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PREGUNTAS PARA EL GRAN JEFE

EL CHIP QUE LE FALTA A BAGNASCO EN EL CASO IBM

Imagen: "Hoy les quiero decir a todos que supe que la IBM de mi visión es posible: es IBM Argentina", dijo el presidente mundial de la compañía.

Condiciones: "La extradición procede cuando haya pruebas que aseguren que hay motivos razonables para creer que el acusado es culpable", explicó un jurista.

Por Martín Granovsky

t.gif (67 bytes) Louis Gerstner, presidente de IBM, acaba de recibir la citación más asombrosa de su carrera como ejecutivo multinacional. Un fiscal de Nueva York lo citó para formularle las preguntas que le envió desde Buenos Aires el juez federal argentino Adolfo Bagnasco sobre los contratos informáticos entre la empresa y el Banco Nación. La cédula para Gerstner forma parte de la decisión del Departamento de Justicia de los Estados Unidos de colaborar con la investigación de Bagnasco, interesado en hallar evidencias para su hipótesis de que IBM pagó sobornos a funcionarios argentinos para ganar un contrato de 200 millones de dólares. Gerstner, por cierto, no figura como procesado en la causa de Bagnasco. Al juez sólo le interesa que el fiscal norteamericano cite al chief executive officer de IBM como testigo. Bagnasco quiere, sobre todo, que Gerstner responda dos preguntas: ¿es verdad que en una reunión internacional puso como ejemplo de eficiencia a Ricardo Martorana, presidente de IBM Argentina cuando en 1994 la firma consiguió el contrato con el Nación? ¿Es cierto que Martorana era un ejemplo justamente por ese contrato?

La escena es imaginaria y nunca sucedió, pero cualquier coincidencia con nombres y situaciones de la vida real no es pura casualidad. Si Bagnasco quisiera, podría citar a Gerstner como testigo. No hay ningún obstáculo que pueda frustrar una iniciativa que, a esta altura, sería clave para imprimirle un impulso diferente a la investigación.

Gerstner es un personajón de los negocios mundiales. Caso raro en la Big Blue, que recluta a sus ejecutivos entre su propia gente, llegó a IBM en 1993, un año antes del contrato IBM-Banco Nación, después de una brillante carrera en American Express y RJR-Nabisco, la empresa de tabaco y alimentos. Bajo su mando, IBM reorientó su política comercial. Antes se concentraba en la venta del hardware para computación. Con Gerstner IBM compró Lotus, desarrolló el Notes y reforzó la búsqueda de negocios en software y en Internet para competir con Microsoft. La empresa está tan contenta con él que, a fines del '97, anunció que lo conservaría en el cargo cinco años más, cuando Gerstner cumplirá 60 y deberá pedir el retiro de la compañía.

Tiene más suerte que Martorana, forzado a renunciar en 1996 porque el contrato se convirtió en escándalo pero condecorado por Gerstner en 1995 durante la Asamblea Anual de Gerentes de IBM de todo el mundo. Según dijeron Martorana y su segundo de entonces, Gustavo Soriani, ésta fue la parte más sustanciosa del discurso de Gerstner: "Cuando yo vine a IBM, muchos me dijeron que debía tener una visión. Hoy les quiero decir a todos que supe que la IBM de mi visión es posible: es IBM Argentina. Quiero que se pare Ricardo Martorana, que ha sido capaz de crear el negocio del Banco Nación, y ha generado un crecimiento del 70 por ciento". La cita figura en Fuera de la ley, el reciente libro de Jesús Rodríguez sobre los contratos de IBM (ver aparte). Si Bagnasco pide interrogar a Gerstner, podría acompañar el libro y las actas de la comisión de la Cámara de Diputados que investigó el negocio.

El juez puede hacerlo. Se lo permite el Tratado de Asistencia Legal Mutua entre la Argentina y los Estados Unidos. Bagnasco sólo tiene que escribir las preguntas, acompañar la documentación y pedir a la Cancillería que traduzca su exhorto al inglés.

El Tratado, en cambio, impide que Bagnasco pida la captura de Gerstner. El juez barajó esa opción para conseguir que cooperen con él cuatro ejecutivos: el brasileño Robelí Líbero, retirado; el australiano Peter Rowloui; el norteamericano Steve Lew y el brasileño Marcio Kaiser, retirado. Como lo recordó el viernes el director de Asuntos Internacionales del Departamento de Justicia, Thomas Snow, Washington sólo concede extradiciones cuando existan "pruebas suficientes que demuestren la comisión de un delito". En realidad, el tratado funcionaría igual para un sospechoso argentino buscado por la Justicia norteamericana. Los dos países han establecido que no basta que un ciudadano esté procesado en un país para que el otro deba entregarlo. Desde Miami, donde enseña Derecho Penal Comparado, el argentino Edgardo Rotman citó a Página/12 un fallo de un tribunal federal del circuito 11, Yapp contra Janet Reno, sobre extradición de un norteamericano a las Bahamas: "La extradición procede cuando un juez tenga jurisdicción, cuando el delito esté dentro del tratado y cuando haya pruebas que aseguren que hay motivos razonables para creer que el acusado es culpable".

Desde 1977, los Estados Unidos tienen una ley sobre Prácticas Corruptas en el Exterior. El ejecutivo de una multinacional que soborne a un funcionario extranjero será procesado en los Estados Unidos. Es otro elemento más para que la extradición suene como una misión imposible. Si la Justicia norteamericana encuentra los dichosos "motivos razonables" para sospechar de una coima, en lugar de mandar al acusado rumbo al Tercer Mundo tendrá que procesarlo en el Primero.

De modo que Bagnasco debería buscar un método sólo en apariencia menos espectacular que el pedido de extradición, y enviar preguntas para Gerstner. Mientras prepara el cuestionario, el juez puede analizar si las afirmaciones del ex director del Nación Alfredo Aldaco ("No, no soy inocente") y de Genaro Contartese, compañero de golf del Presidente, fueron sólo una estrategia para cambiar la carátula de coima por la de dádiva o un mensaje que tiene que ver con el financiamiento de la política. En la página de aquí enfrente tiene una ayudita.


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