Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Panorama Económico
Pobrecito el ministro
Por Julio Nudler

t.gif (862 bytes) La teoría es el mercado, la competencia, la desregulación. La práctica es la estrategia de las multinacionales, que desde un cuartel central dibujan el mapa, decidiendo dónde se produce qué cosa o ninguna. Esos esquemas difieren según el sector y responden, en lo grueso y respecto de Latinoamérica, a alguno de los siguientes cuatro tipos.

* El designio de algunas transnacionales consiste en poseer plantas de producción diseminadas por toda América latina. Los mercados donde no tienen ninguna planta los abastecen desde algún otro país de la región. La filial que se quedará con cada una de esas plazas es la que tenga los costos más bajos, probablemente por estar instalada en un país cuya economía aún no se globalizó. Es el caso típico de las industrias de alimentos y bebidas, incluyendo los cigarrillos, porque se trata de productos cuyo precio viene dado. Una salsa o una cerveza tienen valores de los que no es posible apartarse demasiado. La multinacional toma ese precio como un dato y trata de maximizar su ganancia surtiendo el mercado desde donde le resulte más barato producir.

La tradicional presencia de plantas en numerosos países se justifica por tratarse de productos de demanda masiva pero, aun así, con la apertura habrá un proceso de concentración en uno o pocos lugares, y clausuras en los demás. Mientras una economía cerrada les ofrezca la ventaja de dominar un mercado cautivo, mantendrán allí la producción, pero es probable que la abandonen cuando el país en cuestión remueva sus barreras. Al tratarse de productos con marca internacional, la provisión provendrá siempre de alguna filial de la misma multinacional.

* El esquema de otras corporaciones consiste en tener una planta de producción en Brasil y un centro de distribución mayorista en la Argentina (es decir, un gigantesco galpón) o quizás otro país de la región, donde eventualmente puedan conservar otra planta pequeña, dedicada a productos de series cortas (pocas unidades). Este suele ser el caso en sectores más nítidamente industriales. Si esos centros (no productivos sino comercializadores) tienden a establecerse en la Argentina es porque este mercado es mucho más grande que el de cualquier vecino, excepto Brasil.

Hay muchos ejemplos de compañías internacionales cuya organización depende de la matriz estadounidense, donde fabrican los productos tecnológicamente más avanzados. Tienen una filial en Brasil para elaborar el resto de la línea, y la Argentina (donde antes poseían una planta y hoy sólo conservan un centro de distribución y asistencia técnica, con muy poca capacidad de decisión autónoma) y los otros países del área son abastecidos desde afuera. La rama brasileña controla toda Sudamérica: allí --probablemente San Pablo-- toma las decisiones que afectan al conjunto del área, y sólo las discute con la matriz en Estados Unidos.

Si se les pregunta por qué eligieron Brasil como cuartel regional, responden dos cosas. Primero, que en el corto plazo lo hicieron por la política proindustrial de ese país, que implica el acceso a subsidios o protección de alguna clase. Y segundo, porque en el largo plazo es estratégico estar en Brasil dado que ahí reside el gran mercado, independientemente de lo que ocurra con el Mercosur y otros bloques.

* Otra distribución estratégica consiste en tener una planta de producción en Brasil y otra mucho menor --aunque posiblemente bien equipada-- en la Argentina. Son empresas que apostaron claramente a la especialización, dentro de un determinado producto. Este es el modelo de funcionamiento más común en la región. En Brasil las plantas producen todas las series masivas del bien, dirigidas a segmentos de consumo de bajos recursos pero de gran demanda efectiva o potencial. En la Argentina se dedican a modelos más calificados, aunque sin incluir los de mayor nivel, que sólo fabrican en Estados Unidos. De esta manera, las plantas se complementan y no compiten entre sí. Con esta estrategia salen además al mundo, buscando la conquista de mercados donde no tienen fabricación. Es el caso típico de las automotrices o de la línea blanca.

* Quedan empresas con base principal en la Argentina y sin fábricas en Brasil. Este es el modelo de un reducido número de compañías argentinas que decidieron internacionalizarse como manera de sobrevivir en el mercado global. Mantienen aquí el centro de decisión, instalando filiales en otros países, absorbiendo empresas o asociándose con otras, con las que llegan a acuerdos de segmentación de mercado para evitar la competencia. Estas participaciones accionarias pueden no implicar el control, por lo que las decisiones se toman por consenso. En este grupo se encuentran casos de siderúrgicas, cementeras, lácteas, laboratorios farmacéuticos, constructoras y fabricantes de bienes de capital.

¿Qué margen le queda a un ministro de Economía argentino en este mundo donde las estrategias las dictan las multinacionales? Según los entendidos, hacen falta incentivos muy fuertes para poder gravitar en esas decisiones privadas, generalmente tomadas en los países centrales. El único ejemplo que puede exhibir esta década la Argentina es el régimen para la industria automotriz. Pero, por definición, un país de economía chica y fisco débil no puede solventar varios regímenes como ese. En lugar de conceder un trato también privilegiado a otros sectores, la Argentina prefirió inducir radicaciones con una absoluta libertad para la entrada y salida de capitales.

Sin embargo, a medida que parte de éstos entraron para comprar empresas argentinas, que pasaron así a manos multinacionales, la capacidad de decisión emigró junto con la propiedad de esas industrias. En otros casos, cada vez menos abundantes y por lo común ligados a industrias que transforman materias primas locales (lácteos, por ejemplo), subsisten capitales argentinos que todavía no se transnacionalizaron del todo.

En cuanto a las pymes, en este juego de gigantes sólo les queda encontrar nichos donde anidar, funcionando como proveedores de alguna multinacional, de cuya demanda dependerán. Eventualmente, como sucedió con las autopartistas, serán absorbidas por su gran cliente, si a éste le interesa incorporar a su negocio esa producción.

 

PRINCIPAL