Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


Después del post coitum, hoy a Clinton ya le duele el post video

La difusión televisada del video donde el fiscal Kenneth Starr interroga a Bill Clinton sobre su conducta sexual con Monica Lewinsky quiere erosionar aún más la popularidad del presidente.

Na16fo01.jpg (9020 bytes)

En el salón oval de la Casa Blanca, el presidente Clinton reunido después de un mensaje radial

t.gif (67 bytes)  Cuando hoy termine la transmisión televisada del video donde fue examinada la conducta sexual del presidente Bill Clinton, todos los sismógrafos más delicados de las encuestadoras van a estar apuntando a una opinión pública norteamericana que ayer ya pudo enterarse de adelantos de las cuatro largas horas de interrogatorio. Atentos y excitados, republicanos y demócratas van a escanear al milímetro los resultados de los sondeos que son la clave para saber si el presidente va a conservar o no su puesto. En este día D, la publicidad de los detalles ensombrecerá el discurso que pronuncia Clinton para abrir la Asamblea General de las Naciones Unidas, que inicia un nuevo período de sesiones 90 minutos después de que el video esté en todas las pantallas a las nueve de la mañana.

Más de la mitad de los estadounidenses, el 56 por ciento, piensa que Clinton debe ser censurado por el Congreso, mientras que el 37 por ciento está a favor de que renuncie, de acuerdo con un sondeo de la cadena CBS difundido ayer. Pero el 69 por ciento dijo que no es necesario difundir el video con el testimonio de Clinton, mientras que el 59 está convencido de que la decisión de difundirlo tiene el solo objetivo de avergonzar al mandatario.

Los republicanos saben que se están jugando el todo por el todo con la opinión pública, mientras que el vicejefe de staff de la Casa Blanca pronosticó ayer que los norteamericanos "van a terminar cuestionando" que el video se haya hecho público. Un portavoz de la Casa Blanca lamentó la decisión del Congreso de difundir los detalles más procaces "a la velocidad de la luz". Las expectativas republicanas fueron respaldadas por resultados que la revista Newsweek mostró ayer, según los cuales un 46 por ciento piensa que Clinton debería renunciar, o analizar la posibilidad de hacerlo, contra el 31 por ciento de la semana posterior al testimonio que los norteamericanos ven hoy. Pero según el mismo sondeo, la mayoría de los norteamericanos (53 por ciento) sigue pensando que el presidente debería seguir en el cargo, y no ser destituido. Unos 110 diarios estadounidenses ya se pronunciaron por la renuncia del presidente en sus editoriales.

Los artículos de las secciones de sociedad de esos mismos diarios muestran que una de las cuestiones que molestan a padres y madres norteamericanos es tener que explicar a los niños, aunque sea para condenarlas, qué son "relaciones impropias", qué es el sexo oral, qué son juguetes sexuales como el cigarro. La derecha religiosa se apresuró a descubrir en esto los signos del Anticristo y de la proximidad del fin de los tiempos, mientras que hasta para la misma derecha la sufrida Hillary, paradójicamente, empieza a ser más presidenciable que nunca.

Los republicanos siempre han descollado en equivocarse con la opinión pública de su país. En noviembre de 1995, Newt Gingrich llevó a la mayoría republicana a oponerse cerradamente con Clinton por el presupuesto. El presidente tuvo que cerrar todas las oficinas del gobierno federal durante un mes. Y la popularidad de Clinton se recuperó espectacularmente. Gingrich y sus partidarios están ansiosos por no cometer dos veces el mismo error de cálculo.

Como sabe que el presidente es popular, y que la opinión pública está en contra del juicio político, Gingrich decidió proseguir una estrategia gradual en el Capitolio, para que los norteamericanos deserten a Clinton poco a poco. Por eso, estuvo a favor de que el informe del fiscal Starr se publicara cuanto antes en Internet. Por eso, presionó porque se difundieran los videotapes. Por eso, en unas semanas, va a presionar para que los republicanos voten para iniciar las formalidades del juicio de destitución. En el corto plazo, quiere aumentar las modestas mayorías republicanas en el Senado y la Cámara de Representantes: esto les permitiría tener un dominio absoluto en el juicio de impeachment. En el largo, Gingrich quiere la nominación presidencial republicana para el 2000.

PRINCIPAL