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Boca se aseguró el primer puesto del Apertura y sueña
Pito, matraca y papel picado

Con el título bajo llaves, los dirigentes ya planean la celebración, aunque en voz baja para no irritar a Carlos Bianchi. Partido homenaje, fuegos artificiales, desfiles y cenas figuran en las agendas directivas.
Sólo falta que suene el Disco Samba...

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Por Facundo Martínez

t.gif (67 bytes) El técnico no se cansa de repetirlo: “todavía no ganamos nada; hasta que matemáticamente nadie nos pueda alcanzar, no podemos sentirnos campeones...”. Pero la prudencia y la racionalidad de Carlos Bianchi, foráneas en el Boca exultante, corren por vías distintas a la de los dirigentes y los hinchas, como si las palabras del entrenador pudiesen retardar el futuro. ¿Qué es lo que hay que esperar?. “La vuelta es hoy”, piensan con el corazón los hinchas y los dirigentes del club. Y el problema es cómo resistir las ganas de gritarle a los otros el “somos campeones otra vez”, o cómo planificar la fiesta –y el rédito político que implica–, ahora, ya, tratando de no alterar el orden ni ofender al extranjero.
Pero la romería está tan próxima que los dirigentes no pueden esperar. Devorados por la ansiedad y anticipándose a los hechos, desde la semana pasada comenzaron a organizar los festejos por la obtención del campeonato Apertura. Aunque Bianchi todavía no quiera admitirlo, el triunfo de Talleres sobre Gimnasia –que le aseguró a los xeneizes el primer puesto en la tabla– fue la última señal que recibieron los dirigentes para poner en marcha sus planes. Claro que todo esto se ha hecho por lo bajo, como para no herir la susceptibilidad de Bianchi.
“Nos hemos juntado para ver qué podemos hacer pero no hemos definido nada”, le confió a Líbero uno de los altos dirigentes del club. “Lo único que está definido es la realización de un partido homenaje y una cena”, agregó. De todas formas, estos dos eventos estaban programados desde el inicio del torneo porque una parte de lo que Boca recaude será destinado al pago de los premios acordados con jugadores. “Lo importante es que comercialicemos el tema de la televisión para recaudar fondos suficientes para pagar los premios. La cena va a ser abierta a todo el mundo, sólo que el valor del cubierto será importante”, explicó.
Para los festejos también se ha pensado en un espectáculo de fuegos artificiales, por lo que los directivos del club ya pensaron en iniciar tratativas con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para obtener el permiso correspondiente. “Queremos que haya fuegos artificiales, pero sabemos que está prohibido por la Municipalidad, por eso vamos a hablar con ellos y con la AFA, porque también está vigente el tema de que no se pueden ingresar bengalas y pirotecnia al estadio”, dijo el dirigente consultado.
Estos preparativos no han sido bendecidos por Bianchi. Los dirigentes ni siquiera se animaron a comentárselo. Es que a esta altura de los acontecimientos, después de tantos discursos preventivos, promocionar los festejos es, para los directivos, ir al choque con la filosofía de Bianchi, en un momento es que no es nada aconsejable.
La relación entre el cuerpo técnico y los dirigentes parece estar un poco deteriorada, sobre todo después del conflicto por los premios que el preparador físico Julio Santella sostuvo con los directivos. Deterioradas a tal punto que han comenzado a circular algunos rumores sobre la posible desvinculación del técnico a fin de año (ver recuadro). La directiva que encabeza Mauricio Macri no hace caso a los rumores, pero sabe que el malestar en el cuerpo técnico persiste pese a la inminente coronación. Es consciente, también, de que para no ir a una ruptura deberán replantear algunas cosas.
Por ejemplo, olvidarse de vender algunos jugadores que para el técnico son fundamentales. “No quiero que me saquen ningún jugador”, les habría pedido Bianchi. El respaldo no llegó del modo que esperaba. “Yo me debo a Boca hasta el 13 de diciembre”, comentó con suspicacia Bianchi en uno de los pasillos del hall del hotel rosarino donde el plantel se alojó antes del partido del sábado, a pesar de que su contrato termina el 31 de diciembre de 1999. ¿Qué fue lo que quiso decir con eso?. Seguramente, dar un alerta. Ya es público que el Barcelona de España quiere llevárselo y le habría ofrecido un contrato de dos años, con una retribución de un millón de dólares anuales. Los medios de comunicación españoles le han dado mucha difusión al tema y ya hablan de Bianchi como del sucesor de Louis Van Gaal. Rumores o no, dan mucho que pensar. Aunque la fiesta esté en marcha.

 

¿Bianchi no se va?
Por D.L.

Por qué Carlos Bianchi se iría de Boca?. Hay que rastrear en su personalidad y en los antecedentes. Es un hombre de convicciones firmes. De esos que no dan segundas oportunidades. A la primera trastada, corta mano y corta fierro. Del conflicto con Macri por los premios a sus colaboradores se conocen pocos detalles. Pero si hubo traición, si quisieron “pasarlo”, Bianchi no perdonará y se irá de Boca. Si el cortocircuito con los directivos es menos grave de lo que se supone su estadía en Boca se extenderá pero no más allá de diciembre ‘99 cuando venza su contrato. Porque Bianchi no es de eternizarse en el cargo, porque sostiene que los triunfos son fugaces y porque “los mismos que te aplauden cuando ganás, te putean cuando perdés”. Muerto su deseo de dirigir la Selección, se reactualiza la cuenta pendiente con él mismo y es triunfar en Europa como entrenador. Lo intentó y fracasó con la Roma. Barcelona es un lugar estupendo para buscar la revancha, ahora o el año próximo.

 

Juego de semejanzas
Por Diego Bonadeo

Después de la gran noche de Racing contra Vélez el viernes, de la contundencia de Boca y los buenos momentos de Rosario Central el sábado, uno se ilusionaba con las perspectivas del San Lorenzo-Huracán del domingo. Por antecedentes más o menos cercanos, a partir de algunos rendimientos, es cierto que más individuales que colectivos, pero de todos modos prometiendo que los talentosos atrevidos como Guillermo Franco, el ascendente Tuzzio, los ratos del segundo tiempo de Gorosito y Raúl Estévez, Montenegro, Sixto Peralta, y por qué no Gastón Casas y Silvera, podrían darle al clásico del domingo los ingredientes como para disfrutarlo, uno se preparaba para ver y escribir. Pero no. Será para otra vez. No vale la pena. No fue ni siquiera un partido más. ¿O quizá las expectativas eran exagera-das?
Por eso es más justo y más conducente, hacer una rápida retrospectiva de Boca y Gimnasia, ya prácticamente con las cartas echadas. De este Boca que gana en Rosario el sábado, para muchos porque tuvo suerte, la misma suerte que tantas veces otros tuvieron y que tantas veces otros dejaron de tener.
Que de a ratos a uno lo haya entretenido y atrapado más Central, a partir de Walter Gaitán y Marcelo Carracedo y de a ratos Daniele, con el buen proyecto de jugador que es Rivarola aparentemente lastimado y fuera del circuito de los que más saben, con el agregado de la capacidad definidora de Maceratesi, no supone necesariamente que Rosario haya jugado mejor que Boca y, por lo tanto, merecido por lo menos, no perder. Lo que sí quedó en claro es que la declamada “consistencia defensiva” de Boca sobre la que escribíamos anteayer en Página/12 es tal, en la medida en que los que no quieren no pueden, no saben, o no se animan, la hacen posible. Rosario Central, por lo menos de a ratos, quiso, pudo, supo y se animó, y no le fue nada mal.
Pero lo de Boca, con recetas ofensivas diferentes pero también efectivas, se pareció un poco a lo de River ‘96/’97, en cuanto a que empatando o aún perdiendo “a la primera de cambio te pinta la cara y te abrocha”. Y así fue lo del sábado en Rosario.
Gimnasia es un equipo prolijo, con un plantel limitado, pero quizás exagerando el mensaje de su modestia cuantitativa en cuanto a futbolistas disponibles. Jugó algunos partidos contra equipos alternativos por obligaciones de la Mercosur, y por tercera vez en cuatro años pareció ir quedándose sobre el final. Con variedad de jugadores de nivel como Enzo Noce, Sanguinetti, San Esteban, Yllana, Troglio, Aurelio y especialmente Messera, no es a poco lo que se puede aspirar. Muchas veces pasa, que cuando se exacerba la humildad, no se aspira a demasiado más y se pierde de vista la grandeza.

 

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