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RENUNCIO CARLOS RODRIGUEZ, VICE DE ECONOMIA, POR LAS DISPUTAS EN EL PJ
Roque cargó con los platos rotos

El dictamen de comisión aprobando la reforma impositiva en Diputados fue tan sólo una formalidad. Recortaron aspectos centrales del proyecto, provocando la ira de Economía. El vice pegó un portazo, acusando al ala política de hacer ingobernable la economía. La debilidad quedó en evidencia.

Carlos Rodríguez, el hombre fuerte, frontal y locuaz del equipo económico se fue "hastiado".
El bloque justicialista lo celebró como una victoria, pero su partida sólo refleja el nivel de los desacuerdos.

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Por Raúl Dellatorre

t.gif (67 bytes) Carlos Rodríguez, viceministro de Economía, pegó ayer un portazo. La agitada despedida del número dos de Roque Fernández empezó el martes a la noche, cuando en el Palacio de Hacienda se tomó conocimiento de que la reforma tributaria sería "descuartizada" en el dictamen que aprobaría pocas horas después el bloque justicialista en la Comisión de Presupuesto y Hacienda. Ante la afrenta, asumió una posición intransigente. "Si es así, yo renuncio", lanzó no sin dejar de hacer alusiones a la supuesta irresponsabilidad del ala política del partido oficial que, a su juicio, está haciendo inmanejable la economía por el clima de ebullición política que genera. Permanecerá en su cargo de secretario de Política Económica hasta el 1º de agosto, para atender a la misión del FMI que llega a revisar las cuentas fiscales. Luego, le dejará ese puesto a Rogelio Frigerio (nieto), de 28 años, actual subsecretario de Programación Regional. Como viceministro ejercerá Pablo Guidotti, a cargo además de la Secretaría de Hacienda.

El viceministro de Economía es la primera víctima de la disputa entre menemistas y duhaldistas en el seno del poder oficial. Su salida confirma, por otra parte, que el supuesto acuerdo al que se había arribado en la reunión de la quinta de Olivos, el martes por la mañana, entre el presidente Carlos Menem y los legisladores justicialistas para apurar el dictamen de comisión de la reforma tributaria, era sólo ilusorio. El dictamen salió, pero en base a un desguace de la propuesta enviada por Economía al Congreso que la invalida por completo frente a sus objetivos iniciales.

"Nosotros cumplimos: comprometimos que salía el dictamen y salió, aunque no sea en los términos que Roque quería, así como tampoco está comprometida una fecha para su aprobación en el recinto", comentó ayer ante Página/12, con un dejo de sorna, uno de los operadores del bloque justicialista. Al ser consultado acerca de si el presidente Menem estaba al tanto de los términos en que se aprobaría la reforma tributaria, el operador respondió "no creo que Menem, después de la reunión en Olivos, no se haya enterado", y pidió no hacer más comentarios al respecto.

La mínima victoria de haber sacado a Carlos Rodríguez del camino era celebrada con euforia por los diputados más menemistas. "Hoy es un día peronista", celebraba puertas adentro de los despachos justicialistas la diputada Elsa Melogno, "es un problema menos para el justicialismo, porque cada vez que abría la boca perdíamos votos", señaló apuntando al renunciante viceministro.

En rigor, más que un triunfo de un sector u otro del justicialismo, el sacrificio de una pieza grande de los trebejos de la conducción económica muestra la debilidad en que se encuentra sumido el Ejecutivo y, en particular, su Ministerio de Economía. La inoperancia demostrada por el equipo de Roque Fernández para combatir la evasión, mantener la recaudación cuando la economía no está en auge y para evitar las maniobras de triangulación financiera de las multinacionales para eludir sus responsabilidades frente al fisco, quiso ser resuelta por una profunda reforma impositiva, pero lanzada en su peor momento político.

El impulso dado por el Ejecutivo al proyecto de reforma impositiva fue entendido, en su oportunidad, como el resurgimiento de la figura de Roque, pero la interpretación no se compadecía con la realidad. La generalización del impuesto al valor agregado enojó a los holdings de prensa y a los exegetas de la medicina prepaga. El impuesto a los intereses de préstamos externos irritó a los grupos económicos con filiales en paraísos fiscales y el impuesto a los activos (piso mínimo para el impuesto a las ganancias) volcó en su contra a muchas empresas que directamente ignoran la existencia de un gravamen sobre sus utilidades. Con tantas presiones en juego, no es de extrañar la negativa del Congreso a votar la reforma.

Las descalificaciones de Carlos Rodríguez hacia los legisladores y funcionarios políticos en disputa por la sucesión presidencial reflejaban la opinión del establishment, que ninguno de sus conspicuos miembros se animaba a pronunciar en público. "Es muy difícil manejar la economía de un país en donde no sólo hay ebullición política interna sobre quién nos va a suceder, sino que también está en duda qué sistema laboral y tributario vamos a tener", dijo el renunciante en un reportaje publicado por Clarín el último martes.

Un alto funcionario del Palacio de Hacienda le comentó ayer a este diario que Rodríguez estaba "hastiado" de las internas políticas, pero que nadie le pidió la renuncia. Y hay que creerle. El juego de pinzas armado por la disputa Menem-Duhalde, las presiones políticas en el Congreso y de sectores del propio Ejecutivo que no quieren perder capacidad económica en medio de esta lucha, no reclamaba su cabeza. Sí, en cambio --y Carlos Rodríguez lo dijo con sus propias palabras--, hicieron "inmanejable la economía". Ahora Roque deberá seguir solo, con el mismo cuadro de situación pero sin su principal escudero.

 

La debilidad
Por Sergio Moreno

Desde que Domingo Cavallo cruzó el umbral del Palacio de Hacienda, ninguna de las medidas que emanaron desde el Ministerio de Economía supo satisfacer las expectativas, deseos o intereses de los diputados nacionales del oficialismo. La eyección del Mingo del poder no varió demasiado el ánimo de los legisladores para con su sucesor, Roque Fernández, y menos aún para con la mano derecha de su sucesor, el renunciado Carlos Rodríguez.

Muchas veces los funcionarios del equipo económico de turno enviaron sus mensajes de dureza y ajuste a través de los medios, por lo general antagónicos a los pareceres de los diputados peronistas. Pero, hasta ahora, ninguna palabra había sido el desencadenante de una renuncia. Rodríguez, en un reportaje publicado anteayer, dijo que la interna del PJ complica el manejo de la economía, y marcó sus diferencias con los diputados peronistas con respecto al proyecto de reforma tributaria que unos y otros intentaban imponer. Rodríguez dejó su cargo.

¿Fue por lo que dijo? Sería ingenuo creerlo. La salida del enfant terrible de Roque es, ni más ni menos, una muestra de debilidad. No de Roque, ni siquiera del equipo económico, sino del propio Carlos Menem.

Con Cavallo o Fernández las medidas más duras tuvieron destino una vez que el Presidente compraba la idea. Se aprobaban en el Congreso (vía Bauzá-Matzkin o Rodríguez-Roggero) o, si se ponía muy espeso el tratamiento, a través de los decretos de necesidad y urgencia, a los que el Presidente es afecto.

La fortaleza con la que el Gobierno torció las voluntades más díscolas de los integrantes del bloque oficial --independientemente de su alineamiento interno-- hoy es un recuerdo. El nuevo escenario político muestra a Menem preocupado por la gobernabilidad, negociando las leyes que desea promulgar con sus propios diputados, mientras hace equilibrio para mantener la cohesión de su bloque que tiene apenas 16 diputados más que el de la Alianza. Todo ello enmarcado en la interna más feroz que ha conocido su administración.

"Hoy es un día peronista", dijo una ignota diputada del PJ cuando se conoció la renuncia de Carlos Rodríguez. En la Casa Rosada no piensan lo mismo porque, se sabe, en ese asunto --el peronismo-- nunca coincidieron con sus diputados.

 


 

Aunque desgajada, la reforma tributaria tiene dictamen

Oscar Lamberto, presidente de la Comisión de Presupuesto y Hacienda de la Cámara de Diputados.Prometen convertir en ley la reforma en tres semanas, aunque existen dudas sobre la convicción del bloque.

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Por David Cufré

t.gif (862 bytes) La Comisión de Presupuesto y Hacienda dio ayer dictamen a la reforma tributaria. Las divergencias en el bloque oficial hicieron que se dejara de lado, al menos por el momento, la generalización del IVA. Los diputados sabían que esa decisión podía determinar la renuncia del viceministro de Economía, Carlos Rodríguez, quien en los últimos días se había mostrado inflexible a que el proyecto oficial se siguiera desfigurando. Antenoche, cuando Oscar Lamberto, presidente de aquel cuerpo, le comunicó a Roque Fernández que el dictamen saldría sin la ampliación del IVA, Rodríguez se enfureció. Los diputados lo supieron, pero priorizaron el compromiso asumido ante Carlos Menem de que el despacho fuera emitido ayer mismo.

En la conferencia de prensa en la que comunicó su alejamiento, Rodríguez remarcó que la interna en el justicialismo complica la gobernabilidad. Aunque no incluyó este factor como uno de los determinantes de su renuncia, lo cierto es que el fastidio que le genera fue fundamental para su decisión. "No hay dudas" de que la discusión por la reelección "puede afectar la sanción de leyes importantes", afirmó Rodríguez, dado que con este escenario "se hace difícil negociar".

En cuanto a la generalización del IVA, Fernández remarcó que los diputados de Presupuesto y Hacienda se comprometieron a incluirla en un nuevo dictamen, dentro de los próximos diez días. Por lo tanto, cuando la reforma llegue al recinto, este punto formará parte del proyecto. Si no fuera así, el jefe de Economía dijo que pedirá que la iniciativa sea retirada del Congreso. "El objetivo de la reforma es reducir las cargas patronales para fomentar la creación de empleos. Pero no podemos reducir los impuestos al trabajo si no tenemos garantizada la recaudación", sostuvo el ministro.

Uno de sus subordinados, el subsecretario de Política Tributaria, Guillermo Rodríguez Usé, puntualizó que sin el IVA a la televisión por cable, las tapas de revistas, la medicina prepaga y la publicidad, y sin el aumento de impuestos internos --mutilado anteriormente de la reforma en el Congreso-- el Estado dejará de recaudar 1400 millones de pesos, sobre los 3100 millones proyectados cuando se elaboró el proyecto. Ante la sospecha de que la generalización del IVA finalmente quedará al margen, Lamberto señaló que "la única garantía es el compromiso que (los diputados) tomaron en incluirla". No obstante, hasta el momento la

negativa rotunda de Alberto Pierri a que el IVA alcance a la TV por cable hizo imposible aunar voluntades en el bloque oficial. Como señaló Rodríguez, la interna en el peronismo dificulta la resolución de conflictos. Y ello hace incierta la sanción de la reforma en la Cámara baja, por más que Lamberto haya comentado ayer que eso podría ocurrir en tres semanas.

El dictamen dado ayer por la Comisión de Presupuesto y Hacienda incluye el aumento de la alícuota de Ganancias del 33 al 35 por ciento, el impuesto de 1 por ciento a los Activos (con un tratamiento especial para las inversiones y las empresas que registren pérdidas, quienes gozarán de un lapso de cuatro años para comenzar a abonar el impuesto), el gravamen a los intereses de los préstamos bancarios y de las Obligaciones Negociables (que serán deducibles de Ganancias) y la reglamentación de los precios de transferencia y de renta mundial. También figura una autorización al Poder Ejecutivo para reducir la tasa general del IVA en un 25 por ciento, hasta el 15,7, pero esto siempre y cuando aumente la recaudación. En los términos actuales, la merma parece una utopía.

El otro punto es la rebaja de aportes patronales, desde el 17 al 10 por ciento. La reducción será por etapas, de acuerdo a cómo vaya evolucionando la recaudación. En tanto, los gobernadores justicialistas fijaron ayer su posición respecto a la reforma. Dieron un contundente aval a la generalización del IVA, aunque hicieron reclamos a Fernández sobre cambios en el proyecto que favorezcan a las provincias.

Sin temores

La renuncia de Carlos Rodríguez sorprendió ayer a la city cuando los mercados ya habían cerrado y con los operadores dejando sus puestos de trabajo. La sensación en los bancos y en las casas bursátiles es que Roque perdió un alfil en el tironeo con el ala política del Gobierno. Que sin Rodríguez, Economía perderá fuerzas para imponer sus ideas en el plan económico. Pero que, paradójicamente, la inesperada partida del más verborrágico hombre del Palacio de Hacienda no impactará en la Bolsa cuando cerca del mediodía se inicien las operaciones. Analistas consultados por Página/12 estimaron que los inversores seguirán, como desde hace tiempo, mirando casi exclusivamente la performance de los mercados del exterior antes de decidir. "Durante las dos últimas semanas la política envió malas señales a los mercados. Pero desde hace rato la política va por un carril y la economía por otro", relató un agente bursátil.

 


 

DICTAMEN DE DIPUTADOS A FAVOR DE LA REFORMA LABORAL
La flexibilidad, más cerca

t.gif (862 bytes) Los diputados justicialistas atendieron el pedido de Carlos Menem y ayer rubricaron el dictamen del proyecto de reforma laboral. Con la aprobación de la Comisión de Legislación del Trabajo de la Cámara baja, la iniciativa oficial está lista para ser debatida en el recinto. Cuando esto suceda, posiblemente a principios de agosto, la reforma planeada por Erman González necesitará de la mayoría del PJ para convertirse en ley. La derogación de los contratos promovidos y la modificación del actual sistema de indemnizaciones figuran como ejes del proyecto que ya tiene media sanción en el Senado.

Con el visto bueno que los legisladores oficialistas le dieron ayer, la reforma laboral está a un paso de convertirse en ley. Es lo que Carlos Menem les había pedido durante la reunión que mantuvieron en Olivos. Una hipotética profundización de la pelea entre menemistas y duhaldistas, que derive en el quiebre del bloque del PJ, sería el único escollo que le falta sortear al proyecto del Gobierno, que siguió levantando polvareda hasta ayer mismo. Por caso, el titular de la UIA, Claudio Sebastiani, fue el único diputado justicialista que se opuso a refrendar la reforma. Otros dos peronistas, Ana Mosso y Juan Domingo Zacarías, plantearon disidencias parciales.

Pero fue Domingo Cavallo quien más se encrespó por lo que se estaba aprobando. Tras la exposición de Erman González, obviamente en defensa de la iniciativa, el diputado de Acción por la República calificó el proyecto de "gatopardista", generando un contrapunto con su ex colega en el gabinete. "Para esto es mejor dejar todo como está", disparó. Fue entonces cuando Erman le contestó: "Si Cavallo desde el Gobierno no pudo dar soluciones, cómo las va a dar ahora a través de un proyecto de ley", se preguntó.

La Alianza, por su parte, optó por dejar en pie su propio proyecto y dar debate en el recinto. El eje de la propuesta opositora pasa por mantener el "contrato estable por tiempo indeterminado" como única manera posible de garantizar la estabilidad laboral.

Los principales puntos del dictamen firmado ayer son:

* Deroga todos los contratos promovidos, excepto los de aprendizaje y pasantías, a los que les introduce modificaciones.

* El período de prueba se reduce de 90 a 30 días, y por convenio podría extenderse a 6 meses.

* Indemnización por despido sin justa causa: establece un resarcimiento equivalente a la remuneración de dos días y medio por mes trabajado. Este mecanismo no se aplica a quienes ya estén contratados al momento de promulgarse la ley.

* Establece una indemnización especial --30 por ciento superior a la convencional-- cuando la causa de despido sea por discriminación (sexual, religiosa, ideológica).

* Ultraactividad: convoca a la discusión de los convenios firmados entre 1975 y 1988 y no renovados.

 

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