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30 MIL CONDUCTORES MANEJAN HABLANDO POR CELULAR

EL RIESGO LLAMA POR TELEFONO

Está expresamente prohibido por la Ley de Tránsito. Pero en las calles porteñas cada vez son más los conductores que manejan celular en mano. Según los estudios, se trata de una forma de conducir casi tan riesgosa como manejar borracho. El Gobierno proyecta aumentar las multas.

Algunas empresas llaman a sus vendedores por celular. Si atienden mientras manejan, son sancionados.

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El mes pasado, la policía hizo solamente 1261 actas de infracción por manejar hablando por teléfono.

 

t.gif (67 bytes)  Manejan con una mano mientras en la otra sostienen el teléfono celular. Desaceleran la marcha en carriles rápidos o se desvían al compás del ritmo que marca la conversación. Con el pasaporte asegurado al universo de los comunicados full time, aproximadamente 30 mil conductores circulan por Buenos Aires en esas condiciones, según cifras de la Asociación Civil Luchemos por la Vida. Aunque el uso del celular durante el manejo está penalizado por la Ley de Tránsito y Seguridad Vial, los infractores se amparan en la falta de controles: el mes pasado la policía pescó in fraganti a sólo 1216 teleconductores. Jorge Enríquez, subsecretario de Gobierno de la ciudad, adelantó a Página/12 que en el borrador del futuro Código de Faltas se prevén multas más severas para quienes utilicen celulares no instalados en el vehículo.

Estudios realizados en la Universidad de Toronto determinaron que conducir mientras se habla a través de un teléfono portátil puede multiplicar hasta por cuatro el riesgo de sufrir accidentes, un número comparable con las consecuencias negativas de manejar alcoholizado.

Hugo Fernández, consejero del Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), reveló a este diario que entre las 120 empresas que asesora hay seis trabajando con un novedoso sistema: los jefes se ocupan de custodiar una de las mayores tentaciones del personal a su cargo. Mientras los vendedores circulan por la calle, los llaman al celular. Y, si responden a la invocación, son sancionados: reciben apercibimientos, pierden puntos en el escalafón y hasta aparecen en un ranking de infractores publicado por la empresa. Son manchas que salpican sus legajos personales. Pero el mayor castigo se produce cuando reinciden en su falta: directamente les quitan el coche. La idea surgió de los propios empresarios, al comprobar que muchos de los accidentes se producían cuando los vendedores manejaban con un celular en la mano. Transformar los coches en "oficinas móviles" le salía más caro que agilizar las ventas.

La Asociación Luchemos por la Vida también salió a la calle para identificar conductores en infracción. En mayo del año pasado, detectó que el 2,1 por ciento de 5780 conductores utilizaba el celular mientras manejaba. "Las cifras son alarmantes, significan que de entre el millón y medio de vehículos particulares que circulan a diario por Buenos Aires hay unos 30 mil conductores manejando con un celular en la mano", afirma el presidente de la Asociación, Alberto Silveira.

El número contrasta con las cifras que manejan en la comuna porteña: entre abril de 1997 y 1998, la policía labró 12.941 actas por infracción al artículo 48 de la Ley de Tránsito, que prohíbe "conducir utilizando sistemas de comunicaciones de operación manual continua". De ese número, sólo 3162 infractores pagaron la multa: 1314, en forma voluntaria y 1848, después de la audiencia con el juez. El resto no recibe una sanción efectiva hasta que renuevan el registro de conductor o transfieren el dominio de su coche.

Para Silveira, "la desproporción entre la cantidad de infracciones y las actas confeccionadas demuestra que el control es escaso, que la letra de la ley parece muerta y la policía está de adorno".


Adorno: Para Silveira, "la desproporción entre las infracciones y las actas demuestra que el control es escaso. La policía está de adorno".

Hugo Fernández, del ISEV, sostiene en cambio que el problema excede la cuestión estadística y la severidad del sistema sancionatorio. Tiene que ver con la inexistencia de una cultura de tránsito: "Lo que ocurre es que la Argentina nunca apostó a la educación, no hay presupuesto ni conceptos de educación vial en las escuelas y los colegios", afirma. "Tampoco hay conciencia del riesgo que implica manejar hablando por teléfono. Existe la falsa ilusión de que a uno nunca le va a pasar nada", opina Fernández. Esa percepción, sostiene, se generaría en la falta de proyección del daño que puede causar la conducción imprudente.

 

Pero el propio sistema también tiende trampas. Los autos se venden con teléfono celular incluido; las empresas que los comercializan no informan debidamente a los usuarios sobre la prohibición y el caos en el tránsito lleva a los conductores a preferir responder un llamado mientras circulan por la 9 de Julio antes que intentar estacionar en el cordón de la vereda. Si bien manejar hablando por teléfono no está a la cabeza de las causas de accidentes graves, como correr picadas o conducir borracho, el problema se dimensiona con el mayor acceso al celular. Enríquez, el subsecretario del Gobierno porteño, contó a Página/12 que, en el proyecto del Código de Faltas que elabora la comuna, esa infracción está tipificada como un caso de "conducción peligrosa", por lo que se prevén multas más severas que las que existen actualmente. Otros países, entre ellos Estados Unidos, ya adoptaron la línea dura. En Texas, una corte sentenció a una conductora a pagar una multa de 7 millones de dólares porque mientras hablaba por teléfono atropelló y mató a un chico de tres años.

Producción: Carolina Bilder.

                                 LO QUE MÁS DISTRAE


Entre el 30 de marzo y el 8 de abril pasado, el Instituto de Seguridad y Educación Vial y el gobierno porteño montaron la segunda carpa de Educación Vial en la esquina de la avenida Corrientes y Uruguay. Fueron consultados 599 peatones y conductores, entre otros temas, sobre los elementos que más distraen al conductor. La respuesta elegida por el 76 por ciento de los encuestados resultó "hablar por teléfono celular mientras se está conduciendo", seguida de lejos por "la publicidad en la vía pública" (13 por ciento). Las encuestadoras recepcionaron un dato que les llamó la atención: a pesar de considerarlo peligroso, muchos de los consultados dijeron no saber que la utilización del celular en la conducción estaba expresamente prohibido por la Ley de Tránsito. La afirmación se entiende al comprobar que el 46 por ciento confesó no haber leído ni una vez esa ley, a pesar de que el 95 por ciento consideró que es necesario hacerlo.


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