Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


El 007, o ese gran amarrete
Un ex KGB hace huelga de hambre en Londres. Pero no contra su ex empleador sino contra el MI5, que le debe plata.


t.gif (67 bytes)  na26fo01.jpg (8689 bytes)Un desertor del KGB está por empezar una huelga de hambre frente a las cámaras del Parlamento. Pero no está tratando de llamar la atención hacia las horribles prácticas de su ex empleador. Ni siquiera está protestando contra las condiciones en los campos rusos de prisioneros, de los que tiene una experiencia de primera mano. Está protestando contra el trato que recibió del MI5, la agencia de inteligencia interna de Gran Bretaña.

Después de más de 10 años de entregar secretos a Occidente, y a seis años de haber sido liberado de un campo de trabajos forzados situado 2000 kilómetros al este de Moscú, Viktor Makarov vive en un departamento de un ambiente en Bournemouth, en el sur de Inglaterra. Recibe un cheque semanal de beneficencia por 25 libras (o 45 dólares). "No tengo una pensión de ningún tipo --dice--. Me prometieron una pensión y luego rompieron todas sus promesas." Después de que el MI6, la agencia de inteligencia exterior de Gran Bretaña, lo escoltara fuera de Rusia --vía Letonia, Estonia y Finlandia--, arribó a Gran Bretaña a comienzos de 1992 y cayó bajo la responsabilidad del MI5. Dice que le garantizaron que le darían los medios para vivir "no como un lord, pero sí como el ciudadano promedio".

Pudo haber sido más fácil, se lamenta, si hubiera sido un mecánico, incluso un cantante de ópera. Pero era un analista de claves especializado en griego moderno, una especialidad con poco mercado.

Primero lo alojaron en Barnes, en el oeste de Londres, en una casa aprobada por el MI5, y después lo trasladaron a Cornwall. Sintiéndose descuidado, se "escapó" --como elige decirlo-- a Norwich, para vivir con un exiliado ruso a quien había conocido en la Iglesia Ortodoxa Rusa en Londres. Empezó a sufrir de depresiones graves. Pasó breves períodos en hospitales psiquiátricos.

Makarov, de 43 años, se incorporó al KGB en 1975, tras estudiar en la escuela especial de la agencia. Fue asignado al 16º Directorado de ala KGB, cuya misión era quebrar los códigos secretos de las embajadas extranjeras. Allí descubrió que sus colegas del KGB estaban leyendo mensajes en código sobre la OTAN y el Mercado Común Europeo enviados por los gobiernos alemán, italiano y canadiense a sus embajadas en Moscú. Para entonces, se estaba cansando de prestar servicios a lo que llama "un régimen criminal". Descubrió que su abuelo, un sacerdote de pueblo, había sido fusilado durante las purgas de Stalin. En 1985, le pidió a su novia, una intérprete, que se acercara a un empresario británico que estaba en Moscú para asistir a una feria comercial.

La novia de Makarov le dijo al empresario que el KGB estaba leyendo muchas de las comunicaciones secretas de Occidente y que ella le podía presentar pruebas. Según Makarov, el empresario dio la impresión de que no le creía. Seguidamente Makarov y su novia se acercaron a un empresario australiano, que alertó a su gobierno, el que a su turno convenció al MI6 de que la oferta era genuina. Makarov empezó entonces a pasar más secretos al MI6, incluyendo el modo en que el KGB se las arreglaba para descifrar telegramas británicos encriptados.

Makarov dice que el MI6 le prometió, como recompensa, sacarlo de la Unión Soviética. Pero en 1987 fue arrestado después de haber sido traicionado por un amigo. Fue sentenciado a 10 años en el siniestro campo de trabajos forzados Perm-35. Las condiciones bajo Gorbachov eran mejores que lo que siempre fueron, pero aún así resultaban extremadamente duras. "Nos daban trabajo especialmente pensado para dañar nuestros nervios", dice Makarov en su media lengua. En invierno, era cosa de congelarse.

La glasnost de Gorbachov permitió que un equipo de la televisión francesa filmara las condiciones de vida en el campo. Makarov fue uno de los primeros que habló a los periodistas occidentales. "Cuando no hay dignidad --les dijo-- no hay fuerza."

A comienzos de 1992, Makarov fue liberado en una amnistía ordenada por Boris Yeltsin. En Gran Bretaña, le dieron una suma de dinero de unas 12.000 libras (o 20.000 dólares) para que se reubicara. Para 1995, el dinero se le había acabado. Entonces, le dieron una suma adicional de 5000 libras (8300 dólares). El MI5 le dio algo de equipamiento casero, una bicicleta y dinero para que siguiera un curso de computación, pero todavía nada que se le pareciera a una pensión regular. Makarov llevó su caso al Comité de Inteligencia y Seguridad del Parlamento, que le sugirió que fuera a los tribunales de los servicios de seguridad e inteligencia. Estos tribunales rechazaron sus quejas.

Makarov pasa su tiempo haciendo trabajo voluntario, y cuidando flores para la municipalidad de Bournemouth. No ha visto a su novia desde que fue arrestado, pero cree que el MI6 sabe dónde está. "Nadie está cerca de Makarov, nadie cuida de él --dice Oleg Gordievsky, otro desertor como él--. No puede hallar su paz. Y nadie sabe qué hacer con el tema."

PRINCIPAL