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SE INVESTIGAN VACUNAS, NOVEDOSAS
DROGAS Y RAYOS PARA EL CANCER

NUEVAS ARMAS PARA LA BATALLA

Una vacuna que produce respuestas inmunitarias contra el tumor; un medicamento que previene el cáncer de mama, una radioterapia con menos efectos secundarios: son los avances que permiten soñar con una cura.

El oncólogo argentino Reinaldo Chacón habla de los avances reportados en el último congreso internacional.
"El raloxifeno disminuye la incidencia de cáncer de mama, sin aumentar el riesgo de adenocarcinoma de endometrio."

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Por Pedro Lipcovich

t.gif (67 bytes)  No es lo mismo soñar que proyectar: la vacuna contra el cáncer ya no es un sueño sino un proyecto a largo plazo, y algunos de sus ensayos --que ya comprometen a seres humanos-- se realizan en la Argentina. Los avances en la investigación de vacunas son uno de los temas que presentaron en Los Angeles, en el último congreso de la American Society of Clinical Oncology. Otro, muy relevante, fue el ensayo de un nuevo medicamento, el raloxifeno, para prevenir el cáncer de mama y también la osteoporosis. También para tratamientos consagrados como la radioterapia "hay un antes y un después" a partir de ahora, según un especialista argentino que asistió al congreso. La inquietud por el cáncer crece en Estados Unidos, donde una de cada dos personas contraerá la enfermedad en algún momento de su vida; hace diez años la proporción era de una por cada cuatro. El avance de la enfermedad se vincula con un hecho positivo --el aumento en la expectativa de vida de la población-- y con muchos negativos: los contaminantes ambientales, causas principales de la enfermedad.

La doctora Mary Disis, de la Universidad de Washington, presentó en Los Angeles los primeros resultados de un ensayo de vacuna con 51 pacientes que padecen cáncer de mama, ovario o pulmón: el 82 por ciento de los pacientes en estudio produjo respuestas inmunitarias contra sus propios tumores.

Lo que hace a la vez tan necesaria y tan difícil la vacuna contra el cáncer es que el organismo, librado a sí mismo, está en cierto modo indefenso contra las células malignas, porque su sistema inmunitario no las reconoce como extrañas: ¿cómo le van a parecer extrañas si forman parte del propio cuerpo? Entonces, había que encontrar algún truco para que el organismo tratara a sus células como si fuesen microbios invasores. El equipo de la doctora Disis partió del hallazgo de que, para varios tipos de cáncer, en la membrana de las células tumorales hay una sustancia llamada HER-2, poco presente en las células normales. A partir de esa sustancia, elaboraron un preparado y lo inyectaron a sus pacientes por vía subcutánea, como cualquier vacuna: encontraron que en la mayoría de los casos aparecían respuestas defensivas contra la HER-2 y, por lo tanto, contra las células tumorales: el organismo estaba empezando a tratar a las células de esos tumores como si fueran bacterias o virus, estaba "aprendiendo" a atacarlas.

Para no engañarse: ninguno de estos pacientes "se curó": sólo se detectaron en ellos respuestas defensivas que antes no aparecían; los resultados son preliminares porque el ensayo está en la fase 1, destinada ante todo a evaluar que el medicamento no resulte tóxico; recién en la fase 3, dentro de varios años, se verificará su eficacia clínica. El hecho es que, según contó a este diario José Mordoh --jefe del laboratorio de cancerología de la Fundación Campomar--, "hay muchísimas investigaciones sobre vacunación en las primeras fases de ensayos con seres humanos".

De estos proyectos, "el más avanzado es el de una vacuna contra el melanoma (cáncer de piel), que se está probando en Estados Unidos, en fase 3, sobre 800 pacientes; sus resultados se conocerán en un par de años", contó Mordoh. Otra vacuna contra el melanoma, todavía en fase 1, se ensaya en distintos centros hospitalarios de la Argentina sobre la base de investigaciones de la Fundación Campomar. También se ensayan en el mundo vacunas contra los cánceres de mama, próstata y colon.

Todas estas vacunas son terapéuticas, es decir, se aplicarían a personas ya enfermas de cáncer. Sin embargo, "el objetivo final es la vacuna preventiva, destinada a personas sanas: llegar a vacunar, por lo menos, a las poblaciones de alto riesgo", se esperanzó Mordoh.

Más avanzados están los estudios que se presentaron en Los Angeles sobre el raloxifeno: "El tratamiento preventivo con este fármaco reduce el riesgo de cáncer de pecho, y también de fracturas óseas, en mujeres posmenopáusicas", anunció Steven Cummings, de la Universidad de California. Siete mil mujeres con una edad promedio de 66 años participaron en un estudio que duró 29 meses: el 0,82 por ciento de las que habían recibido un placebo enfermó en ese lapso de cáncer de mama, proporción que cayó al 0,21 en las que habían tomado raloxifeno: cuatro veces menos. También hubo "un descenso significativo en la cantidad de fracturas".

Hace 3 semanas, el National Cancer Institute anunció que otro medicamento, el tamoxigeno, administrado a mujeres con alto riesgo de contraer cáncer de mama, reduce en un 45 por ciento las probabilidades de enfermar, pero el tamoxigeno tiene el inconveniente de causar un pequeño aumento en la incidencia de cáncer de útero. El oncólogo Reinaldo Chacón, presidente de la Fundación para la Investigación y Prevención del Cáncer (FUCA), observó que "el raloxifeno disminuye la incidencia de cáncer de mama, igual que el tamoxigeno, sin aumentar el riesgo de adenocarcinoma de endometrio (pared interna del útero)". El ramoxigeno se venía ensayando para prevenir la osteoporosis luego de la menopausia y en el curso de esas pruebas se descubrió su acción contra el cáncer de mama. (En cambio, no se utiliza contra otros síntomas posmenopáusicos como los sofocones, la inestabilidad emocional o la sequedad vaginal.)

El próximo paso será un estudio comparativo de tamoxifeno y raloxifeno para comparar definitivamente su eficacia. El ramoxigeno todavía no fue aprobado por la FDA (Food and Drugs Administration) norteamericana.

 

Los enfermos en marcha

Por P. L.

El 26 de setiembre será la Gran Marcha: agrupaciones de enfermos de cáncer y sus familiares, personas que se curaron de la enfermedad y figuras públicas como el general Norman Schwarzkpoff --jefe de operaciones en la guerra del Golfo-- confluirán en Washington para pedir el triunfo en la "guerra contra el cáncer" que declaró hace más de 25 años el entonces presidente Richard Nixon.

Pese a que la proporción de enfermos que se curan está entre el 30 y el 50 por ciento de los casos, contra sólo el 20 por ciento hace diez años, las últimas cifras indican que, en Estados Unidos, casi una de cada dos personas padecerá cáncer en algún momento de su vida; hace una década era una de cada 3,5.

En el pedido de que el Estado destine más fondos a la investigación sobre el cáncer confluyen también los laboratorios privados y el influyente National Cancer Institute. Una de las versiones sobre la difusión de la investigación de Judah Folkman para curar tumores interrumpiendo su irrigación sanguínea --que se hizo célebre hace un par de semanas-- la vincula con una presión del Institute para que el Estado aumente o preserve los subsidios para sus investigaciones. El trabajo de Folkman no fue ni siquiera mencionado en el congreso de Los Angeles, ya que todavía no alcanzó la fase de investigación clínica.


Un salto en radioterapia

Por P.L.

Otra de las estrellas del congreso oncológico de Los Angeles fue la radioterapia tridimensional: "Se basa en un software que, a partir de imágenes de tomografía o resonancia nuclear magnética, reproduce el tumor en forma tridimensional --explica el oncólogo Reinaldo Chacón--: eso permite planificar la radioterapia de manera que sólo llegue al tumor, y los tejidos que lo rodean reciban poca radiación. De este modo la radioterapia tiene menos efectos secundarios y, si es necesario, se puede administrar en mayores dosis. Es como si hubiera un antes y un después en la radioterapia", graficó el especialista.

Pese a que la radioterapia tridimensional no exige un cambio total en los equipos utilizados, sólo el software requiere una inversión que supera los 100.000 dólares. En Estados Unidos, no más que el 30 por ciento de los centros de diagnóstico disponen de radioterapia tridimensional; y sólo unos pocos en la Argentina.

POR QUE CRECE LA INCIDENCIA DEL CANCER

LAS RAZONES DE LA ENFERMEDAD

Por P.L.

Como la mafia, el cáncer admite las deudas a largo plazo pero es implacable para cobrarlas. Eso explica que la incidencia de la enfermedad se haya casi duplicado en los últimos diez años, como tardía respuesta del mal a los adolescentes que se tostaban al sol en los 60 o a las mujeres que se lanzaron a fumar en los 70. En la Argentina, la entidad ambientalista Greenpeace denuncia que sustancias cancerígenas prohibidas en otros países se siguen produciendo libremente: el PCB, el asbesto y, la peor de todas, la dioxina.

"Más del 80 por ciento de los casos de cáncer tienen causas ambientales y socioculturales", dice el especialista Reinaldo Chacón, y ejemplifica: "El hábito de fumar se extendió mucho entre los varones desde la Segunda Guerra Mundial, y entre las mujeres desde la década del 60: el pico máximo de cáncer pulmonar entre los hombres fue hace 20 años, y entre las mujeres es precisamente ahora".

En cuanto a la exposición al sol, "antes, estar bronceado era de mal gusto: se bronceaban los peones que trabajaban al aire libre, no los ricos; desde que cambiaron los hábitos de trabajo y hubo más gente metida en las oficinas, el bronceado fue signo de buena vida, de status. Y el melanoma, tumor maligno de piel, aparece con varias décadas de intervalo en relación con el exceso de sol en la adolescencia", agrega Chacón. También el cáncer de colon puede ser efecto de una dieta "con predominio de grasas y con poca fibra alimentaria".

Verónica Odriozola, de Greenpeace International, señala que "se siguen usando en la Argentina compuestos químicos cancerígenos, prohibidos en países industrializados e incluso en naciones vecinas como Brasil o Chile". Por ejemplo los PCB (bifenilos policlorados), que se usan en los transformadores de centrales eléctricas y de la mayoría de las industrias: "Por desperfectos o al final de la vida útil del transformador, pasan al ambiente donde permanecen muchos años".

Otra sustancia cancerígena, que opera por inhalación, es el asbesto: "También está prohibido en países centrales, los mismos que lo exportan a la Argentina; aquí se lo usa en la construcción y como aislante térmico en trajes, forros de tablas de planchar o manoplas para retirar la comida del horno", explica Odriozola.

Pero "el más tóxico de todos los cancerígenos ambientales, aun en concentraciones mínimas, es la dioxina, que se genera como subproducto de distintos procesos industriales --sostiene la representante de Greenpeace--. Su principal fuente es la quema de basura, por ejemplo la incineración de residuos patógenos que se hace en distintos hospitales y que se proyecta en un incinerador todavía no autorizado en Villa Soldati, ciudad de Buenos Aires. Para colmo, en la Argentina no existe ningún laboratorio en condiciones de analizar la concentración ambiental de este tóxico".



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