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Algunos hablan de golpe de Estado,
la mayoría prefiere al ex golpista

La posibilidad de un golpe de Estado para detener el ascenso  electoral del ex golpista Hugo Chávez empieza a resonar en Venezuela. Un 56 por ciento quiere cambios radicales; un 13, una dictadura.

El ex golpista Hugo Chávez es recibido por oficiales del Ejército del que formó parte.
Chávez pidió a su antigua arma que garantice la transparencia en los comicios del 6.

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t.gif (67 bytes)  “Tenemos que afirmar que estamos a la vista de un posible golpe de Estado”, afirmó ayer el ex presidente venezolano Carlos Andrés Pérez, y a estas alturas eso parece lo único que puede parar la victoria electoral del ex golpista Hugo Chávez. El teniente coronel ya cuenta con casi el 50% de la intención de voto y una oposición irremediablemente dividida, mientras comienza a barajarse una respuesta violenta del “establishment” venezolano frente a un gobierno suyo. Lo que ya oyeron de los proyectos “chavistas” no es tranquilizador: “refundar la república”, “revolución democrática”, y (lo más inquietante) “depuración de los partidos”. Asimismo, estos objetivos (incluidos sus dejos autoritarios) parecen ser sumamente populares entre el electorado venezolano: ayer un encuesta reveló que el 56,4 por ciento de los ciudadanos de la capital Caracas apoya “cambios sociales radicales”, mientras que “bajo algunas circunstancias” el 23, apoyaría una dictadura.
En efecto, a estas alturas nadie sabe si el golpe vendrá como un pronunciamiento del ejército venezolano o como un “autogolpe” de Chávez si éste gana las elecciones. La popularidad de Chávez se generó a partir de su golpe fallido de 1992, y con su boina roja de paracaidista cultiva asiduamente la imagen de duro. El ex golpista, asimismo, no tiene ninguna paciencia con las cortesías democráticas y llegó a prometer en un mitin político que si era victorioso en los comicios, él iba a “freír cabezas en aceite” además de castigar cualquier “sabotaje” de algún legislador insubordinado con la “muerte política”. El ejército, por su parte, está debatiendo internamente la reforma de algunos puntos de la Constitución, lo que llevó al ex presidente Pérez a advertir sobre el peligro de un golpe de estado. Pérez, no obstante, se opuso al apoyo que dieron el partido tradicional Acción Democrática (AD) y el COPEI en favor del independiente Henrique Romer, afirmando que “se nos pretende encallejonar en una falsa disyuntiva luego de que los antiguos partidos lanzaran al desamparo a los candidatos hasta ahora vitoreados”.
Nadie había vitoreado demasiado al AD y el COPEI en las encuestas (quienes juntos apenas suman el 10% de los votos), y éstos tuvieron que echar forzosamente a sus candidatos para formar su actual alianza con el Proyecto Venezuela (PV) de Salas Romer. Ya el domingo el AD había expulsado a su candidato Lucio Alfaro Ucero, y ayer fue el turno de la “Evita” venezolana, Irene Sáez. Sáez renunció a su candidatura frente al COPEI luego de que la cúpula partidaria la desafiara, al emular a la de AD en apoyar a Salas Romer. La ex Miss Universo, quien cuenta con el 4 por ciento de las intenciones de voto, declaró que devolvía “la tarjeta verde (del COPEI) que nunca me perteneció”. Sáez estaba evidentemente furiosa por haber sido desechada por el COPEI y no se guardó en sus declaraciones a la prensa: “He aprendido lo que es la crueldad humana, he visto la maldad, he visto la traición”, afirmó emocionada, agregando que “quiero decirle al COPEI que no abandonen a Salas como hicieron conmigo”.
No todo está perdido para Sáez, quien a partir de su distanciamiento de COPEI fundó un partido independiente propio: el partido IRENE. “Si no estás con ningún polo, busca a Irene” es el slogan del nuevo partido que buscará el apoyo del voto femenino para realzar su actual abismal posición en las encuestas. Su imagen (que antes de que ella se sumara al COPEI llegaba al 35 por ciento) está ahora extremadamente mancillada, sin embargo, y la posición independiente está firmemente acaparada por Salas Romer y Chávez.
A sólo cinco días de las elecciones, la campaña se hace cada vez más estridente. Desde la AD se definió el conflicto como uno entre la “democracia y la dictadura” en el que se jugaban “las libertades públicas que disfrutamos los venezolanos” contra un hombre “todavía tiznado con la pólvora de la insurgencia”. Chávez contraatacó al dirigirse a “todos los hombres del AD y del COPEI para que no se dejen conducir como borregos. Dejen esas cúpulas, y vamos todos a construir una Venezuela nueva”. La Venezuela vieja parece ya haber tomado su decisión. “Chávez es nuestraúnica esperanza”, declaró una residente de la villa miseria Niño Jesús (adonde sólo intermitentemente hay agua), “él está con el pueblo”.

 

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