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Dos partidos de fútbol hicieron nacer a Croacia

Los enfrentamientos de 1990, entre el Hajduk Split croata  y el Partizan serbio, y el Dinamo Zagreb ante el Estrella  Roja, encendieron la mecha de la partición de la ex Yugoslavia.

Davor Suker ha tomado muy seriamente el papel político de su selección.
“El fútbol es el mejor instrumento político” dice.

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t.gif (67 bytes)  “Si no hay aviones, viajaremos en auto” dijo Lionel Jospin cuando los pilotos de Air France se declararon en huelga, unos días antes del Mundial. Aplicó la misma política que en el ‘95, cuando los transportes terrestres paralizaron el país con la huelga de trenes, buses y Metro. Millones de franceses con la panza llena y las necesidades básicas satisfechas se montaron alegremente a patinetas y bicicletas. Las dos veces el primer ministro desactivó la protesta y Francia siguió su vida. Reclamos y política de Primer Mundo.
Croacia empezó a desprenderse de Yugoslavia a partir de un partido de fútbol y desde el fútbol busca una victoria política. Necesidades y soluciones del Tercer Mundo. El 13 de mayo de 1990, el Dinamo Zagreb recibió al Estrella Roja, de Belgrado. Unos días antes, el partido nacionalista croata HDZ había ganado las elecciones regionales. El clásico yugoslavo terminó en batalla campal trasladada a las tribunas donde croatas y serbios dirimieron antiguas y demoradas diferencias. Hubo 61 heridos, cientos de detenidos.
Boban puede dar fe de aquel día: lo suspendieron por seis meses y lo expulsaron de la selección de Yugoslavia a causa de su activa participación en los incidentes. Unos meses después, en un partido entre el Hadjuk Split croata y el Partizan de Belgrado, serbio, hubo una nueva guerra: “Slobo, aquí tenemos el cuchillo, ven a buscarnos” cantaban los hinchas croatas a Slobodan Milosevic, el presidente serbio de mano dura. Luego, en medio de la cancha, cuando el partido ya había sido suspendido, los locales quemaron una bandera yugoslava. Esos dos episodios fueron la puesta en blanco sobre negro del antiguo conflicto que por entonces se curaba con aspirinas. La vieja Federación fundada por Tito ya no podía controlar el territorio nacional. Quedó demostrado en los estadios de fútbol y la demostración de fuerza llevó a los croatas a votar el referéndum del 19 de mayo de 1991 por el cual se independizaban de Yugoslavia. Era, también, la declaración de guerra.
El acceso a las semifinales del Mundial es leído en Zagreb en clave política. La televisión nacional abrió su edición del día posterior al triunfo sobre Alemania con una encuesta: Croacia era conocida por el 5 por ciento de los habitantes de la Tierra antes del Mundial, “pero gracias a la extraordinaria actuación de nuestro equipo” el porcentaje trepó al 15. Dato cierto o inventado, demuestra las intenciones del poder.
La utilización del deporte no es nueva en Croacia. “El fútbol es el mejor instrumento político” afirmó Davor Suker a la prensa internacional, minutos después del triunfo sobre los alemanes. Suker y Boban trabajaron en la campana del HDZ del ‘95 que encumbró definitivamente en el poder croata al general Franjo Tudjman. El hombre de lentes que esta noche compartirá el palco de honor del Stade de France con la flor y nata del fútbol mundial, asegurándose de que su cara recorra el mundo en millones de televisores, es un antiguo general del ejército yugoslavo que abandonó la milicia “por el llamado de la patria”, según dijo hace unos años.
Tudjman siempre estuvo cerca del deporte. Cuando llegó al gobierno del nuevo país, le ofreció el ministerio del área al actual entrenador Miroslav Blazevic, nacido bosnio con pasaporte suizo y corazón croata. Aunque no aceptó la propuesta del presidente, Blazevic sigue perteneciendo al círculo íntimo de Tudjman. Antes de venir al Mundial ambos se fotografiaron haciendo jueguito, en la despedida de Tudjam a sus nuevos guerreros de la pelota. Entendido como instrumento de poder, Tudjman echó mano al fútbol. Cambió el nombre del tradicional Dynamo Zagreb, un símbolode la Yugoslavia socialista, por el de Football Club Croatia y ordenó a las principales empresas convertirse en sponsors del club.
La aerolínea nacional, la aseguradora, el banco y la firma farmacéutica más importantes son patrocinadores por una decisión del Consejo de administración que encabeza Suad Rizvanbegovic, amigo de Tudjman y además presidente de la Federación de Tenis. El antiguo presidente del Dynamo, Branko Miksa, ahora es presidente de la Federación de fútbol pero antes debió afiliarse al HDZ. El presidente del club Rijeka, Zvovinir Sarinic, es el jefe de gabinete de Tudjman. O tal vez viceversa.
En Croacia y sin el guiño del presidente, no se puede hacer carrera en el deporte, como atleta o dirigente. Nadan Vudisevic fue ministro de Economía por un lapso breve, pero sus diferencias con Tudjman lo alejaron del gobierno y se afilió al HSLS, el partido liberal y opositor. Vudisevic es presidente del Hadjuk Split que, curiosamente, no encuentra banco que le otorgue préstamos ni patrocinador para su camiseta.
El entrenador Blazevic sabe bien lo que se juega esta noche frente a Francia. “Mi pequeño y valiente pueblo ha sido masacrado durante la guerra pero ha encontrado su identidad en el fútbol. Mis jugadores y yo los representamos, por eso nuestro compromiso no es sólo deportivo, es político”. Mientras Blazevic y sus muchachos intentan desbancar al gran favorito, arriba, en el mejor lugar de los palcos está Franjo Tudjman. Y a su lado Lionel Jospin, la otra cara del mundo.

 

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