puntos los jefes de Estado no anunciaron ningún avance diplomático.

Yeltsin, de 67 años, un ex trabajador de la construcción cuya especialidad eran las demoliciones, les enseñó a sus pares europeos lo que es la verdadera hospitalidad de la Rusia profunda. Les sirvió personalmente el té y les regaló las tazas sacadas de una vitrina cerrada con una llave especial. Y añadió que guardaba la llave para la próxima reunión, después de volver a guardar las tazas recién regaladas. Feliz en volver a ser el centro de la atención tras una semana ausente por una infección respiratoria, llamó a sus aliados "mi amigo Jacques" y "mi amigo Helmut" en la conferencia de prensa. Pero en un lapsus, también Yeltsin dio a entender la realidad detrás de las fórmulas declamatorias, cuando llamó a la cumbre informal "conferencia de prensa". El canciller federal Kohl también tuvo su lapsus cuando dijo que para Alemania "Rusia es el vecino más importante". O quiso decir inquietante, o es un desaire para los franceses.

La enfermedad de Yeltsin obligó a que renunciaran a que la cumbre tuviera lugar en Ekaterinenburgo (Urales), donde mataron a la familia del zar Nicolás II en la Revolución rusa de 1917. Allí, los huéspedes habrían sido llevados por su anfitrión, el nuevo "zar" de Rusia, a pasearse por la "frontera" entre Europa y Asia, una línea marcada con graciosos obeliscos al oeste de Ekaterinenburgo. La trasladaron a Bor, otro complejo turístico en las cercanías de Moscú.

Los proyectos sobre los que sí hubo principios de acuerdo fueron de una importancia muy poco inmediata para la política europea contemporánea. Un avión de transporte militar sobre la base del modelo ruso Antonov-70, una autopista Londres-París-Bonn-Varsovia-Moscú, una exposición cultural conjunta "Moscú-Bonn-París" para el año 2000 (que se estrenaría en Moscú para orgullo de Yeltsin) y una universidad del siglo XXI son los castillos en el aire sobre los que conversaron el jueves tres potencias que el miércoles discutieron en Bonn sobre la violencia en Kosovo.

La próxima reunión entre los tres dirigentes se celebrará en 1999 en París, según anunció Chirac durante la conferencia de prensa conjunta. Yeltsin aprovechó la ocasión para recalcar el destino europeo de Rusia, tranquilizando a sus oponentes internos nacionalistas y comunistas con un eurocentrismo poco políticamente correcto: "En el mundo no hay una estructura mejor que Europa. Todo el mundo debe recordarlo".



GEOPOLITICA

LA APUESTA A SUDÁFRICA

T.gif (67 bytes) "De Ciudad El Cabo a Kampala, de Dar es Salaam a Senegal, la democracia se refuerza, el comercio se incrementa, la paz avanza". De esta declaración de Bill Clinton ayer en Sudáfrica junto al presidente Nelson Mandela (foto), la letra chica (y clave) es sin duda que "el comercio se incrementa", ya que ése es todo el objeto de la gira que emprendió por Africa, después de décadas de indiferencia norteamericana hacia el continente negro. Porque Clinton anteayer estableció en una cumbre con jefes de Estado africanos que la democracia no constituía un "modelo fijo". Traducción: cualquier arreglo más o menos sospechoso puede entrar en la clasificación de "democracia", a condición de que Africa abra su mercado de 700 millones de consumidores potenciales. Sin embargo, esta gira tiene también una dimensión geopolítica, destinada a robarle a las ex potencias coloniales de la región el espacio y la influencia que detentan, con cierta legitimidad y derecho de piso. La gira subraya el cambio de signo de la política norteamericana hacia el continente: antes era un tablero en el ajedrez de la Guerra Fría, ahora en el de la competencia económica. Naturalmente, esto incluye una prolongación militar, ejemplificada en parte por las sordas disputas entre Francia y Estados Unidos sobre fuerzas de pacificación regional. En la última ronda de esta puja, los países africanos acordaron que la poderosa Nigeria sería la base de una fuerza de este tipo. Clinton evitó deliberadamente este país en su gira: su apuesta para ese rol es, precisamente, Sudáfrica.

 


EE.UU., ISRAEL Y LOS PALESTINOS REGATEAN PORCENTAJES

EL ARTE DE NEGOCIAR HACIA NINGUNA PARTE

T.gif (67 bytes) ¿9 por ciento? ¿10 por ciento? ¿13 por ciento y medio? Los porcentajes de retirada israelí de Cisjordania se regatean casi al milímetro, y en el fondo de las transas hay bastante mala fe de todas las partes: el premier israelí Benjamin Netanyahu habría ampliado su 9 por ciento inicial pero a condición de proseguir la colonización palestina en Jerusalén árabe; los palestinos dicen que sí a la propuesta norteamericana del 13 por ciento pero en la esperanza (y la casi seguridad) de que Israel la rechazará, porque ellos aspiran a algo parecido al 90 por ciento; y Estados Unidos propone el 13 por ciento como para seguir en el proceso de negociación con una propuesta más o menos razonable.

Ayer llegó a Israel Dennis Ross, enviado especial norteamericano para el 13 por ciento. El gobierno derechista de Benjamin Netanyahu anticipó que rechazará la propuesta, con lo cual parece que la de Ross es una misión vacía. Incluso, David Bar Illán, portavoz de Netanyahu, dijo ayer que, "si los norteamericanos publican su plan, asestarán un golpe fatal al diálogo directo entre Israel y los palestinos". Algunos comentaristas norteamericanos, como el columnista Thomas Friedman de The New York Times, han sugerido que el gran golpe de Netanyahu podría consistir precisamente en aceptar el plan estadounidense, con lo cual repuntaría su popularidad y obligaría a los palestinos a aceptar un acuerdo menos que ideal. Pero Netanyahu no parece dispuesto, y el futuro sólo apunta al desgaste.

 

 

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