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MARCELO CATTANEO PUSO LOS INTERROGANTES. SU HERMANO JUAN CARLOS LOS CONTESTO
Las veinte preguntas del caso Cattáneo

El juez Bagnasco recibirá hoy el cuestionario que el diputado cavallista Francos asegura haber recibido de Marcelo Cattáneo para esclarecer el papel de Juan Carlos Cattáneo en los contratos informáticos entre IBM y el Estado nacional. Los vínculos entre Consad, CCR y Alberto Kohan.

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Marcelo Cattáneo (izquierda) y Juan Carlos Cattáneo, dos declaraciones en el Congreso.
Allegados a Juan Carlos se negaron a confirmar o desmentir el cuestionario de Marcelo.

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Por Adriana Meyer

t.gif (67 bytes) El diputado cavallista Guillermo Francos entregará hoy al juez Adolfo Bagnasco un documento que puede ser clave en el caso IBM–Banco Nación y su costado más truculento, la muerte de Marcelo Cattáneo: las veinte preguntas que éste le sugirió formular a su hermano Juan Carlos en la Cámara de Diputados como parte de la investigación por los contratos informáticos con el Estado. Con este gesto Franco intentará dar un paso más y adelantarse al Gobierno, que según pudo saber este diario estudia la forma de contraatacar contra Domingo Cavallo e involucrarlo nuevamente en el caso.
Francos asegura que el 15 de junio Marcelo Cattáneo le entregó un cuestionario para que el legislador lo utilizara diez días después, cuando su hermano Juan Carlos –ex número dos y operador de Alberto Kohan entre los empresarios– se presentara en la comisión de la Cámara Baja que investiga los contratos entre IBM y el Estado.
Según la interpretación de los cavallistas, Marcelo Cattáneo quería poner en evidencia que su hermano lideraba Consad y CCR tanto por sus conocimientos técnicos específicos como por sus contactos políticos. Esto habría quedado reforzado cuando Cattáneo reconoció que el presidente de CCR, su cuñado Alejandro De Lellis, no tenía antecedente alguno en el mercado informático y que su profesión era la de abogado. De Lellis no habría actuado en el escándalo por decisión propia sino siguiendo las iniciativas de Juan Carlos.
El empresario muerto intentaba entonces dar a entender que la presunta venta de las acciones de Consad por parte de su hermano podría no haber existido, y para eso Francos afirma que le sugirió que le preguntara si el precio de 450 mil pesos que habría cobrado por ellas no era irrisorio para una empresa que manejaba contratos de tanta envergadura.
Si esto fue así, significaría que Marcelo Cattáneo estaba interesado en demostrar una cosa: que su hermano no se había desvinculado de Consad, como declaró, y que sí había tenido encuentros con Kohan, Aldaco y Contartese por el contrato informático (ver recuadro).
Los hermanos Cattáneo estaban citados para el mismo día, pero Marcelo concurrió recién veinte días después.
Allegados a la familia aseguraron a este diario que ese cuestionario “puede haber existido”. Sin embargo reconocieron que en los últimos tiempos Marcelo buscaba hablar con alguien con poder que lo escuchara y lo ayudara.
Página/12 consultó a un allegado muy cercano a Juan Carlos Cattáneo.
–¿Cattáneo cree que su hermano era capaz de acercar un cuestionario a un diputado para perjudicarlo?
Esta fue su enigmática respuesta:
–Es difícil afirmarlo o negarlo. Eso sólo pueden responderlo los que conocían bien a Marcelo.
Francos mantuvo dos reuniones con Marcelo Cattáneo. El diputado explicó ayer a Página/12 que la finalidad de las preguntas que le había entregado era “poner en evidencia en la Cámara de Diputados que la relación entre las empresas Consad, CCR, IBM y el Banco Nación la tenía Juan Carlos y no él”. Francos pudo formular la mayoría de esos interrogantes, pero como no integra la comisión fue el último en hacer uso de la palabra. Los que lo antecedieron abordaron –sin saberlo– varios de los aspectos que le interesaban al empresario que apareció ahorcado en la Costanera.
El 25 de junio, ante los diputados, Juan Carlos Cattáneo dijo que su hermano Marcelo se había incorporado a Consad en 1978 como cadete y no fue accionista con un 10 por ciento sino hasta 1994.
El diputado del Frepaso Horacio Viqueira le preguntó por qué mencionó al secretario general de la Presidencia, Alberto Kohan, cuando declaró ante Bagnasco. “El doctor Kohan no había tenido ninguna vinculación con este ni con ningún otro caso”, quiso salvarlo Cattáneo. “Esta es la verdad. Lo queocurre es que había una noticia periodística en la que, a través de una maniobra política, se lo intentaba involucrar. Por supuesto que niego absolutamente haber participado en algún hecho, pero es evidente que en un caso en el que está IBM no necesitaría al doctor Kohan para nada. Hace veinticinco años que trato con funcionarios de IBM. Por otro lado no creo que quienes tenían responsabilidades dentro del Banco Nación –fueran los que fueren– tuviesen alguna relación con el doctor Kohan; además lo dicen en la causa. Considero que había una clara maniobra política que buscaba vincularlo, y por eso lo aclaré,” fue la respuesta de Cattáneo, según la versión taquigráfica.
En ese momento interrumpió el diputado César Arias diciendo que no podía tolerar “el direccionamiento” de las preguntas de Viqueira, tendiente –según él– a vincular a Kohan y al Partido Justicialista. Viqueira siguió preguntando: “¿Cuál es el motivo por el cual durante la investigación de la causa del Banco Nación y de la DGI, tanto el señor Soriani como el ex director de la DGI, Ricardo Cossio, lo colocan a usted en el lugar central a la hora de concretar las negociaciones?”. Juan Carlos Cattáneo respondió que “jamás discutí con él temas vinculados a Consad y a la DGI, excepto cuando sucedió lo de la suposición de una factura en CCR, que la licenciada Oshiro tenía temor que le imputaran a Consad (luego aclaró que se reunió con Cossio entre marzo y abril de 1995, en el despacho en la DGI). Al margen de eso, jamás hablé con el doctor Cossio. Sí es cierto que el ingeniero Soriani dijo lo que usted expresó, pero hay que tomarlo en el marco temporal correspondiente. Es obvio que mientras fui presidente de Consad los negocios se resolvían conmigo. Pero si se saca la declaración de Soriani de contexto podría parecer que él ha generalizado esa situación, y no fue así.”

 

“Tuvo mínima intervención”
Por A.M.

En aquella reunión del 25 de junio en el Congreso, el diputado cavallista Guillermo Francos trató de complicar la situación de Juan Carlos Ca-
ttáneo mediante preguntas que le había dictado su hermano Marcelo. Sin embargo, sin conocer esto, Juan Carlos habló bien de Marcelo. Mantuvo el siguiente diálogo con el diputado justicialista César Arias:
–¿Su hermano tenía la misma participación que usted en el desarrollo de las actividades propias de la empresa en relación con el Banco Nación?
–No, como ya dije, mi participación se limitó a asesorar a la licenciada Oshiro en este tema; y la participación de Marcelo durante la etapa de la elaboración de la oferta fue mínima. De las reuniones de los jueves (con IBM), debe haber participado en una o dos. Su intervención fue mínima. De hecho se fue a pasar Navidad afuera y ya no volvió en todo enero y parte de febrero.

 

“Tengo una buena relación con Kohan”

Por A.M.

–¿Qué antecedentes tenía en el mercado informático su cuñado, Alejandro De Lellis, quien al momento de la firma del contrato informático en cuestión se desempeñaba como presidente de CCR?
–Ninguno.
–Antes de aparecer como titular de CCR, ¿qué ocupación tenía?
–Abogado.
–¿Cuál es su actividad actual?
–Abogado.
–¿Qué explicación le encuentra a la circunstancia de que tanto Soriani como Neira hayan declarado que usted fue la persona que negoció con IBM por parte de CCR?
–Soriani no dijo eso y Neira tampoco. Lea bien la declaración. Además la negociación con IBM la hizo De Lellis. Pero Soriani nunca negoció conmigo.
–Yo no dije que Soriani hubiera afirmado que usted negoció con él, sino que usted había negociado con IBM por parte de CCR.
–No creo que Soriani haya dicho eso. Pero no quiero discutir. Voy a leer la declaración.
(...)
–¿Cómo era su relación con Alberto Kohan?
–Como la que surge de una tarea política común. No tengo una amistad en el sentido estricto de la palabra pero sí tengo una buena relación.
–¿Usted puede afirmar categóricamente que nunca se reunió, fuera del ámbito de trabajo, con el señor Kohan, Aldaco y Contartese en forma conjunta?
–Jamás. De eso estoy absolutamente seguro. Me pueden poner en ese escáner (por el sistema Excalibur) que dicen que saca la verdad...
(Transcripción textual del interrogatorio que le hizo el diputado Guillermo Francos a Juan Carlos Cattáneo sobre la base de las preguntas sugeridas por Marcelo Cattáneo.)

 


 

Tironeo entre los jueces que se ocupan del caso
Dos expedientes paralelos

Por Laura Vale

t.gif (862 bytes) La investigación sobre la muerte de Marcelo Cattáneo quedó en medio de un sordo tironeo entre dos jueces. Enrique Velázquez, el magistrado que en su momento recibió la denuncia por la desaparición del empresario, le reclama a su colega María Gabriela Lanz que se inhiba en la causa y le traslade el expediente. Pero la fiscalía manifestó su oposición a desprenderse del caso y la jueza parece dispuesta a hacer lo mismo. Allegados a la viuda de Cattáneo, Silvina De la Rúa, revelaron que los familiares del empresario ya no saben qué pensar sobre el hermetismo en el que se mantiene la causa. La mujer de Cattáneo se presentó ayer en el caso como querellante para poder así pedir medidas que impulsen la investigación.
Lo primero que encontró fue una cerrada negativa a darle a conocer el contenido de las pericias. El dato no es menor, ya que ayer circuló la versión de que en la boca de Cattáneo se habría encontrado una sustancia o elemento no detectado en la primera autopsia. La información, desmentida a a Página/12 por el médico forense Héctor Osvaldo Curchi, fue difundida por un cable de la agencia Noticias Argentinas, que citó a su vez a voceros ligados a la investigación.
En el mismo sentido trascendió que la jueza ordenó una tercera serie de estudios sobre el cuerpo, aunque no se conoce el objetivo de estos nuevos análisis. Ayer los dos magistrados en disputa –Enrique Velázquez y María Gabriela Lanz– continuaron disponiendo, cada cual por su lado, diversas medidas de prueba. Mientras el juez Velázquez ordenaba una serie de pericias sobre la camioneta encontrada en Olivos, su colega Lanz reclamaba que el utilitario fuera trasladado a la Capital Federal para hacer lo propio sobre el interior de la cabina. “Para nosotros la pelea por la competencia no hace más que demorar la entrega del cuerpo de Marcelo” dijo ayer un allegado a la familia del empresario.
El abogado de Cattáneo, Luis Dobniewski, denunció el miércoles pasado la desaparición de su cliente en el juzgado de Velázquez. El magistrado es fuertemente cuestionado porque, aunque dispuso de fotos del empresario acercadas por su familia, nunca habría hecho nada por difundirlas para facilitar su búsqueda. Ahora, alegando que existe una relación objetiva entre la desaparición de Cattáneo y su deceso, Velázquez pide a Lanz, a cargo de la investigación de la misteriosa muerte, que le envíe el expediente.
El juez también presentó una denuncia para que se investigue cómo se filtró el contenido de presuntas escuchas telefónicas de la línea de Cattáneo. De las conversaciones difundidas el pasado lunes, un día después de que el empresario fuera encontrado ahorcado, se desprendía que se había quitado la vida por haber cometido un desfalco de 600 mil dólares en la empresa donde trabajaba. Velázquez, que había ordenado la intervención, se enteró del contenido de las escuchas por televisión, esto es, antes de que las mismas le fueran entregadas para ser agregadas al expediente. Todavía no está claro sin embargo, si se trata o no de grabaciones fraguadas. Tampoco en qué fecha se realizaron. Algunas versiones señalaron que el teléfono del empresario estaba intervenido desde antes de su desaparición. Mientras tanto, a última hora de la tarde, los fiscales Norberto Quantín y Aldo De la Fuente realizaron una inspección ocular en el lugar donde se encontró ahorcado a Cattáneo, y también de la calle de Olivos donde quedó abandonada su camioneta.

 


 

Señalan a los asesinos del comisario Gutiérrez

Un diputado y un ex policía presentan hoy  un escrito que sostiene que los federales  Santillán y Mostajo mataron al comisario.

Franco Caviglia hará una presentación para que se reabra el caso del asesinato de Gutiérrez.
Según el diputado y el investigador Lofeudo, los asesinos fueron dos policías de la Federal.

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Por Susana Viau

t.gif (862 bytes) El abogado Franco Caviglia y el ex funcionario de la Brigada de Investigaciones de la Policía Bonaerense Luis Elio Lofeudo arribaron a la conclusión de que los supuestos autores del homicidio del subcomisario Jorge Omar Gutiérrez, asesinado con un tiro en la nuca en un vagón del ferrocarril Roca en agosto de 1994, fueron los integrantes de la Policía Federal Alejandro Daniel Santillán y su compañero Francisco Severo Mostajo. El escrito que presentarán hoy a la Justicia bonaerense asegura que Mostajo es la persona que hasta hoy había figurado como “El Colorado” en el expediente instruido a raíz de la muerte de Gutiérrez, quien se encontraba investigando oscuras maniobras realizadas en los galpones de DE.FI.S.A. La firma DE.FI.S.A., dedicada a transporte y depósitos aduaneros pertenece a Mario Grishpun, vinculado con la causa del oro y de la venta ilegal de armamento.
Lofeudo relata que en la madrugada del 29 de agosto de 1994 fue convocado por el jefe de la Brigada, comisario inspector Raúl Tomás Torres, para investigar el homicidio de Gutiérrez a instancia del juez Guillermo Atencio. El cadáver de Gutiérrez fue hallado en un convoy del Ferrocarril Roca, en el tramo que media entre City Bell y Gonnet. Gutiérrez vestía de uniforme, llevaba el arma reglamentaria debajo de la pierna y un maletín que la policía encontró cerrado, pero del que asomaba una media. El subcomisario tenía un tiro en la nuca que, luego demostraron las pericias, había sido disparado a una distancia de 50 centímetros.
En los días de su asesinato, Gutiérrez se encontraba acentuando la vigilancia sobre los depósitos que DE.FI.S.A. tenía en Avellaneda, en las proximidades de la comisaría 2ª, donde él revistaba. Algunos hechos ocurridos en los depósitos habían llamado su atención, entre ellos los casi mil automóviles cero kilómetro que habían sido llevados al lugar unos días antes. El subcomisario comentó a sus familiares la sospecha de que esos movimientos encubrieran un importante cargamento de droga. En su declaración, la esposa de Gutiérrez relató que su marido le había hablado de los “roces” que venía manteniendo con la custodia privada del depósito. Dos vendedores ambulantes que solían trabajar con regularidad en la línea ferroviaria fueron testigos del homicidio y contaron que el subcomisario había sido virtualmente fusilado por un hombre que estaba a sus espaldas mientras otro, sentado al frente, conversaba con él. Agregaron que, antes de retirarse del vagón, los asesinos identificaron a una pasajera y le dijeron que se quedara tranquila, que el muerto era un borracho y ellos, policías. Fue uno de los vendedores ambulantes, David Silva, localizado por la familia de Gutiérrez, quien dio las señas que corresponderían a Alejandro Santillán, cabo primero de la Policía Federal afectado a la Superintendencia de Seguridad Ferroviaria, y de su compañero a los que conocía “de vista”. Silva se retractaría en el juicio oral para volver sobre su primera versión en febrero de 1997, ante la comisión de la Cámara de Diputados que investigaba la “aduana paralela”. El cabo Santillán había sido detenido el 24 de setiembre del ‘94 y permaneció durante dos años con prisión preventiva. En noviembre de 1996 resultó absuelto en audiencia oral y pública por la Sala I de la Cámara del Crimen de la provincia en razón de las “dudas insalvables” que creaban la rectificación de Silva, las rondas de reconocimientos y la coartada del acusado, respaldada por su mujer y su suegra. Los hechos en los que se apoyó la defensa de Santillán fueron más tarde desmentidos por su suegra y el hijo de ésta, Ricardo Salvador, el primero en mencionar a Mostajo como compañero de tareas de Santillán. Ricardo Salvador añadió que el día en que Santillán fue detenido, el padre del “Colorado” Mostajo se presentó en su domicilio para retirar armas, documentos y fotos. Salvador recordó asimismo que Santillán le había anticipado que tenían “que voltear a alguien” y con posterioridad le comentó que el “problema estabasolucionado”. El día que escuchó ese comentario de boca de Santillán, afirmó Salvador, fue el día del homicidio de Gutiérrez.

 

Permiso para viajar Desde Rosario

Confirmando su intención de salir del país, el abogado defensor de Marcelo Cattáneo presentó el viernes pasado –un día antes de que su defendido apareciera ahorcado en Buenos Aires–, ante el Juzgado de Instrucción de la 9º nominación de Rosario, un pedido de permiso para que el ex gerente de Consad pudiera viajar a México, hacia donde embarcaría el sábado pasado. “El trámite fue contemporáneo a su desaparición”, reveló una fuente del juzgado que agregó que, a pesar del escaso tiempo de la presentación, “de todas maneras no había impedimento, ya que es un trámite de rutina que hubiese tenido curso favorable”.
La solicitud del defensor de Cattáneo respondía a un requisito legal girado al juez Carlos Carbone que en julio del ‘96 lo había procesado por “fraude a la administración pública, ya que se determinó que el software que proporcionó al Banco de Santa Fe no era idóneo”. Sin embargo no fue a la cárcel: al dictarle la prisión preventiva en julio del ‘96 logró la excarcelación, porque la condena era menor a tres años y no tenía condenas anteriores.
La empresa de los hermanos Juan Carlos y Marcelo Cattáneo embolsó un millón 300 mil dólares, entre ellos 800 mil en efectivo por la operación de transmisión de datos del banco santafesino.

 

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