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CONVERSACIÓN ENTRE DOS CORRUPTOS ( O ERA SÓLO UN CHISTE?)

Qué pasaría si un diálogo cualquiera, supongamos entre un vocero de prensa de un político y un periodista, fuese transcripto y publicado? En esta nota puede verse un ejemplo de ello.

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Por Mario Wainfeld

t.gif (67 bytes)  El diálogo ocurrió o pudo ocurrir (para saberlo siga leyendo la nota) durante la semana. El vocero de una funcionaria del Gobierno (llamémosla "Funcia") se comunicó con un periodista (digámosle Crono). Quería quejarse porque en un artículo sobre Funcia se había deslizado una errata que la perjudicaba. El vocero (llamémoslo Voceo) conoce desde hace años a Crono, en un pasado muy remoto integraron una misma cátedra en la universidad, entonces Crono le prestó un librito de Max Weber que Voceo nunca devolvió. Crono, que tenía presente la errata y deseaba corregirla, atendió el teléfono. Y ahí comienza una fábula de moralejas precarias sobre escuchas, medios, ética y verdad.

El diálogo, más o menos, fue así.

--Soy Voceo, ¿Como andás? Cuánto hace que no nos vemos. Tenemos que ir a morfar un día de estos.

--Si vos pagás, vamos cuando quieras y llevo a mis hijos (risotadas).

--Bueno, vamos seguro, si arreglás lo que le hicieron ayer a Funcia. Cómo nos pegan, qué mala leche.

--Un error de imprenta a cambio de difusión, che, qué más quiere tu jefa, que es tan ladrona como vos.

--Bueno, si publicás algo hoy, hasta te llevo a tu casa las obras completas de Max Weber.

--Mejor traeme una valija, como la de tu compañera Amira Yoma o, aunque más no sea un puñadito de dólares.

--Hecho (risotadas), después pasame la dirección de tu casa, por otro teléfono porque el de ustedes lo tenemos pinchado. ¿Qué van a hacer con Funcia?

--Vamos a aclarar el error, quedate tranquilo, ladrón.

Un diálogo que contiene el léxico, entre socarrón y desencantado que suelen usar políticos, periodistas y la inmensa mayoría de los habitantes de todas las metrópolis, inclusive ésta. Frases de doble o triple sentido. Bromas de dos tipos que se conocen personalmente y comparten (sin dejar de confrontar) códigos... y que se permiten un ápice de diversión durante el horario de labor sin dejar de cumplir sus respectivos roles (que son, además, trabajos rentados).

Pero imaginemos que alguien hubiera pinchado el teléfono de Voceo o de Crono y que transcribiera textualmente el diálogo, sin editar ni adulterar, pero sin darle contexto. Si así fuera podría advertir:

* Que un representante del gobierno y un periodista tienen sospechosas afinidades y un trato confianzudo.

* Que en la conversación se mencionaron y acordaron tres dádivas (invitación a comer, regalo de libros y dólares cash) para Crono, que alternativamente sugirieron los dos interlocutores y que ambos convinieron hacer efectivas.

* Que Crono dijo que Funcia era ladrona, hecho aceptado por el vocero de prensa, quien además asumió serlo él mismo.

* Que el miembro del gobierno reconoció haber pinchado los teléfonos de un diario.

Las sospechas o certezas de corrupción serían inevitables y posiblemente irrefutables. Si para moderarlas se alegara, ex post, una antigua amistad sólo se echaría leña al fuego.

 

 

Todo se complica

Obviamente, el ejemplo no pretende probar que las escuchas son verdades que mienten. No todo lo que se dice en confianza se dice en broma, ni todas las bromas son falsedades. Y para peor, en diálogos de este tipo, que incluyen negociaciones y tensiones, las dos partes juegan con la ambigüedad y el doble sentido. Por caso, no puede inferirse seriamente si Voceo pinchó o no el teléfono de Crono. Nada indica si, envuelta en chistes y relaciones "normales", no se deslizó una advertencia, una jactancia, un apriete, una confesión. La verdad es ardua de asir y es mucho más de lo que se ve y oye.

 

 

Todos somos espías

Todo es complejo. El derecho a informarse de la gente del común --esa que sale poco y se entera de todo por la tele-- es muy valioso, clave de la democracia. También el de los medios de publicar sin censura previa y el de los empresarios periodísticos de ganar dinero en una sociedad cuyo eje es el móvil de lucro. Pero, contra lo que suele sugerirse, esos derechos no son lo mismo, aluden a distintos titulares y sus contradicciones y confluencias son borrosas. Pero existen.

Hace mucho, mucho tiempo (Yabrán estaba libre y vivo) estalló el Oyarbidegate. En estos días detonó el DelaRuagate. Habrá más. Muchos videos y grabaciones dan vuelta por redacciones y despachos de funcionarios. Los producen los servicios, los medios, entidades privadas que lucran descubriendo curros y testimoniándolos. Un mundo, que obliga a un ejercicio inusual: pensar, analizar caso por caso, reconocer que no hay derechos absolutos. Medirse, autorregular la información.

En la página 9 de esta edición controvierte un tema esencial. ¿Debe difundirse una información obtenida por medios ilegales? Habría cien temas más para discutir sobre medios, vida pública y privada, derechos de los consumidores y los ciudadanos. Sin ir más lejos:

* ¿Hacer confesar a una persona sin que sepa que la están filmando o grabando no puede violentar la garantía de que nadie puede ser obligado a declarar en su contra?

* ¿Un periodista que se disfraza de "coimeador" no está violando alguna ética de su profesión?

* Un coimeador trucho, que propone al presunto coimero un delito que no se va a cometer (porque no hay dádiva), ¿no está generando un delito virtual, borgeano, por ende no castigable? Y si el delito existe, ¿no es su autor intelectual?

* Siempre se ve a coimeros que aceptan. ¿No hay "coimeadores sorpresa" (a veces organizaciones privadas, a veces periodistas) que fracasan en su cometido, por encontrar funcionarios honestos o recatados? ¿Deberían divulgarse esos casos?

* Los movileros que cierran el paso a personalidades públicas invocando siempre el derecho de "la gente" de ser informada, ¿no suelen poner en riesgo o en crisis los derechos constitucionales de sus entrevistados a transitar libremente el territorio nacional, a no declarar en su contra, a hablar sólo ante el juez competente, con su abogado al lado?

Este cronista, que es periodista y abogado, no se siente en capacidad de contestar "sí o no" a las preguntas que anteceden, como no se atrevería (o no debería atreverse) a analizar el texto de la conversación que preside esta nota sin conocer todo su contexto.

Pero es seguro que ameritan un debate serio, no en defensa de los corruptos sino de la igualdad ante la ley, la garantía del debido proceso, la preservación de la vida privada que --como la libertad de prensa-- son conquistas contra el poder ganadas parcialmente en siglos de luchas.

¿Existió la conversación entre Crono y Voceo? Claro que sí, tengo cintas grabadas que la corroboran...

 


Escuchas: El ejemplo no pretende probar que las escuchas son verdades que mienten. No todo lo dicho en confianza es broma, ni todas las bromas son falsedades.



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