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EL ABUSO DE MEDICAMENTOS VISTO POR GIANNI TOGNONI, EXPERTO ITALIANO

Cómo curarse de los remedios

El farmacólogo Gianni Tognoni participó del proceso por el cual Italia eliminó las coimas a las farmacéuticas y creó un nuevo sistema de medicamentos. Aquí se presentó ayer un proyecto de ley con lineamientos similares.

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Por Pedro Lipcovich

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La enfermedad que padece la Argentina es grave: sus habitantes consumen medicamentos a menudo ineficaces y casi siempre carísimos. Pero el remedio es simple y no tiene contraindicaciones. Italia, que padeció el mismo mal, se curó en tres meses: la receta consistió en establecer un listado de medicamentos de probada eficacia que, desde 1993, es la referencia para el Estado y las obras sociales. En la Argentina --donde en un año ingresaron 1300 medicamentos "nuevos", pese a que en el mundo sólo se registraron nueve drogas novedosas-- acaba de presentarse un proyecto de ley que sigue lineamientos similares. El farmacólogo Gianni Tognoni, asesor de la Organización Mundial de la Salud y consultor de la Dirección Nacional de Medicamentos en Italia, narró a Página/12 la experiencia de ese país, cuyo punto de partida fue el juicio y castigo a los funcionarios que recibían coimas de las empresas farmacéuticas.

--En Italia, todo cambió a partir de 1993, cuando salió a la luz que el ministro de Salud y el director general de Medicamentos recibían coimas de las empresas farmacéuticas para aprobar medicamentos: el director general fue preso, el ministro fue a juicio y todo el sistema cambió en tres meses.

 

--¿Cómo lo cambiaron?

--Se nombró una comisión independiente, que incluía un equipo técnico sin vinculación con las compañías farmacéuticas. Esta comisión elaboró para el Ministerio de Salud un registro de medicamentos limitado, con criterios básicos para determinar los efectos de cada producto.

 

--¿Los medicamentos que no están en el registro quedan prohibidos?

--No. El registro funciona como referencia: los hospitales públicos y las obras sociales se atuvieron a él desde entonces, y los sistemas de salud privados se adaptaron enseguida porque este sistema les permite controlar los costos en medicamentos. Una vez que se dispone de un formulario de referencia con todos los medicamentos, ya se logró lo principal: basta con hacerlo conocer.

 

--¿Cuáles fueron las consecuencias?

--El perfil de los gastos en medicamentos cambió drásticamente: ahora se gasta en medicamentos que tienen razón de ser. Y la Dirección General de Medicamentos es ahora técnica y no política, e incluye a científicos con méritos documentados: contamos con una "masa crítica" de expertos que garantizan un criterio de referencia frente a los desafíos del mercado.

 

--¿Hubo muchas resistencias?

--Primero hubo alguna resistencia entre los médicos, pero todos terminaron reconociendo que las medidas eran simplemente obvias. Las empresas farmacéuticas se adaptaron, porque no tenían razones ni medios para criticar. Por lo demás, Italia se alineó así con la Unión Europea, que desde 1994 tiene un registro de medicamentos; y, desde hace unos meses, esa Agencia Europea de Medicamentos emite un juicio sobre cada nuevo medicamento, a partir del cual cada país evalúa, no sólo si el medicamento es eficaz, sino si ofrece algo más que lo ya existente como para que las obras sociales lo incorporen.

 

--Eso sucede en Europa.

--En Europa, Japón y Norteamérica ya hay acuerdos sólidos sobre reglas de aprobación de medicamentos. América latina, en cambio, es uno de los mercados críticos, como lo es ahora también Europa oriental, adonde se exportan productos que ya no se reconocen en los países fuertes. Nadie podría poner en el mercado un automóvil con los criterios con los que se admite un medicamento en estos mercados: se aceptan productos que pertenecen a la historia o al folklore de la medicina. En la Argentina hay medicamentos que en Italia salieron del mercado hace años, y aquí los venden bajo nombres distintos.

 

--Otro problema, aquí, es el de los precios elevados.

--En la Argentina los costos son totalmente irracionales, mucho más altos que en Europa. Por ejemplo la estreptoquinasa, que se emplea en el infarto de miocardio y salva vidas, en Italia cuesta 100 dólares y acá 600. Yo vengo de la provincia de Tucumán y sé que allí, en muchos hospitales, no hay ni un frasco de estreptoquinasa.

 

--¿Cómo bajar los precios?

--No es cuestión de ideologías. Gobiernos decididamente liberales, como el de Australia, enfrentaron el problema con las leyes del mercado, la oferta y la demanda: el Estado y las obras sociales son los principales compradores de medicamentos; entonces, están en condiciones de hacer valer su poder de compra para bajar los precios a niveles razonables.

 

--Para eso hace falta que el Estado se ponga del lado de los consumidores y no del lado de las empresas.

--Sí. En Italia todo parecía tan difícil y de repente se descubrió que se podía cambiar muy rápido. El sistema de medicamentos es muy sencillo; lo que lo complica es la tradición de alianzas corruptas e intereses recíprocos. Nosotros cortamos eso y lo cambiamos en tres meses.


PROYECTO PARA RACIONALIZAR EL SISTEMA EN EL PAIS

Cuando los medicamentos sobran

 

Por P.L.

t.gif (862 bytes) Tres de cada diez productos farmacéuticos "no tienen ninguna acción terapéutica o son nocivos para la salud". Desde que empezó la convertibilidad, los medicamentos subieron "el 140 por ciento". La mala prescripción "produce por año 14 millones de visitas al médico, un millón de admisiones hospitalarias y un gasto de más de tres mil millones de pesos". Estos son algunos de los datos que fundamentan un proyecto de ley para crear un registro de medicamentos de probada eficacia --sería obligatorio para hospitales públicos y obras sociales-- y alentar la prescripción de medicamentos "genéricos" y no sólo por su nombre comercial. Propuestas parecidas fueron cajoneadas por presión de los laboratorios farmacéuticos.

El Formulario Terapéutico Nacional "será de uso obligatorio en los establecimientos asistenciales públicos, del PAMI y en todas las obras sociales nacionales", y el Estado "deberá garantizar la permanente disponibilidad de los productos incluidos en él", dice el proyecto de los diputados Federico Soñez (Frepaso) y Ricardo Barrios Arrechea (UCR), que ya está en la Comisión de Salud de la Cámara. El Formulario tendrá en cuenta "la eficiencia de los tratamientos y la calidad de los fármacos", y será preparado por expertos de las universidades nacionales, la Confederación Médica y la Confederación Farmacéutica argentinas.

Al recetar, los médicos deberán incluir el "nombre genérico" de la droga, junto con --o en reemplazo de-- su denominación comercial, lo cual permitiría al paciente, bajo la supervisión del farmacéutico, optar entre medicamentos de acción similar y distinto precio.

Lo sustancial de estas medidas ya se puso en práctica con éxito en diversos países (ver nota en esta página). En la Argentina, otras iniciativas en este sentido no prosperaron, sometidas a la presión de las compañías fabricantes de medicamentos. Así sucedió con el Formulario Terapéutico que impulsó Aldo Neri --ministro de Salud entre 1983 y 1985-- y con un decreto de 1992 --cuando el ministro de Salud era Julio César Aráoz--, que exigía la receta por nombre genérico.

El diputado Soñez destacó para este diario que "ya existe un modelo de formulario terapéutico: el de la Confederación Farmacéutica Argentina (COMRA), que selecciona los medicamentos según su acción terapéutica e incluye las acciones y dosis de cada droga". Por ejemplo, "hay cinco formas terapéuticas de vitamina C, que cubren las distintas necesidades terapéuticas: pero en la Argentina se venden 21 productos y 246 combinaciones".

El doctor Héctor Buschiazzo, profesor de farmacología en la Universidad de La Plata y consultor de la OMS, sugiere además "alentar la fabricación de medicamentos genéricos en el país: en Estados Unidos, el 55 por ciento de las prescripciones y el 33 por ciento del valor del mercado consiste en genéricos". Buschiazzo también propone que, como en ese país, "los farmacéuticos no ganen un porcentaje sino una suma fija por cada medicamento vendido, para que no estén alentados a vender los más caros".

El proyecto se presentó ayer en la Facultad de Medicina, en el marco de un debate sobre "Legislación y uso racional del medicamento". Según Giglio Prado, asesor en salud del Frepaso, "queremos impulsar un amplio debate para enfrentar los intereses de los más poderosos".

 

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