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ROMANCE FRANCO-IRAQUÍ, O NUESTRO HOMBRE EN PARÍS

Francia ha sido siempre el eslabón flojo de la coalición contra Irak. Ayer, el vicepremier Tarik Aziz fue recibido nada menos que por Jacques Chirac. Su objetivo es que le levanten las sanciones.

Jacques Chirac recibe a Aziz en el Palacio del Elíseo.

Bagdad sacó jugosos beneficios de la última crisis.

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PAGINA/12 EN FRANCIA

Por Eduardo Febbro  desde París

t.gif (67 bytes) Cuando Saddam Hussein les ordenó a los ministros obesos de su gobierno que respetaran un estricto régimen para perder kilos, el actual viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, fue el primero en adelgazar. Casi diez años después y tan sólo al cabo de unos meses de que se evitara una nueva guerra en el Golfo Pérsico, el mismo Tarek Aziz protagoniza desde el lunes en Francia una misión a la altura de su fidelidad. Explorar las fisuras del frente occidental antiiraquí, estrechar los deshechos lazos con Francia y defender ante un interlocutor sensible el levantamiento de las sanciones que pesan sobre Bagdad desde 1991.

Las atenciones que rodean la visita del responsable iraquí en París demuestran hasta qué punto Bagdad sacó jugosos beneficios de la última crisis del Golfo. Representante de un Estado privado de una auténtica soberanía nacional, asfixiado por el embargo multiforme y oveja negra de la comunidad internacional, Tarek Aziz no tuvo que esconderse esta vez. Ni él ni sus interlocutores. El viceprimer ministro se entrevistó en Francia con todos los responsables: Lionel Jospin, el primer ministro, el canciller Hubert Vedrine, el presidente de la Comisión de Relaciones exteriores de la Asamblea Nacional, el socialista Jacques Lang, el presidente del Senado y el mismo presidente francés, Jacques Chirac, que lo recibió ayer. Como si fuera poco, Tarek Aziz mantuvo el martes una reunión con el secretario general de la ONU, Kofi Annan, y aún está prevista una "cumbre" con los responsables del CNPF, el Centro Nacional del patronato francés. Cartón lleno cuyo impacto puede medirse en el hecho de que es la primera vez que Tarek Aziz, miembro del Consejo de mando de la Revolución, el órgano político supremo en Irak, es recibido por el presidente francés. Tan diplomática como económica, la estadía en Francia del fiel servidor de Saddam Hussein representa un logro importante de Irak en su estrategia de romper el cerco internacional dirigido por EE.UU. El pretexto del viaje es entregarle a Chirac la respuesta a la carta que el mandatario francés había remitido a Saddam Hussein, luego del desenlace de la crisis entre Bagdad y la UNSCOM, el organismo de la ONU encargado de verificar el desarme iraquí. Pero el pretexto es apenas un puente para un salto más amplio. Tarek Aziz, y él mismo lo reconoció, inscribió dos objetivos: defender una vez más el levantamiento de las sanciones e insistir sobre la necesidad de que se restablezcan las relaciones entre su país y Francia -- éstas están interrumpidas desde hace siete años--. "Normalmente --dijo el vicepremier--, las relaciones deberían reanudarse ya que no tenemos antagonismos bilaterales con Francia". El optimismo del responsable se basa en los excelentes intercambios entre París y Bagdad desde 1995 y, sin dudas, en la posición de Jacques Chirac durante la crisis con la UNSCOM. Sin embargo, fuentes francesas acotan "que incluso, si falta lo esencial, que es el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, este acto no está al orden del día".  La estadía parisina de Aziz con su punto culminante de ayer, es decir su encuentro con el presidente, interviene en el mejor momento: por un lado, las monarquías del Golfo, con las que Francia mantiene excelentes relaciones, se muestran cada vez menos reservadas ante la posibilidad de entablar el diálogo con Irak: por el otro, hay nuevos signos de tensiones entre Bagdad y la delegación especial de la ONU para el desarme. Aziz reconoció ayer que Irak "debía enfrentar muchas trabas y dificultades en  nuestras relaciones con la delegación de la ONU". Una realidad a tal punto evidente que Gilles Munier, presidente de la asociación franco-iraquí, advirtió que, "si no se producen adelantos en los próximos meses, vamos seguro hacia una nueva crisis". Un apoyo "más firme" de París y una actividad "más intensa" para que se suavicen las sanciones internacionales serían, para Tarek Aziz, una garantía de deshielo. Los dirigentes franceses respondieron hasta ahora --oficialmente-- que la idea general "seguía siendo continuar con la línea activada en el curso de las dos últimas crisis --octubre-noviembre y febrero pasado-- cuando se convenció a Bagdad de que sus intereses estaban más a salvo cooperando que en el juego de la obstrucción". París se muestra convencido de que ésa es la carta que gana, tanto más cuanto que algunas fuentes revelan que "esa idea ha penetrado incluso en los distintos círculos iraquíes". Tarek Aziz no da signos de pesadumbre ni de derrota. Parece saber, y así lo admite con una de sus raras y discretas sonrisas, que, al final de cuentas, "el tiempo siempre da la victoria al que sabe esperar y luchar".


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