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“El teatro no puede dejar de sacudir a la tontería”

Alejandra Boero-Julio Baccaro estrenan hoy “Perestroika”, una politizada obra de Tony Kushner, continuación de “Angeles en América”.

Boero resalta la “gran libertad de estilos” del autor Tony Kushner.
“Puede armar una escena de vodevil e inmediatamente ponerse serio.”

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Por Hilda Cabrera

t.gif (67 bytes) “Si los espectadores entran en el juego, captan de entrada el humor y el espíritu satírico de esta obra, y no toman en serio lo que parece una bajada de línea, estamos salvados”, dice la actriz y directora Alejandra Boero a propósito de Perestroika, segunda parte de la monumental Angeles en América, del estadounidense Tony Kushner, que, en codirección con Julio Baccaro, estrena hoy en su teatro Andamio 90 (Paraná 660), después de haber mostrado este trabajo en ensayos abiertos. Acortada y liberada de localismos “con los permisos correspondientes”, según puntualizan los directores en una entrevista con Página/12, la obra apunta a la esencia de lo que el autor considera son los temas clave de esta época: los superpoderes, la corrupción, el sida y la desilusión ante la imposibilidad de construir una sociedad más justa.
El neoyorquino Kushner (1956) –considerado un genio por el director Jorge Lavelli, quien estrenó en el Teatro de la Colline una de sus últimas obras, Eslavos, de la cual también realizó una puesta con elenco español en el María Guerrero de Madrid– ha demostrado ser, desde sus primeras producciones, un artista atento a los acontecimientos más significativos de la historia reciente. Prueba de ello es su inaugural A bright room called day (pieza que alude a la sociedad alemana de los años inmediatamente anteriores al ascenso de Hitler). En cuanto a Angeles..., la subtituló “Fantasía gay sobre temas nacionales”, con lo cual dejó en claro la voluntad de introducir imágenes oníricas en sucesos concretos.
–¿Qué es lo que subraya Kushner en Perestroika?
–Kushner hace hincapié en la falta de solidaridad y en el abandono, y lo hace de una manera muy satírica y con gran libertad de estilos. Pasa bruscamente de uno a otro y es capaz de cualquier locura. Puede armar una escena de vodevil y a continuación desarrollar otra con una gran seriedad; mostrarse primero muy escéptico y terminar convertido en un optimista. Por ejemplo, cuando centra su humor en la figura de un viejo revolucionario ruso, como Alexis Antediluvianovitch, de modo que parece decir “éste es el fracaso del sueño revolucionario”, o cuando le toma el pelo a los mormones, como marcando el fracaso de las ideas religiosas, y por otro lado apuesta al amor, al encuentro, que cree es lo que importa. Kushner reflexiona sobre todo esto y dice que en esta época la actitud más revolucionaria es la de ser optimista. (Boero)
–En la escritura de Perestroika incidieron el entusiasmo que despertó en el autor la política de Mijail Gorbachov y la decepción posterior....
–Sí, eso está reflejado en la obra: la ilusión del cambio, pero también todos los males que pueden esperarse de la política. Kushner no se olvida de nada, ni de la perestroika ni de las guerras étnicas. Pero en esto, más que la particularización de hechos y nombres, lo que importa son las ideas, el compromiso, la actitud crítica y la ironía. (Baccaro)
–La historia cambia, pero los dos homosexuales protagonistas son los mismos de El milenio se aproxima (primera parte de Angeles.., estrenada en la temporada 1997 en Andamio). La obra parte del momento en que uno de los amantes, enfermo de sida, es abandonado por el otro. En medio de sus padecimientos se le aparece un ángel (al que presta voz María Rosa Gallo). (Boero)
–¿Qué simbolizan los ángeles?
–La ausencia de ángeles, porque los que aparecen son todos reaccionarios: dicen que no hay que pensar en cambiar el mundo y que Dios abandonó a los hombres por querer modificarlo todo. (Boero)
–En realidad son diablitos. Lo que quizá quiera decir Kushner es que Estados Unidos es un país “desangelado”. En la puesta tratamos de resolver técnicamente esto apelando a la riqueza de imágenes de El Bosco. Era una manera de darles forma a estos ángeles diabólicos, que son expresión de un mundo caótico y bastante enloquecido. El tratamiento es sin embargo despojado. Le dimos más amplitud al escenario, pero la utilería es escasa. De todo esto se encargó Tito Egurza (escenógrafo e iluminador). (Baccaro)
–Uno apuesta a que la obra guste y el público reconozca nuestro trabajo. En el teatro uno aprende eso que llaman sabiduría de vida. Yo, que tengo más de 50 años de teatro, llegué a la conclusión de que la vida es muy corta para lo que un ser humano puede llegar a dar. Ojalá esta obra le interese a la gente, porque es un fresco de nuestra época y una muestra de que el teatro no puede prescindir de la realidad ni dejar de mantener viva la crítica y sacudir la tontería. (Boero)

 

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