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El efecto vodka llegó con un día de atraso

El feriado de anteayer salvó a la Bolsa de Buenos Aires de lacorrida que gatilló la devaluación del rublo. Pero ayer vino el ajuste. Hubo alivio solamente por el leve repunte de los bonos.

El pesimismo de los operadores domina los negocios en la rueda.
El índice de acciones líderes MerVal perdió ayer 2,5 por ciento.

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t.gif (67 bytes)  Por el feriado del lunes, la city digirió con veinticuatro horas de atraso la devaluación decretada por el gobierno de Boris Yeltsin. Por eso, los financistas locales se perdieron ayer el rebote de los precios de las acciones que se dio en la mayoría de los mercados latinoamericanos. En el resto de la región, el derrape había tenido lugar anteayer cuando se conoció la noticia que Moscú cedía a las presiones que en las últimas semanas soportó la moneda rusa. Ayer los papeles empresarios cayeron el 2,5 por ciento.

En San Pablo, en tanto, las acciones avanzaron el 0,4, y en México la suba fue de 3,3. La atención de los inversores internacionales sigue puesta en Rusia. En medio del previsible sacudón en la Bolsa, los operadores, al menos, rescataron un dato que los alivió. Los bonos, que anteayer habían retrocedido entre el 3 y el 5 por ciento, ayer registraron una leve recuperación; se anotó una mejora del 1 por ciento en promedio. La evolución de los títulos públicos es clave en el marco de la crisis. Cuando sus precios caen, se ensancha la brecha que existe con sus similares del Tesoro norteamericano. Y esto implica un aumento en las tasas de interés que devengan los bonos locales. La elevación del denominado riesgo-país encarece tanto el financiamiento que necesita el Gobierno como el de las empresas.

Otra señal que ayer no escapó a los corredores es que, si bien el índice de acciones líderes MerVal terminó negativo en un 2,5 por ciento, gran parte de la rueda se desarrolló por debajo de esa cifra final. Incluso, algunos papeles que cotizan en Wall Street, que ya habían bajado el lunes --como YPF y las telefónicas-- volvieron a perder ayer entre 0,7 y 1,8 por ciento. Ante este escenario, los inversores se mostraron precavidos: apenas se negociaron 21 millones de pesos --casi la mitad que el viernes-- y tanto las AFJP como los fondos comunes de inversión se mantuvieron al margen de los negocios. En lo que va del mes, el MerVal lleva perdido el 20 por ciento.

La recuperación que las acciones insinuaron en los últimos tramos de la sesión estuvo vinculada a las buenas noticias que llegaron desde los Estados Unidos. En Washington, los directores de la Reserva Federal (banca central estadounidense) decidieron mantener sin cambio la tasa de interés de corto plazo. Por más que esa era la resolución vaticinada por los expertos, si el jefe de la FED, Alan Greenspan, las aumentaba, hubiese implicado un incremento automático de los costos que el Gobierno debe pagar cada vez que recurre a los mercados internacionales para financiarse. Frente a esta decisión de la Reserva Federal y al hecho de que la inflación norteamericana continúa apagada --en julio fue del 0,2 por ciento--, Wall Street se anotó una suba del 1,6 por ciento. Los analistas locales no pierden de vista que si la crisis pasa de largo en los Estados Unidos se acrecientan las chances de que la economía argentina salga indemne del tifón asiático.

"La devaluación en Rusia no debería tener implicancias serias para la economía, más allá de una caída momentánea en la Bolsa. No se ve como algo que debería preocupar demasiado fuera de las fronteras de ese país", ensayó ayer el economista Guillermo Calvo. En la misma línea opinó Carlos Pérez, director de la Fundación Capital, alejando la posibilidad de que la crisis vuelva a hacer foco en Brasil. "Nuestro vecino está mejor posicionado que Rusia. Tiene reservas por más de 70.000 millones de dólares como para poder hacer frente a cualquier contingencia", apuntó. A su vez, Pedro Malan, el ministro de Finanzas brasileño, repitió ayer que la economía de su país "no dará sorpresas".

Más que mirar a Rusia, analistas de la city consultados por Página/12 coincidieron en señalar que la clave de la crisis sigue estando en el sudeste asiático. Entre los expertos existe consenso de que los mercados ya habían descontado la devaluación rusa --ayer el rublo cerró a 6,88 unidades por dólar, lo que implicó una depreciación del 9,5 por ciento y las acciones perdieron en promedio también el 9,5 por ciento-- y que la marcha de la economía japonesa marcará a su vez el rumbo de la crisis global.

 

Optimistas a toda costa

El FMI y el banco de inversión norteamericano Morgan Stanley Dean Witter llegaron a la conclusión que la devaluación en Rusia sólo tendrá efectos limitados en América latina. Nicolás Eyzaguirre, director adjunto del Fondo Monetario Internacional, señaló ayer que la crisis en Rusia no afectará de manera considerable a los países latinoamericanos debido a que en la región "los sistemas financieros están saneados y los bancos son sólidos". Por su parte, Ernest Brown, uno de los analistas del Morgan Stanley consideró que la depreciación del rublo "no implicará una mayor amenaza sobre América Latina". Pero, aunque consideró como "pequeños" a los posibles efectos de la crisis rusa sobre la región, estimó que el impacto será "mensurable". Según Brown, el mercado de las materias primas, como el petróleo, el cobre y el acero, será el más perjudicado por los problemas en Rusia. Eyzaguirre, por su parte, añadió que "una amenaza mucho mayor" sería una crisis en Japón, más precisamente, como producto de una continua caída del yen frente al dólar. Esto, aclaró, arrastraría a devaluar a las demás monedas asiáticas.

 


 

INFORME SOBRE LA EVASION EN LAS CARNES
Frigoríficos en negro

Por Pablo Ferreira

t.gif (862 bytes) La evasión impositiva alcanza a casi el 50 por ciento de los 13 millones de cabezas de ganado que faena por año la industria frigorífica. Así, los establecimientos que venden en negro o subfacturan, entre cuyos principales sospechosos figuran los grupos Samid y Guerra, embolsan unos 460 millones de pesos de ganancias extras anuales. La desleal práctica equivale, para los frigoríficos que cumplen, enfrentar competidores con precios de hasta un 27 por ciento más bajos. Estas son algunas de las conclusiones de una investigación dada a conocer ayer por la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC).

El organismo, que comanda Marcelo Garriga, analizó las distorsiones que provoca la evasión en un mercado cuyas ventas rondan los 7000 millones de pesos anuales. Y cuantificó, además, las ventajas competitivas que por ese comportamiento obtienen los evasores. El trabajo ve la luz en un momento en el que la industria frigorífica está solicitando al Gobierno urgentes medidas de saneamiento del mercado, cuyo panorama se ve ennegrecido, adicionalmente, por una retracción en las ventas.

"Es un antecedente muy importante y explica por qué el sector está en una situación crítica", destacó a Página/12 Stella Maris Martínez, gerenta de la Asociación de Industrias Argentinas de Carnes (AIAC). Según estos empresarios, el sector está sufriendo una reducción del 20 por ciento en su faenamiento, la caída de un 35 por ciento en sus exportaciones del primer semestre del año respecto del mismo lapso del año anterior y cierres de establecimiento, desde enero último, con una capacidad de matanza de un millón de cabezas anuales.

El estudio de la CNDC se originó en una presentación efectuada a mediados de 1997 por la AIAC. Esta cámara, que agrupa a los frigoríficos exportadores, había estimado la evasión en 847 millones de pesos. Su cálculo incluía 431 millones por IVA (cifra mayor a los 377 estimados ahora por el Gobierno), 57 millones por falta de aportes de orden ambiental, sanitario y cargas sociales, y 359 millones de impuesto a las ganancias. Este último ítem, sin embargo, fue omitido directamente de la evaluación de la Comisión, una decisión a la que no le encontraron explicación en la AIAC. De todos modos, Martínez consideró "muy positivo que a nivel oficial se admita en primer lugar la existencia de este fenómeno de evasión y que, además, cuantifique no sólo el daño al fisco sino también sus efectos sobre la competencia de la industria organizada". También resaltó que es la primera vez que Defensa de la Competencia, en lugar de investigar un caso específico, hace un análisis general de un mercado.

Según el documento oficial, los métodos para evadir abarcan desde la compraventa de ganado, faena y comercialización en negro (239 millones), la subfacturación (35 millones), a la subdeclaración de los kilos (13) y el cambio de categoría de los animales (21). En este último caso la maniobra típica consiste en hacer pasar vacas por novillos de mayor valor. A estos 377 millones se le suman 30 millones por evasión de cargas sociales y 56 por mermas de competitividad y eficiencia en el sector (costos y márgenes menores).

 

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