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LA MUERTE DE YABRAN PUSO AL ROJO LA INTERNA OFICIAL

UNA BALA EXPLOSIVA

Los duhaldistas creen que la muerte de Yabrán muestra que el poder tiende a confundirse con una organización mafiosa. El menemismo los acusa de "hacer política con los cadáveres." "En cualquier momento hay otra boleta", se escuchó repetidamente en las últimas 48 horas.

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Carlos Menem y Eduardo Duhalde más distanciados que nunca.
El jefe de la SIDE puede resultar el primer caído de la nueva batalla.


Por Miguel Bonasso

t.gif (67 bytes) La misteriosa muerte de Alfredo Yabrán, lejos de calmar la puja por el poder en el oficialismo, puede potenciarla hasta extremos peligrosos para todo el sistema político. Hay en marcha operaciones de prensa y de inteligencia y duros ataques del ultramenemismo contra los que están o aparecen "en medio" de los contendientes, como el secretario de Inteligencia del Estado Hugo Anzorreguy. Los duhaldistas temen que los agentes y gatilleros puedan pasar de las palabras a las provocaciones y hablan de "banditas muy pesadas". Tanto entre los seguidores del gobernador bonaerense, como en las filas de la Alianza en el pesado Gran Buenos Aires, hay rumores inquietantes sobre el "regreso" de algunos elementos ligados a la represión militar y a la Alianza Anticomunista Argentina, la siniestra Triple A. "En cualquier momento hay otra boleta", es una frase que este cronista ha escuchado con inquietante insistencia en las últimas 48 horas.

Aunque los principales protagonistas, Carlos Menem y Eduardo Duhalde, han guardado un espeso silencio público sobre el escopetazo de San Ignacio, los colaboradores y exegetas de los rivales dejan trascender su pensamiento. Duhalde, asegura un intérprete, no descartaría que Yabrán haya sido asesinado y que pese sobre la Argentina la sombra de una poderosa organización criminal de carácter internacional como corresponde a los tiempos de la globalización. Una tesis casi idéntica a la reiteradamente sostenida por Domingo Cavallo, que el jueves volvió a recordar los nexos de la cúpula menemista con el conocido traficante de armas Monzer Al Kassar. Los menemistas, por su parte, se aprestan a satanizar, citando a su jefe, a todos "los miserables" (de afuera y adentro del PJ) que pretendan "hacer política con los muertos".

Ese mismo intérprete augura que el "efecto Yabrán" no tardará en producir bajas y relevos en la cúpula de poder y menciona concretamente al secretario de la SIDE, Hugo Anzorreguy, a quien algunos prominentes "amarillos" (funcionarios de la cúpula ligados a Yabrán) acusan de haber "entregado" al empresario a la policía entrerriana. Aunque el Señor Cinco desmiente categóricamente esa versión, adelantada ayer en estas páginas, y asegura que la SIDE no interfiere en terrenos específicos de "las fuerzas de seguridad", el rumor está lejos de haberse extinguido. Y es curiosamente Alberto Kohan, el ultramenemista que desmintió públicamente la participación de la SIDE en el intento de capturar a Yabrán, quien estaría proponiendo el relevo de Hugo Anzorreguy por el juez de San Isidro Roberto Marquevich. El magistrado en cuestión, a quien Cavallo señaló en agosto de 1995 como vinculado a Yabrán, es el juez que tuvo la deferencia de atender de madrugada al célebre abogado Mariano Cúneo Libarona y tomarle declaración a sus protegidas, la inolvidable Samantha Farjat y la menos conocida Julieta Lavalle, cuando éstas decidieron cambiar sus declaraciones iniciales que condenaban a Guillermo Coppola y apuntarle los cañones a Hernán Bernasconi. Que en aquel acto de la tragicomedia nacional jugaba para Duhalde.

Una fuente cercana al titular de la SIDE negó que el relevo de su jefe fuera inminente y manifestó ignorancia ante la versión que ubica al juez de San Isidro como candidato a sucederlo. Pero admitió que "Marquevich y Daniel Hadad están operando para sacarlo" y que el cerebro que los conduce es el secretario general de la Presidencia, Kohan. "Uno de los que continuamente le llena la cabeza a Menem diciendo que Anzorreguy es duhaldista o cavallista", agregó. Y remató, con un dejo de pesimismo: "es como la táctica de sugerirle al marido celoso que su mujer le es infiel. Al final Otelo se la cree y termina estrangulando a Desdémona".

 


 

SOSPECHAS
Por Mario Wainfeld

Un periodista, integrante de la Juventud Peronista de los '70, llamó a un funcionario duhaldista que lo secundaba por aquel entonces. "¿Cómo anda todo", preguntó. "Mejor no hablemos por teléfono", respondió su interlocutor, pero agregó significativamente: "Se parece mucho a los últimos tiempos en que militábamos juntos". Se refería, claro, a los fines del gobierno de Isabel cuando la política apestaba a pólvora. Lo que ocurre, empero, no es igual. No se recela hoy de bandas armadas con alguna ideología sino de conexiones estrechas entre el poder político y la mafia, tal como se sugiere en la nota principal de esta página.

Casi nadie cree que Yabrán sencillamente se haya suicidado. La radio, la tevé y las encuestas arrojan un resultado arrollador: la mayoría de la gente del común cree que hubo un cambio de cadáver. Con la solitaria excepción del matutino de negocios Ambito Financiero, la abrumadora mayoría de los diarios nacionales transmite dudas enormes acerca del suicidio y crece la sospecha acerca del típico suicidio inducido, el de la mafia. Un hombre sabe demasiado, sus socios lo presionan con la amenaza de un mal mayor y se suicida.

La muerte fue rara, demasiado oportuna. Hechos ocurridos después acrecientan las dudas:

* El pedido de cremación.

* La designación de Héctor Colella como "sucesor". Desde el punto de vista legal la carta que lo designa no vale como testamento ni como nada. Desde el punto de vista de una lógica mafiosa es toda una novedad que un padrino designe a su sucesor mediante una carta que será multiplicada por los medios. Yabrán no quería que le sacaran una foto, es poco consistente que enviara una nube de fotógrafos y movileros a su sucesor.

Pero si hubiera que buscar un hecho notable que revela lo que ronda en el aire, habría que elegir una decisión aparentemente burocrática: la decisión de la Policía Bonaerense, también relatada en este diario, de pasar por la celda de Gustavo Prellezo cada veinte minutos para corroborar si está vivo. Medida llamativa que revela una convicción que tienen personas más poderosas que los carceleros de Dolores: el suicidio no es contagioso; la sospecha (y la violencia) sí.

 



ROBERTO MARQUEVICH, EL CANDIDATO PARA LA SIDE
EL JUEZ QUE AYUDÓ A YABRÁN

Por M. B.

t.gif (67 bytes) Hace menos de un mes el juez de San Isidro Roberto Marquevich, al que algunos sindican como posible relevo de Hugo Anzorreguy en la SIDE, libró al finado Alfredo Yabrán de ser imputado en otra causa criminal: la que inició el fiscal Pablo Lanusse por amenazas a su persona y su familia procedentes de la mafia del oro. Una decisión apelada por el fiscal amenazado.

La causa estuvo inicialmente a cargo del juez Conrado Bergesio, que evaluó la posibilidad de procesar al empresario por un indicio sugestivo: el identikit de uno de los matones que agredieron a la hermana del fiscal Lanusse resultó muy parecido al retrato hablado de otro matón que perpetró un ataque contra una empresa de correo privado que competía con las de Yabrán.

Con reflejos ágiles, el abogado del empresario postal, Pablo Argibay Molina, presentó un pedido de recusación contra el juez Bergesio "por falta de imparcialidad". Que se habría evidenciado, según su óptica, desde abril del año anterior, cuando Domingo Cavallo se presentó como testigo. Argibay Molina cuestionaba, por ejemplo, que Bergesio hubiera recibido en su domicilio y en horas de la noche, documentos que le suministraron los abogados del ex ministro de Economía.

A fines de febrero, la Cámara Federal de San Martín hizo lugar a la recusación de Argibay Molina y sacó a Bergesio de la causa. Marquevich sucedió al juez recusado y, a pedido de Yabrán y su letrado, solicitó al ex secretario de Seguridad de la provincia de Buenos Aires Luis Lugones todos los informes de Inteligencia que se hubieran producido sobre el empresario sospechado de mafioso en el ámbito de su jurisdicción. Lugones los remitió y Argibay Molina los utilizó --según relató Horacio Verbitsky en Página/12-- para afirmar que faltaban folios que contenían escuchas telefónicas que luego se habrían utilizado para hacer público el vínculo de Menem con su cliente y para sostener una tesis audaz: que el fotógrafo José Luis Cabezas fue asesinado para frustrar la carrera política de Carlos Menem. A fines de abril, a un mes de haberse hecho cargo de la causa, Marquevich resolvió la nulidad de la investigación que había llevado a cabo su antecesor y liberó a Yabrán de toda sospecha.


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