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ENTREVISTA EXCLUSIVA A NEIL GAIMAN, EL creadOR DE “SANDMAN”
“Hace un siglo que hay buenos comics”

El autor de una de las historietas más seguidas en el mundo está en Buenos Aires para participar del tercer Fantabaires y es un fan de... Borges.

Con aspecto de rocker y siempre de negro, Gaiman puso su firma en una obra maestra del comic.
Después de la convención se va a la Patagonia, a conocer un pueblo llamado... Gaiman.

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Por Máximo Eseverri

t.gif (67 bytes) –¿Es cierto que hace años viste sólo de negro?
–Sí.
–¿Por qué?
–Sólo porque no tengo imaginación: así no tengo que pensar qué ponerme. El negro siempre hace juego con el negro, es una decisión práctica. Y aburrida.
El “hombre de negro” es uno de los invitados estrella del tercer Fantabaires que comenzó ayer en la Rural: guionista de historietas, cine y TV, escritor de varios libros de novelas, cuentos y poesía y creador de Sandman (la traducción sería Hombre de arena o arenero), uno de los comics más famosos y más vendidos en todo el mundo. En una intrincada historia en la que lo onírico se mezcla con lo mágico y lo gótico, Sandman es el amo de los sueños. Sus hermanos, con los que tiene una relación de mutua influencia, se llaman “Muerte”, “Deseo” o “Destino”. Es atrapado en 1916 por un grupo oscurantista y liberado en 1988, donde comienzan sus aventuras. A pesar del toque oscurísimo que reina en sus obras, en la entrevista con Página/12, Gaiman se muestra distendido y alegre. Y es que la invitación a participar de la convención de historietas, humor gráfico, ciencia ficción y terror coincidió, casi, con el cumplimiento de uno de sus grandes anhelos.
–Sé que me quieren para que hable de mí y de mi trabajo. Oficialmente presentaré “Neverwhere”, la serie que hice para la BBC, y daré charlas. Pero además el lunes me voy a la Patagonia, donde hay un pequeño pueblo llamado Gaiman. Cuando tenía diez años leí en un libro sobre ese lugar y pensé: “Algún día iré allí”. Seguramente el pueblo no tiene nada que ver conmigo, pero me gusta pensar que está relacionado con mis antepasados. Quiero una foto a la entrada de ese lugar.
–¿Es bueno trabajar para una megaempresa como DC Comics?
–Siempre me trataron muy bien, tal vez porque no sabían qué hacer conmigo. Creo que no me habrían tratado tan bien si Sandman no se hubiera convertido en su absoluto best seller. Me siento más un artista que un engranaje. Todo entretenimiento supone una industria y todo arte falla como tal si no entretiene, si no da placer al lector. Cuando escribo no pienso en entretener, sino en contar una historia.
–¿Cómo se explica semejante éxito?
–No me lo explico en absoluto. Cuando empecé a escribir Sandman tenía 26 años y pensaba en hacer algo que a mí y a la gente de mi edad le gustara leer, pero ahora es consumido por casi todas las edades. Introducidos por amigos, muchos se metieron en la historia y ahora los seguidores pueden compartirla con los demás.
–¿Considera nuevo el fenómeno de la venta masiva del “comic-arte”?
–Hace cien años que hay buenos comics: el Pequeño Nemo, Tin-Tin de Hérge, Hugo Pratt y su Corto Maltés... hay mil ejemplos, y me gusta pensar que para muchos Sandman es uno de ellos. Sudamérica fue el primer mercado en responder a mi creación, incluso antes que el estadounidense, y creo que eso tiene que ver con el realismo mágico.
–¿Conoce el comic argentino?
–No, pero quiero conocerlo. Para mí, Argentina es la tierra de Jorge Luis Borges. El es uno de mis héroes. Si por algo está vigente, creo que es por ser un autor muy entretenido.
–¿Es difícil trabajar con un dibujante como Dave McKean?
–Hay muchos dibujantes que son brillantes y con los que me gustaría trabajar. Si uno tiene suerte, recibe lo mejor de ellos. Lo que me gusta de Dave es que nunca sé qué esperar: todo termina siendo mejor y más extraño de lo que yo había escrito. Nos conocimos en una revista que nunca salió, y luego sacamos la novela gráfica Casos violentos (que ya tiene 11 años). Luego vino Orquídea negra, Mr. Punch y muchas cosas más.
–¿Qué le gusta y qué odia del comic actual?
–Me gusta toda creación que saque provecho del medio que usa. La prosa va directo a un lugar de la cabeza y el cine es algo grande, pero tiene imagen en movimiento: no se puede volver atrás y ver algo otra vez. Las historietas son lo mejor del mundo, hay una conexión directa con el lector, control de la imagen. El lector también tiene más control porque puede repasar los cuadros.
–¿Qué creadores le gustan?
–Peter Greenaway, David Lynch, Terry Gilliam... si tuviera que elegir el último film que viera en mi vida sería All that jazz de Bob Fosse. Habla de hacer arte y ser humano a la vez, algo con lo que todos debemos enfrentarnos de alguna manera.
–¿Qué planes tiene para el futuro?
–Después de viajar a Argentina, ¿qué queda? Con tomar unas cuantas cervezas me voy a sentir realizado.

 

Un historial admirable

Gaiman quiere hacer más TV y cine, porque aún no está conforme con su obra en esos rubros. Su último trabajo audiovisual fue una serie para la BBC llamada “Neverwhere”, que transcurre en los subsuelos de Londres. Un hombre encuentra a una niña sangrando y, al ayudarla, toda su vida y lo que tenía por cierto y real se desvanece. “Neverwhere” ocurre en un mundo oscuro y desconocido, que queda justo bajo una de las ciudades más grandes de Europa. En su trayectoria conviven trabajos en todos los medios y formatos, pero se destacan sobre todo las novelas gráficas que hace más de diez años realiza junto a los más destacados dibujantes estadounidenses. Entre ellas están sus primeros trabajos junto a Dave McKean Casos violentos (1987), Orquídea negra (1988-89), La tragedia cómica o comedia trágica de Mr. Punch (1994) y otros seriales como Miracleman (1990), Wordsworth (1993) y Signal to noise (1989).

 

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