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ALUMNOS, DOCENTES Y EX ALUMNOS DEL NACIONAL BUENOS AIRES
Un abrazo al campo de deportes

Con choripán, picado y vuelta olímpica, el tradicional colegio defendió su derecho a 20.000 metros verdes en Puerto Madero.

Según el proyecto oficial, el campo se transformará en un complejo hotelero de tres torres.
Para los chicos, el abrazo fue "un escrache a la Corporación" para que les dé otro terreno.

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t.gif (67 bytes) "No nos vamos nada, que nos saquen a patadas", se escuchó gritar ayer en el campo de deportes que el Colegio Nacional de Buenos Aires tiene en el corazón de Puerto Madero. Eran cientos de estudiantes, padres, ex alumnos y hasta circunspectos profesores y autoridades que se reunieron para estrechar en un abrazo solidario el codiciado predio. Y para defenderlo del proyecto oficial que prevé tres enormes edificios en el lugar, ocupado desde 1914 por la UBA. "Estamos muy contentos por toda la gente que vino. El propósito era instalar el tema en la sociedad y lo logramos", se ufanó el rector Horacio Sanguinetti. "Ahora que la escrachamos, la Corporación Puerto Madero va a tener que ofrecernos un terreno mucho mejor para que aceptemos mudarnos", desafió Flavia Llampart, una alumna de 17 años.

Pasado el mediodía de ayer, un cordón de personas tomadas de las manos rodeó la cancha de fútbol del predio. Enseguida estallaron los aplausos y una eufórica vuelta olímpica empezó a girar. A los 80 años, el señor Goyanez, un huraño auxiliar querido por todos los chicos, no pudo caminar con los demás pero aplaudió apoyado en un alambrado. Frente a él, desfilaron cientos de caras: la mayoría de adolescentes y jóvenes se mezclaba con los más grandes, entre los que no faltaron el mismo Sanguinetti; la secretaria de Asuntos Académicos de la UBA, Alicia Camilloni; el vicepresidente de la Legislatura porteña, Aníbal Ibarra y muchos otros. "No queremos que un espacio de la educación pública, que además es un espacio verde, sea avasallado por un complejo de hoteles y oficinas", protestó Rafael Seguí, un ex alumno.

Después del abrazo solidario, cuando los choripanes preparados por los alumnos habían empezado a circular (a uno con cincuenta el peaje), se largó un megatorneo de fútbol, del que participaron 400 estudiantes y ex alumnos como jugadores, y otros tantos como hinchas. "Hace dos años que vengo los domingos a jugar fútbol, pero hoy veo caras que hace mucho no veía", festejó Aníbal Ibarra, que estudió y hoy enseña en el colegio. Agitado y al borde del campo de juego, agregó: "No podemos dar un mensaje ambiguo a los jóvenes: si les decimos que tienen que cuidar su salud, no podemos ceder a un proyecto económico este campo que disfrutan miles de chicos". Fuera del fixture previsto, el vóley y el básquet también cosecharon sus adeptos. Y, al mismo tiempo, ocho bandas de rock de los estudiantes fueron subiendo a un escenario al aire libre para hacerse oír. De cara al futuro, el pronóstico es incierto. El campo de deportes es un oasis de 20 mil metros cuadrados acechado por las constructoras que trabajan alrededor. "Una ley de 1915 le cedió el terreno a la UBA, pero nunca se hizo la escritura. Después, en 1989, un decreto de Menem puso la zona en manos de la Corporación Puerto Madero, que escrituró todo a su nombre, incluso la propiedad de la universidad. El lunes vamos a iniciar un juicio para reclamar los derechos de la UBA", explicó Alicia Camilloni, y admitió que la corporación ofreció al colegio un terreno lindante más grande pero sin las instalaciones necesarias. "Nos vamos a tomar nuestro tiempo para decidir qué hacer. Además del patrimonio, tenemos que cuidar la formación pedagógica de nuestros estudiantes", dijo.

Ayer, como en cualquier reunión de viejos amigos, no faltó la nostalgia. Martín Caparrós, ensayista y ex alumno del Nacional, recordó: "Cuando yo venía como alumno, todo esto estaba lleno de marineros polacos y putas de vaya uno a saber dónde. Ahora sólo hay putas muy caras y dueños de navíos".


COMO EN LOS TIEMPOS DE QUEBRACHO
Pelean por las tierras

t.gif (862 bytes) En La Simona, una comunidad de la provincia de Santiago del Estero, viven más de 60 familias que desde el 12 de octubre luchan para que no les tiren abajo sus propiedades. Ese día, integrantes de las firmas de Guillermo Massoni (Jungla S.A., Mimbres S.A. y Salónica S.A.) incursionaron en el lugar con topadoras y destruyeron árboles y alambrados. Ese día se retiraron, pero aunque no existe ninguna orden judicial que autorice la expropiación de las tierras, los intentos continuaron. El viernes 23 aparecieron tres camionetas de la firma, esta vez acompañadas de civiles armados.

El 12 de octubre, integrantes de las firmas de Massoni ingresaron en la comunidad con dos topadoras destruyendo alambrados, árboles y propiedades de los campesinos. Ellos se resistieron pacíficamente, y se hizo presente en el lugar el servicio jurídico del Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE). Esta organización gremial, que se encarga de defender los derechos de los lugareños, presentó escritos en el juzgado de la ciudad de Añatuya, y logró que las topadoras se detuvieran.

Sin embargo, el domingo 18 de octubre volvieron a la carga. Esta vez, las familias se pusieron delante de las máquinas e impidieron que avanzaran. Ese día tampoco traían orden judicial. De hecho, el juez de Añatuya ya había iniciado un sumario contra el dueño de la firma. El viernes 23 volvieron a aparecer en La Simona tres camionetas. Esta vez con policías y civiles armados que aún no se retiran. "Hasta el momento, sólo la confianza en la gestión de la organización campesina MOCASE impide que la comunidad asuma la defensa armada de sus propiedades. La provocación de las empresas, en complicidad con las autoridades locales, puede llevar la situación a extremos no deseados de legítima defensa. Si esto no se detiene, podrían ocurrir hechos de sangre perfectamente evitables", advirtió ayer la organización gremial, a la vez que denunció que el actual responsable de seguridad en la provincia, Musa Azar "está denunciado en el Nunca más como genocida, torturador y secuestrador durante la última dictadura".

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