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ASI ES LA SELECCION ARGENTINA

UNA SEÑORA MUY HISTÉRICA

Promete pero no cumple, más que jugar se opone al rival. Ganó, conserva sus chances al título, pero deja calentitos a todos.

 

 

Batistuta se escapa a la marca de Nanami hacia el gol argentino.

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Por Daniel Lagares
Desde Toulouse

t.gif (67 bytes)  Cuando se abran las puertas del convento de L'Etrat, se escuchará la historia oficial, pero lo que queda aquí, en las orillas verdes del río Garona varias horas después del 1-0 del debut, es un menjunje de sabores opuestos. Se ganó, pero...

Esta selección da el número de teléfono, pero después no atiende.

Invita a dar una vuelta con ella y, cuando llega el momento de decir "¿puedo subir a tomar un café?", se excusa con elegancia y te deja en la puerta como un gil. Y entonces provoca dudas: ¿Será como parece? Los pantalones le quedan bien pero, ¿no se le caerá la estantería cuando se los saque? Es amable, ¿pero se levantará de buen humor a la mañana? Después de una primera cita, uno cree que la próxima será mejor, que llegará el momento de concretar, de terminar con ese ida y vuelta histérico que excita y deprime.

Ratificó todo lo que se presumía de ella. No juega, se opone al rival. Piensa poco porque no tiene quien piense y, si el que piensa es Verón, se complica, porque Verón no tiene resueltas cuestiones elementales del fútbol: juega siempre igual y el fútbol tiene momentos, tiene climas, tiene matices. Pero el problema no es Verón; el problema es que este equipo no está armado para jugar sino para responder, para rendir, para cumplir. Por lo que se vio hasta ahora y por el tiempo que tiene para crecer, sus posibilidades de progresar en el Mundial están intactas. Otra cosa es que guste o luzca. Quizá, después de todo, uno es demasiado impaciente y le exige a aquella mujer de los vaivenes que sea como no es.

Con paciencia oriental, Akita fue sobre Batistuta; Nakanishi sobre Claudio López; Nanami encima de Ortega redoblado por Soma cuando soltaba a Zanetti; Narahashi en lucha cuerpo a cuerpo con Simeone; Ihara libre en el fondo; Yamaguchi sobre Verón; dos misiles como Jo y Nakayama siempre lanzados y Nakata manejando la pelota con criterio pero con pocos compañeros para asociarse. Era tan previsible lo de Japón como fue lo de la selección en los primeros quince minutos: cuidar la pelota y buscar la salida por afuera, pero sin ninguna posibilidad de encontrar a Batistuta por el medio ni los espacios para los pelotazos a López.

Si seguían así, podrían jugar dos o tres horas igual. Había dos llaves: que entrara Gallardo o que se empezaran a mover Verón y Zanetti. Cuando estos dos comprendieron que no podían cortar, entregar y mirar, cambió el partido porque coincidió con la movilidad de Batistuta, López y Ortega aunque el jujeño anduvo peleado con la pelota.

La selección no había creado situaciones claras, pero en la primera que tuvo, Batistuta concretó. Funcionó otra vez: mínima inversión, máxima rentabilidad. Así se juega a fin de siglo, así se vio en lo que va del Mundial, así lo hizo Argentina. Pero la del gol no fue una jugada de desequilibrio sino producto de la fortuna del rebote y del oficio goleador de Batistuta. La jugada clave fue la siguiente, cuando sí hubo gran circulación: Batistuta, Ortega, Verón, Simeone centro, cabezazo de Batistuta, palo, cabezazo de López y Kawaguchi encontró la pelota cuando volvía de ir a buscar el primer frentazo de Batistuta. Ahí apareció esa mujer de los sueños, la que logró la perfección, precisión en velocidad, la que prefirió el riesgo del juego a la seguridad de lo correcto. Ahí apareció la mujer de los sueños.

Pero después apareció la otra. La que manejó la pelota y el terreno, pero no supo crear la cantidad de situaciones necesarias que, por decantación, llegara el segundo gol. Una cosa es acercarse al área pero otra es poner mano a mano un hombre con el arquero. Y, lo peor, cuando lo puso, no pudo definir. Y como la selección no podía dar el golpe final, sufrió porque pasó de un primer tiempo aceptable con quince minutos brillantes a un pobre segundo período con errores de principiantes, conceptuales y técnicos. Para colmo, la salida de Sensini, el mejor de la cancha por escándalo, sembró de pánico a una defensa que él había sostenido sin necesidad de ayuda y que quedó desamparada y a la intemperie durante una tormenta de japoneses que iban y venían. Sin embargo, el empate sólo podía por llegar por un error argentino o en esa previsible arremetida de los minutos finales si los japoneses encontraban un regalo parecido al obsequio que ellos le habían dado a Batistuta.

Y así se fue el primer encuentro con esa mujer que quita el sueño. Uno pagó el café y se quedó sentadito viendo cómo se iba por la veredita de Toulouse. Tiene buena figura, le queda bien ese peinado, camina lindo, huele bien, ¿pero no será una de esas que prometen y después no te dan ni un piquito?

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DE LA MANO DE DIOS AL DEDO DEL DIABLO

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Por D.L.,
desde Toulouse

t.gif (67 bytes) De la mano de Dios al dedo del Diablo parece escribirse la historia de la selección en los Mundiales. Una jugada tonta, un pelotazo perdido dio en el anular izquierdo de Roberto Sensini que se tuvo que ir antes de la cancha, cuando había sido el mejor de la tarde. Zanetti y Batistuta un escalón abajo, Verón con altibajos demasiado pronunciados y Ortega intentando siempre, fueron las caras más visibles de un equipo que se fue victorioso pero sin convencer del todo. Lo que sigue es el trabajo de cada uno visto desde la tribuna:

* Carlos Roa (6): Para un arquero, lo fundamental es que sus compañeros confíen en él y Roa siempre dio la sensación de seguridad. No tuvo pelotas difíciles y bajó todos los centros. En ese cabezazo de Akita tenía la situación controlada, incluso que se lanzara Soma a buscar el toque sobre la raya.

* Roberto Ayala (5): Anduvo bien marcando y barriendo pero bastante mal cuando sacó apurado. Se le fueron todas afuera. En el segundo tiempo le puso una pelota larga a Batistuta para el contrataque que pudo terminar en el segundo gol. Primer examen con un aprobado, ahí nomás.

* Nelson Vivas (6): Fue encima de Jo y lo controló siempre aunque a veces calculó mal el anticipo y terminaba haciendo foul. Con un inflexible como el holandés Van der Ende, pagó siempre.

* Roberto Sensini (8): Una lección de lo que debe ser un defensor moderno. Hizo stopper sobre Nakayama y ganó siempre, arriba, abajo, en los costados, en el mano a mano, esperando o saliendo. Su gran actuación hizo que se vieran mal los errores de Ayala. Daba la sensación de que todos los ataques japoneses iban a terminar en su poder, como si atrayera la jugada y la pelota.

* Javier Zanetti (7): Fue el único que encaró siempre a la defensa rígida y estructurada de los japoneses. Cuando él empezó a marcar el surco y a mostrarse para tocar con Verón y Ortega por derecha, la selección comenzó a desequilibrar. No fue claro cuando llegaba al final para meter el centro atrás.

* Matías Almeyda (5): Corrió mucho pero no siempre con criterio. Debe ser él quien ordene al resto, pero los gritos llegaban de Sensini o de Batistuta. Nunca pudo tomar a Nakata. Anduvo bien con la pelota.

* Diego Simeone (5): Por más vueltas que se le dé al asunto, es más jugador cuando es decididamente volante y no cuando se transforma en lateral-bis. Por su lado Nakata metió infinidad de pelotazos, de su lado llegó ese gran enganche de Nakanishi que terminó en centro, remate al gol y despeje de Vivas. Sí fue importante cuando se juntó para tocar o cuando apareció en el área rival. Ahí pesa más.

* Juan Verón (5): Tuvo un gran mérito: pidió siempre la pelota. Pero no puede perder tantas en el momento menos indicado del partido. Por condiciones naturales es el eje de todo el circuito ofensivo pero esos cortocircuitos interrumpen el ritmo y detienen al equipo. Pudo ser la gran figura, hacer girar a todo el equipo a su alrededor pero sus imprecisiones contagiaron al resto.

* Ariel Ortega (5): Como la Bruja, tiene su mérito. Siempre quiso jugar, no se borró nunca y aunque la gambeta se le quebraba siempre, siempre intentaba de nuevo. Eso se llama personalidad, aunque su fútbol no haya aparecido.

* Claudio López (5): Una amenaza constante, pero ninguna concreción. Tuvo mala suerte --es justo decirlo-- con ese cabezazo que cayó en manos del arquero cuando ya era el segundo gol. Cuando el equipo se pare para contraatacar, lucirá más. Así, por su falta de claridad, choca cuando debe resolver en espacios reducidos.

* Gabriel Batistuta (7): Lo suyo es claro. La primera que tuvo fue gol, la segunda dio en el palo, la tercera, de cabeza, murió en las manos de Kawaguchi. Impresiona y achica a los rivales, es una oferta constante para sus compañeros.

* Balbo (5): Buena prueba pero en poco tiempo. Es un delantero de mucha calidad y aventaja a López en su experiencia, aunque es menos veloz.

* Chamot (5): Ni él esperaba entrar. Lo hizo en el peor momento del equipo y nunca terminó de acomodarse. Le tocó la tarea sucia, sacarla lejos cuando los japoneses se jugaban el resto.


PASSARELLA EN EL VESTUARIO

"Estoy satisfecho a medias"

 

Por D.L.
Desde Toulouse

 

 t.gif (67 bytes) Estas son las frases más destacadas recogidas después de la victoria:

 

* "Estoy satisfecho a medias, ya que hicimos algunas cosas bien y otras cosas mal. Las cosas buenas las hicimos en el primer tiempo, cuando tuvimos situaciones para definir el partido y no pudimos. En el complemento estuvimos imprecisos con la pelota y no tuvimos cambios de ritmo". (Daniel Passarella.)

 

* "Estoy contento, todo el equipo lo está porque fue un partido difícil y ganamos tres puntos fundamentales". (Gabriel Batistuta.)

 

* "Nos complicaron un poco por los nervios del debut, aunque no nos crearon ni una situación clara de gol. Ahora tenemos que pensar sólo en Jamaica, sin dudas hay que mejorar para el próximo domingo". (Diego Simeone.)

 

* "Yo me voy conforme. Estábamos ansiosos por empezar, ganamos pero podemos mejorar. Japón es un equipo que corre mucho y marca bien. Acá nos estamos jugando nuestro prestigio y el del fútbol argentino". (Ariel Ortega.)

 

* "Teníamos que cuidarnos con el contragolpe y hacer lo nuestro. Si entraba el cabezazo en el palo de Batistuta o el que me tapó el arquero a mí en la misma jugada, el partido hubiera cambiado". (Claudio López.)



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