Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


LAS NUBES IMPIDEN VER QUE SE ATACO EN AFGANISTAN
Bajo un manto de neblina afgana

Rusia y el mundo árabe condenaron duramente ayer los ataques norteamericanos contra Afganistán y Sudán, mientras la mayoría de los países --salvo Israel, Inglaterra, Alemania y Turquía-- mostraba reservas. Washington insistió en haber logrado sus objetivos, pero las nubes impiden ver lo logrado en Afganistán, y hay dudas sobre la presunta planta química sudanesa.

Sandy Berger, asesor de seguridad nacional, informa ayer a la prensa sobre los ataques.Los visores satelitales no pueden penetrar las nubes, pero Berger dijo que todo fue un éxito.


t.gif (67 bytes)  El balance militar del ataque norteamericano contra Afganistán y Sudán se presenta borroso. Mientras Estados Unidos insistía ayer que se habían alcanzado los blancos terroristas en el primer país y que en el segundo fue destruida una planta de fabricación de armas químicas, funcionarios del gobierno admitieron que no podían evaluar correctamente los daños a los campamentos terroristas en Afganistán debido a que sus satélites se encuentran entorpecidos por las nubes, y Sudán denunció que la supuesta planta para fabricar gas VX era en realidad un laboratorio de productos veterinarios asociado a la ONU (lo que ésta confirmó). Afganistán dijo que los ataques habían causado 28 muertes; Sudán habló de al menos 10 muertos y 300 desaparecidos. Multitudes enfurecidas se dirigieron hacia la embajada norteamericana en Islamabad y consulados en Karachi, Lahore y Peshawar (Pakistán), que debieron ser protegidos por paramilitares y policías, mientras en Afganistán fueron atacados puestos de la ONU y un funcionario fue herido.

Washington dedicó ayer considerable tiempo y esfuerzo de sus funcionarios a presentar la operación como un éxito. "Opino que les hemos causado un daño considerable a los campos de entrenamiento (de los grupos del multimillonario Osama bin Laden en Afganistán), aunque aún es imposible saber con exactitud cuán duro los golpeamos debido a que la zona está muy nublada (para los visores electrónicos de los satélites de reconocimiento que filman el lugar). Creo que nos tomará aún un par de días hacer una evaluación total de la situación", dijo el asesor de seguridad nacional norteamericano Sandy Berger en una conferencia de prensa. Mientras tanto, la secretaria de Estado Madeleine Albright explicaba en el programa "Today" de la cadena ABC que "la acción no estuvo dirigida específicamente contra Osama bin Laden, sino contra la infraestructura militar que ha desarrollado para llevar a cabo ataques terroristas. Creo que les dimos muy duro donde más les duele". William Cohen, el jefe del Pentágono, no descartó que EE.UU. decida nuevos ataques contra objetivos terroristas, mientras la seguridad era reforzada en las embajadas norteamericanas en todo el mundo.

Inicialmente, parece haber existido una confusión respecto al lugar de impacto de uno de los misiles, ya que el gobierno de Pakistán denunció que uno de los 75 Tomahawk oficialmente lanzados contra territorio afgano se había desviado de su curso y había matado a cinco civiles. Pakistán luego corrigió su versión y habló de heridos y no en su territorio, sino en el del vecino Afganistán.

La confusión también rodeaba el carácter exacto de la planta química bombardeada en las afuera de Jartum, la capital sudanesa. Mientras Berger aseguraba en Washington tener "pruebas materiales" de que la fábrica elaboraba un precursor del gas venenoso VX y de que estaba ligada a capitales del millonario saudita, el gobierno de Sudán afirmó que la planta sólo producía medicamentos veterinarios, que en su inauguración había participado el embajador de Gran Bretaña y que estaba asociada a las Naciones Unidas en el contexto de un contrato vinculado al programa "Petróleo por alimentos" para Irak. También invitó a la ONU a realizar una inspección del lugar (o lo que queda de él) para ver si hay precursores del VX.

John Mills, vocero de "Petróleo por alimentos", confirmó en Nueva York que la planta tenía un contrato con Irak bajo esa iniciativa de la ONU, pero que el contrato no había sido ejecutado aún. Y mientras EE.UU. insistía en los vínculos de la fábrica con Osama bin Laden, los sudaneses dijeron que el empresario mayoritario era el sudanés Salah Idriss, después de comprársela al inversionista Bashir Hassan Bashir. El científico sudanés Khalil Ibrahim Mubaraka, que fue director de investigaciones de la planta hasta junio último, confirmó la versión de su gobierno, agregando que "la planta atravesaba dificultades financieras, pero nunca hubo un cambio de actividades". De todos modos, no puede descartarse que la fabricación del precursor tuviera lugar de manera clandestina, aunque Washington no ha revelado hasta el momento cuáles son sus "pruebas materiales" de que estuviera ocurriendo algo de ese tipo.

Expertos norteamericanos y del exterior evaluaban entretanto las posibles represalias que podían esperarse a partir de las acciones del jueves. De acuerdo al periódico árabe editado en Londres Al-Quds al Arabi, su redactor Abdel-Bari Atwan recibió ayer una llamada de un portavoz de Bin Laden en Afganistán, amenazando con tomar represalias. "Contestaremos a Bill Clinton con actos y no palabras --habría dicho el portavoz--; la batalla todavía no empezó". También habría dicho que "Bin Laden está sano y salvo", admitiendo que seis de sus allegados habrían muerto como consecuencia de los ataques: "tres yemenitas, un egipcio y un saudita".

Los expertos coincidían ayer en que los blancos de represalia más lógicos serían ahora Israel, Arabia Saudita y Egipto --por sus alianzas con EE.UU.--. Pero el nuevo terror ha demostrado tener una lógica singular, y por eso la seguridad en las ciudades y aeropuertos de EE.UU. amaneció enormemente reforzada.

 


 

LAS ENCUESTAS Y LA PRENSA APRUEBAN LOS BOMBARDEOS
Ahora, Clinton es un héroe

t.gif (862 bytes) La decisión de Bill Clinton de bombardear presuntas bases terroristas en Sudán y Afganistán fue popular en Estados Unidos. Los principales medios gráficos norteamericanos --The Washington Post y The New York Times-- saludaron los bombardeos. Según un estudio de la cadena de televisión ABC, el 80 por ciento de los encuestados apoya la intervención militar. Pero en los videoclubes de la capital norteamericana tienen problemas para satisfacer la demanda de Wag the dog (Mentiras que matan, como se tradujo en Argentina), una película en la cual el presidente norteamericano, involucrado en un escándalo sexual, desvía la opinión pública hacia una guerra ficticia con Albania.

Dos semanas antes de las elecciones presidenciales, estalla el rumor de que el mandatario estadounidense habría acosado sexualmente a una adolescente mientras visitaba la Oficina Oval de la Casa Blanca. Pero un médico (Robert de Niro) y un productor de Hollywood (Dustin Hoffman) crean un conflicto armado con Albania que sólo ocurrirá en los medios. El presidente recupera la buena imagen perdida y el escándalo sexual termina esfumándose de los diarios y la televisión.

El lunes pasado, Clinton debió admitir públicamente que mantuvo algún tipo de relación --"impropia", dice él-- con la ex pasante de la Casa Blanca, Monica Lewinsky, a quien veía precisamente en la Oficina Oval de la Casa Blanca. En febrero pasado, cuando el escándalo acababa de estallar y Estados Unidos estaba a punto de atacar a Irak por la negativa de su presidente Saddam Hussein a las inspecciones de desarme de la ONU, la relación de la situación con Wag the Dog funcionó como advertencia hacia Clinton. "El paralelo es obvio", dijo Dale Shaw, de Potomac Video. "La están alquilando como locos. La gente llama para que se la reservemos", completó. "No queda ninguna copia", señaló Erik Evans, de Washington Video on Dupont Circle.

Al igual que en la llamada "crisis de los inspectores", los norteamericanos y la prensa local apoyaron la decisión de Clinton, que en febrero no alcanzó a cristalizarse. De acuerdo con un estudio de USA Today /CNN, el 66 por ciento de los encuestados está a favor de la determinación del presidente norteamericano, mientras el 19 por ciento se manifestó en contra de los ataques.

Un editorial de The Washington Post señala que Clinton dio el "paso correcto", ya que los atentados terroristas contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania fueron "actos de guerra". El diario incluso defendió a Clinton de las sospechas de desviar la atención diciendo que el secretario de Defensa estadounidense, William Cohen, y el general Henry Shelton, jefe del comando conjunto de las Fuerzas Armadas, jamás se hubiera ordenado el ataque "si no estuvieran convencidos de la necesidad" de hacerlo.

The New York Times dijo que Estados Unidos tenía "todo el derecho del mundo" de atacar a los presuntos terroristas y señaló que la selección de objetivos "parece razonable"; pero aclaró que "Clinton debe convencer al país que los ataques no fueron realizados en este momento para reparar su vapuleada presidencia".

 

El ascenso a los extremos
Por Claudio Uriarte

De momento, el saldo de la operación norteamericana contra Osama bin Laden es necesariamente mixto. Por una parte, el doble atentado contra las embajadas de Kenia y Tanzania de hace dos semanas hacía obligatoria una respuesta militar, fuera unilateral o no: de otro modo, EE.UU. hubiera aparecido indiferente a los golpes contra sus ciudadanos y sus instalaciones, invitando así a nuevos golpes. Pero por otra parte, las acciones del jueves contra campos de entrenamiento de terroristas en Afganistán y una presunta fábrica de precursores del gas tóxico VX en Sudán han tenido el paradójico efecto de dejar a Washington relativamente aislado.

Ese aislamiento opera a dos niveles: uno, el de los Estados occidentales que ayer subrayaron su preferencia por la "concertación" y "solidaridad" en la lucha antiterrorista, por lo tanto desautorizando por lo bajo el uso de la fuerza unilateral; otro, el de los Estados árabes, que ayer se vieron obligados a cerrar filas contra el Bombardero Bill, lo que posibilitó el reingreso de parias como Irak y Libia dentro de la comunidad de sus hermanos más legítimos. En el primer caso, no se trata tan sólo del respeto a una "ley internacional" que --en el selvático mundo real de las relaciones internacionales-- ha probado resultar mayormente teórica, sino del temor de esos países occidentales a ser elegidos como blancos de la próxima "re-represalia" del oscuro millonario saudita. En el segundo caso, hay un efecto de relativa derrota política de Estados Unidos y sus aliados moderados en el mundo árabe, que hasta anteayer se beneficiaban del efecto de espanto causado por la muerte de cientos de africanos en Kenya y Tanzania y ahora deben condenar a su principal aliado.

Igualmente, algún tipo de respuesta militar era inevitable --más allá de si los blancos elegidos resultan ser los correctos o no--. En este sentido, la idea de que Clinton usó la operación para tapar el escándalo de Monica Lewinsky no se sustenta: primero, porque acciones como la del jueves requieren de al menos una semana para prepararse, y luego porque Clinton --que hizo su mea culpa público el lunes-- ya estaba deteriorado irreparablemente para el momento en que ordenó el disparo de los misiles.

El presidente definió el jueves a Bin Laden como el máximo peligro en la época de la globalización. Tal vez exagere, pero lo cierto es que la lucha contra el terrorismo trae consigo la inevitable tendencia degradante a convertir al defensor en un segundo terrorista.

 

PRINCIPAL