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MONDRAGON Y BURTOVOY FUERON LOS RESPONSABLES DEL EMPATE
Noche con los arcos bien cerrados

Independiente y Colón igualaron en un partido pobre en el juego pero con varias llegadas a fondo. Los rojos estuvieron un poco más cerca. Se lesionó Cascini.

Guerrero trata de escaparle a Castagno Suárez. El delantero sigue sin convertir.
Independiente no pudo quebrar a Colón, en el segundo adelanto de la quinta fecha.

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t.gif (67 bytes)  Lo lamenta más Independiente que Colón. Porque venía en alza con sendos triunfos en el torneo y en la Mercosur y además estaba levantando el juego. Los santafesinos se fueron conformes porque arrancar un punto de Avellaneda nunca está mal. Eso sí, lo pudieron ganar los dos y si no lo hicieron fue que Burtovoy y Mondragón, cada uno a su turno, pusieron las manos que a veces los arqueros no se ponen y terminaron de sellar el cero repartido. En los noventa, de fútbol poco. A veces se confunde despliegue con juego y el de anoche ofrecía la mejor oportunidad para agitar el espejito y vender baratijas. Una pena la lesión de Cascini, que tendrá un mes de inactividad por la patada de Aguilar. Y un horror el arbitraje de Aníbal Hay, perjudicando parejito a los dos, aunque sin incidir en el resultado.
No jugó bien Independiente porque no pudo controlar la pelota durante más tiempo. El dominio, entendiendo esto como patrimonio del que tiene la pelota y a partir de ella gana terreno y lo plantea cerca del área rival, fue de los rojos, anoche vestidos de blanco, pero con interrupciones prolongadas. En cuanto el equipo de Menotti podía armar dos o tres jugadas con toque, triangulación y rotación de los puntas para crear los espacios, en la siguiente aparecía Colón robándole la pelota y defendiéndose con ella, con más inteligencia que virtudes técnicas de sus individualidades. Entonces, cuando Independiente acertaba en el dominio, le faltaba el toque final y allí apareció Burtovoy o el apuro por definir, cuando no el azar, como en un par de tiros libres que se fueron cerca de los palos.
A su turno, cuando Colón era el que tenía la pelota, la usaba con criterio si aparecía Monserrat en sociedad con Agoglia y lastimaba el fondo local, con menos frecuencia pero con la misma profundidad, por lo tanto las situaciones se equiparaban. Y si se miden los merecimientos de acuerdo a cantidad y calidad de llegadas, el empate está bien. A la cuenta de las deudas de Colón debe anotarse la mezquindad del cuarto de hora final, cuando con Independiente jugado en un ataque con desesperación que lo llevaba a perder las marcas, no se animó a profundizar los contraataques que aparecían servidos.
Entonces, con ese panorama, con llegadas de los dos, aparecieron los arqueros. Burtovoy evitó el gol rojo cuando le sacó del ángulo un chanfle a Víctor López en un tiro libre, cuando le sacó un derechazo a Guerrero, abajo y endemoniado y cuando le ganó el mano a mano a Calderón, en el segundo tiempo. Tuvo suerte cuando en otro tiro libre al que no llegaba, el pelotazo dio en la cabeza de Agoglia, quien cubría el palo que debía resignar Burtovoy. Del otro lado, Mondragón también debió emplearse a fondo. Vale una sola: ese cabezazo fenomenal de Fuertes después del desborde de Trimarchi, ya en la segunda parte, que en cualquier circunstancia era gol. Pero Mondragón se acordó de sus buenos tiempos y contuvo el remate que era la derrota segura. El colombiano, además, sacó dos o tres más con gran categoría y, paradójicamente, terminó siendo el mejor de un equipo que siempre fue al ataque.
Los problemas de Independiente pasan por la solidez que el equipo no encuentra, por los problemas que todavía tiene en el fondo y por la falta de definición de sus delanteros. El equilibrio parece asomar cuando entre Cambiasso y Cascini se reparten la marca en el medio, pero ahora es probable que Cascini deje el equipo –Aguilar lo limpió de un patadón y seesguinzó una rodilla–, y es uno de los pocos indispensables. Pero ese equilibrio debe ser sostenido por la solvencia que todavía no tiene el fondo. Porque en el afán de atacar, Ramírez a veces se olvida de volver, porque Milito demora en acostumbrarse al oficio de lateral y porque Rotchen-Sánchez no terminan de acordar el “yo salgo, vos te quedás”. Y adelante, Calderón y Guerrero siguen con el arco cerrado. En suma, que la lucecita aparecida en los dos partidos ante Platense y Nacional sigue encendida pero no alcanza para darle brillo a un equipo que pretende ser candidato.

 

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