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EL PÉNDULO DE RODRÍGUEZ

Por Miguel Bonasso

t.gif (67 bytes)  Con la simpatía y la lucidez que lo caracterizan, el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, salió a recomendar a los periodistas de Página/12 que "en vez de estar sentados detrás de una computadora", dándole "un mensaje de desesperanza a la gente" (al criticar la negligencia del Gobierno en la prevención de las inundaciones) "caminen las zonas inundadas". Admonición plena de autoridad moral porque lo declaró después de un heroico viaje al Chaco.

Aunque fuera cierto que estamos cómodamente sentados frente a las computadoras, nos bastaría para saber que Rodríguez manosea cifras falsas o equivocadas. En un péndulo que va de la malicia a la incompetencia. Según el jefe de Gabinete, "si no se hubieran usado esas partidas, la ciudad de Goya ya no existiría". Si se refiere a los préstamos del Banco Mundial que dormitan en el Ministerio del Interior desde 1996 y totalizan 320 millones de dólares está pésimamente informado. A Goya no fue un céntimo, según figura en planillas y según lo denunció el diputado correntino del Partido Liberal, Luis María Díaz Colodrero. Si se refiere a los 600 millones de dólares que bostezan en las arcas de la Secretaría de Desarrollo Social es igualmente falso: al 31 de diciembre del año pasado el municipio de Goya no tenía ningún convenio firmado con el programa "Municipios" de la citada Secretaría.

Con respecto a las ciudades de Reconquista y Resistencia (Chaco) la situación era la siguiente. Ni un céntimo de los 320 millones de dólares que obran en Interior y apenas un proyecto por 4.591.584 dólares en la Secretaría de Desarrollo Social en etapa de "formulación". Fase inferior de un préstamo, anterior a la de licitación, ejecución y término.

Cuesta entender, por lo tanto, a qué corresponden los 400 millones de dólares que según Rodríguez "ya se invirtieron", los otros 400 que estarían en obras "en ejecución" y el porqué de 300 millones en nuevos empréstitos. En vez de preocuparse por las poltronas de los periodistas, Rodríguez debería mirar hacia los ministros y coordinadores que lo informan tan mal. Pero lo que más irrita es que este burócrata, con ínfulas de constitucionalista, pretenda darnos una lección sobre "federalismo", al destacar lo que nadie ha negado: que son las provincias y los intendentes los que fijan las prioridades de las obras. Como si esa perogrullada evitara al Estado la responsabilidad de prever, orientar y supervisar, que está implícita en los documentos de los propios empréstitos. Pero, claro, ¿de qué Estado podemos hablar si estos señores lo han desmantelado y rematado?

 

 



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