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EL PRESIDENTE DEL PC RUSO, ZIUGANOV
"RUSIA NO ES CAPITALISTA SINO FEUDAL Y MAFIOSA"

De paso por Buenos Aires, el líder comunista del bloque de opositores en el Parlamento y promotor del juicio político al presidente Yeltsin clamó por reconstruir la Unión Soviética.

Boris Yeltsin: "En la Rusia actual, a veces es difícil decidir dónde terminan las mafias, y dónde empieza el Poder Ejecutivo."

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Por A.G.B.

t.gif (67 bytes) Nacido en 1944, Guennadi Ziuganov es un producto de la nomenklatura soviética que luego de la disolución de la URSS reorganizó el Partido Comunista dentro de la Federación Rusa. Ahora no sólo es su presidente sino que es el jefe de la oposición en la Duma (parlamento ruso), una figura que reúne a todas las fuerzas no oficialistas, entre las cuales están los nacionalistas. De hecho, su lema es "Rusia, Patria, Pueblo" y llegó a manifestar respeto por Stalin porque, según él, estuvo a punto de conciliar el ideal comunista con los valores tradicionales rusos. Ziuganov lideró un fracasado pedido de destitución contra el presidente Boris Yeltsin, frente al cual perdió hace dos meses la posibilidad de rechazar su nuevo gabinete y forzar así unas elecciones en las cuales el comunismo aparecía como favorito. El dirigente estuvo ayer en Buenos Aires y dialogó con Página/12 en la sede del Partido Comunista Argentino, que cumple sus 80 años. Se refirió a la explosiva situación política de su país y al aún más explosivo peligro nuclear, que incluye a Rusia y al conflicto entre India y Pakistán. Sobre la Rusia actual dijo que no era capitalista, y que no había manera científica de definirla, pero que él se inclinaba por "feudalismo mafioso".

--¿Es posible la transferencia de tecnología termonuclear rusa a sus aliados?

--La Federación Rusa ha cancelado las exportaciones de material nuclear, e incluso lo ha retirado de las repúblicas ex soviéticas. No se transferiría de ninguna manera la tecnología necesaria para la fabricación de armas nucleares.

--¿Cree en el peligro de la primera guerra atómica entre India y Pakistán?

--Hasta ahora, existían solamente cinco naciones con potencial nuclear reconocido. Con las explosiones de las semanas pasadas, se han agregado India y Pakistán. Es el ingreso irrestricto de nuevas potencias nucleares al "club" nuclear lo que hace que las chances de un conflicto aumenten.

--¿Pero qué ocurriría si el partido del general retirado Alexander Lebed llegara al poder?

--A mi entender existen cuatro variantes de un posible o eventual desarrollo de los acontecimientos en Rusia. Si se conservan las actuales condiciones políticas, el desarrollo llevará a un caos casi inevitable. Hasta hace relativamente poco no teníamos personas sin domicilio que vagaran por las calles, y actualmente tenemos tres millones. Hasta hace poco no teníamos refugiados, y ahora alcanzan cifras aterradoras. Hasta hace poco todos tenían una vida digna, y ahora hay 15 millones que arrastran una vida lamentable, debajo de los estándares, de todo parámetro aceptable. Antes a todos les estaba asegurado el trabajo, y ahora hay 20 millones de desocupados o desempleados. Y llenándose la boca con el derecho sagrado a la propiedad individual, el Gobierno saqueó sin asco los ahorros de millones de personas. La población es desde luego consciente de que hay que hacer correcciones urgentes en la política si no se quiere colapsar. Y como esto ocurre en un país donde se tienen guardadas 30.000 cargas nucleares, es una amenaza a la paz mundial. Existe otra posibilidad, una dictadura del partido gobernante, una dictadura del señor Yeltsin y de su equipo, para decirlo de manera más brutal. A mi entender, esto es técnicamente imposible porque dos tercios del país odian a la política de Yeltsin. Este intento se disolvería a su vez en la primera variante, es decir: en un caos. Hay una tercera variante, más democrática. Formar un gobierno de coalición, que dé confianza al pueblo, y permita rearmar una política económica popular. Al agudizarse casi inevitablemente la crisis en el otoño, tal variante será sin duda demandada por la sociedad. Yo creo que la opción es la más factible, porque nuestro partido está abierto al diálogo. Y la cuarta variante, la variante final, es la dictadura de una junta, de una junta en verdad criminal.

--¿De las mafias con el ejército?

--A veces es difícil distinguir dónde terminan las mafias, y dónde empieza el Ejecutivo. Existen fuerzas que empujan al general Alexandr Lebed a un gesto de jefatura de un movimiento así. Ya se han presentado circunstancias similares, y no creo que ésa sea una salida de la situación. No existen actualmente soluciones fáciles. Las cosas son fáciles solamente para el líder nacionalista Zhirinovsky: para él es como comprar una píldora que nos va conseguir una botella de vodka, y una novia para completar el combo. Detrás del señor Lebed hay también círculos financieros y extranjeros que lo apoyaron. Y en su momento, muchos autoproclamados demócratas apoyaron a Lebed. Habrá que ver qué es lo que hace Lebed, si intenta cumplir con sus promesas de mejorar la vida en la región de Krasnayarsk, en Siberia, donde fue elegido, o si, por el contrario, no se dedica más bien a obedecer a sus sponsors. El peligro es la desintegración de Rusia, como lo hizo Yeltsin con la Unión Soviética. La manera de obrar de Lebed puede verse en que gastó para su propaganda electoral en una sola imprenta dos veces y medio más de lo que autoriza la ley para el total de la campaña.

--Si usted quiere a Yeltsin fuera ya, ¿por qué los diputados comunistas votaron finalmente la aprobación del nuevo gabinete de Yeltsin? ¿No debería usted renunciar después de esa medida?

--Es cierto que algunos diputados comunistas votaron en la Duma para aprobar al nuevo gabinete presentado por el presidente Yeltsin, y encabezado por el primer ministro Serguei Kyrienko. Pero esto es algo normal, que en definitiva ocurre en todas las organizaciones, es propio de la naturaleza de las organizaciones. Hay un momento en el que se toman en conjunto las decisiones, pero después cada uno de los integrantes de la organización, individualmente, toma una segunda decisión, personal. No se los puede perseguir para que voten como el Partido. El problema es Yeltsin. Con Yeltsin llegó una humillación masiva, y él es el que tiene que arrepentirse de lo que hizo, que lo hizo de una manera más loca y bárbara que Gorbachov. Por una ironía del destino, Yeltsin es el garante de la Constitución rusa. El, que no puede garantizar su propia persona. Lenin tuvo oportunidad de cambiar cuatro veces la orientación de la política económica; Yeltsin nunca sintió la necesidad de modificar el rumbo.

--¿Cómo son las relaciones con Cuba?

--En todas mis reuniones con líderes políticos del mundo, intenté persuadirlos de que el bloqueo es, como medida, un anacronismo. Hace tres años colaboré en Cuba en la organización de un congreso contra el bloqueo, en el que participaron todas las naciones de la tierra. Y quiero expresar mi agradecimiento a todos los países latinoamericanos que colaboran con Cuba y coadyuvan a frustrar, a hacer menos efectivo ese bloqueo.

 

VIVIR CON LA BOMBA

Por Claudio Uriarte

El primer bombazo vino contra Islamabad. Ciudad-sede del gobierno, pocas víctimas --50.000--, apenas un toquecito de lo que podía pasar si atacaban Karachi, la ciudad más populosa. Pakistán, pese a las advertencias-cerrojo de su amiga China y de su Padrino norteamericano, estaba obligado a escalar de manera abrumadora: lanzó misiles nucleares contra Nueva Delhi, Bombay y Calcuta, causando muerte, devastación y pánico en una escala desconocida hasta el momento. Después de ese primer intercambio, no hubo una escalada inmediata: los dos antagonistas más bien se quedaron pasmados por la magnitud de lo que habían hecho, mientras las cinco potencias nucleares legítimas, en estado de absoluto pánico, contemplaban la falta de opciones a su disposición. Pero entonces apareció Yeltsin, un líder impredecible, senil y en permanente estado de ebriedad, y terminó de arruinarlo todo: amenazó confusamente con bombardear a la China y la India si no terminaba el disparate, y ése fue el momento en que un aterrorizado Bill Clinton debió subir el nivel de alerta de su dispositivo misilístico y advertir a todo el mundo que habría "graves consecuencias" si la película de terror no se rebobinaba. Pero el problema era exactamente ése: que, una vez puesta en marcha, esa película es imposible de rebobinar.

Lo que se ha leído no ha ocurrido. Todavía. Pero conviene anticiparse, como en general a todo. Y aquí --guerra nuclear universal-- aún más.

La moral que deja este pequeño ejercicio de Estado Mayor que hemos hecho no es que el mundo debe marchar concorde y alegremente hacia el desarme nuclear absoluto. Primero, porque semejante cosa es imposible: aun si todos los hombres se dieran la mano en ese punto, la tecnología de la bomba seguiría viva y no hay garantías de que alguien no pudiera ejercitarla de nuevo. La bomba no se puede desinventar. Además, la teoría política clásica enseña que el hombre es malo por naturaleza. Se la podrá discutir, pero algo es innegable: tiene las virtudes de la prevención. Entonces, mejor estar armados con un instrumento de destrucción masiva --por horrible que esto pueda sonar-- a amanecer una mañana junto a Hitler o a Saddam Hussein. Pero esto tampoco significa que hay que aceptar a India y Pakistán en el club nuclear, porque ello abriría la puerta a que cualquier monigote macabro --como el indio Vajpayee-- puede tener la bomba.

No: la moral de todo esto es que vivimos en un mundo de opciones imperfectas. Y que así como un día --con lo de Yabrán-- descubrimos con espanto que estábamos casados con la Mafia, tenemos que asumir ahora que la bomba está para quedarse. Y no podemos destruirla: solamente administrar el peligro que representa.

 

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