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Kissinger y el Presidente coincidieron en su crítica a la detención de Pinochet
Henry & Charlie, con la misma pasión

El ex secretario de Estado norteamericano Henry Kissinger, sobre quien el juez Garzón reúne elementos por su conexión con el Plan Cóndor, visitó a Menem y cenó con De la Rúa. Está preocupado por la situación de Pinochet y quiso conocer la visión argentina sobre el proceso al dictador.

Kissinger con el jefe de Gabinete, Jorge Rodríguez, y el viceministro del Interior, Jorge Matzkin.
Preguntó por Chile, por las Fuerzas Armadas, por la Alianza y por la deuda de Yacyretá.

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Por Martín Granovsky

t.gif (67 bytes) Mientras el juez español Baltasar Garzón reúne elementos para determinar su participación en los asesinatos cometidos por Augusto Pinochet en el exterior, Henry Kissinger busca en la Argentina elementos para componer su propio cuadro de situación: ayer llegó a Buenos Aires, se reunió con el presidente Carlos Menem y discutió con el gobierno el futuro del dictador, que podría ser el suyo propio si el FBI continúa desclasificando los documentos secretos sobre el golpe del 11 de setiembre de 1973.
Kissinger mantuvo contactos con Menem, con el jefe de gabinete Jorge Rodríguez y con el vicecanciller Andrés Cisneros, que lo recibió en la zona militar del Aeroparque. El ex secretario de Estado de Richard Nixon llegó en su avión particular. Después cenó con el candidato de la Alianza Fernando de la Rúa, que lo recibió en su casa privilegiando su papel de lobbyista por sobre su participación en la década más sangrienta de América latina.
Este diario pudo saber que Kissinger se preocupó por conocer la posición argentina sobre el caso Pinochet y sobre la situación política chilena tras la decisión británica de extraditar al dictador a España.
Menem y sus funcionarios le sintetizaron una postura doble:
ron2.gif (93 bytes)  El Gobierno piensa que Garzón está aplicando un principio de extraterritorialidad y pasa por encima de las leyes chilenas en la aplicación de justicia.
ron2.gif (93 bytes)  La detención de Pinochet y su posible extradición a España afecta la transición chilena, un proceso que aún no se completó.
–A Kissinger se lo veía muy preocupado especialmente cuando preguntaba por el estado de ánimo de los oficiales chilenos después de la detención de Pinochet –dijo a Página/12 un alto funcionario de la Casa Rosada que pidió reserva de su nombre.
En todo momento el ex secretario de Estado y consejero nacional de Seguridad de los presidentes Richard Nixon y Gerald Ford planteó su preocupación por Chile en términos de política internacional. Pero la investigación de la Justicia española lo acerca cada vez más a una situación de sospechoso por el tramado del golpe contra Allende y la extensión del Plan Cóndor, que coordinó la represión en la Argentina, Chile, Uruguay y Brasil, y quizás incluyó atentados y asesinatos en Washington y Roma.
El gobierno de los Estados Unidos acaba de desclasificar documentos hasta ahora secretos sobre los años de plomo en América latina.
Uno de los textos es la comunicación del embajador norteamericano en Santiago de Chile a su gobierno en el que describía la situación chilena en 1970 como “una democracia en descomposición”. Tal como publicó este diario en exclusiva dos meses atrás, Edward Korry definía así el panorama tras las elecciones que dieron el triunfo a la Unidad Popular de Allende: “Apesta”.
Otro de los documentos registra una reunión entre Kissinger, Nixon y el director de la Cia, Richard Helms. “Hay una chance en diez de salvar a Chile, pero vale la pena”, decía. Y agregaba detalles sobre la necesidad de reunir “a los mejores hombres” y disponer de “diez millones de dólares para comenzar, o más si es necesario”.
El 11 de setiembre de 1973, un cable de Patrick Ryan, teniente coronel de los marines y agregado naval en Valparaíso, informaba: “Allende fue encontrado solo y muerto en su oficina. Se había suicidado poniendo su ametralladora bajo su quijada y apretando el gatillo. Sucio, pero eficiente”.
Años después, ya con el gobierno demócrata de Jimmy Carter, que presionó a Pinochet para que respetara los derechos humanos, fue un agente del FBI, Robert Scherrer, quien descubrió el Plan Cóndor de coordinación represiva entre las dictaduras del Cono Sur. “Si bien no hay información directa que indique que se planean sanciones dentro de Estados Unidos, no está fuera de lo posible que el reciente asesinato de (el ex canciller de Allende,Orlando) Letelier en Washington pueda ser una acción de Cóndor”, escribió Scherrer en un informe a la Oficina Federal de Investigaciones. Letelier fue muerto en Washington, donde vivía exiliado, junto a su secretaria, la norteamericana Ronnie Moffit.
La secretaria de Estado Madeleine Albright acaba de pedir públicamente disculpas en nombre de su gobierno por la colaboración de los Estados Unidos con las dictaduras latinoamericanas.
El papel que jugó entonces Kissinger fue descripto de inmediato por el gran investigador argentino Gregorio Selser en un libro cuya exactitud confirmaron las revelaciones posteriores: “De cómo Nixinger desestabilizó a Chile”.
De ambos términos, Nixon no siguió en el cargo para disfrutar del golpe que había planeado. Renunció en 1972, después de que el Washington Post descubriera el espionaje a la oposición en el edificio Watergate.
Kissinger en cambio continuó en el gobierno hasta el golpe de 1973 y aun luego. Garzón acaba de pedir a los Estados Unidos que desclasifiquen un documento que probaría lo que el juez español ya tiene por un texto en su poder: el 10 de junio de 1976 se reunieron en Chile Kissinger y el entonces canciller de la dictadura argentina, César Guzetti. Garzón posee el documento según el que Guzetti pidió la venia para “aniquilar de una vez por todas la subversión” y que, según rezan las notas del encuentro, “el señor secretario de Estado a continuación dio su aprobación”. El juez quiere que Washington le entregue una copia certificada del texto.
Después de su paso por el gobierno, el Dr.K. instaló Kissinger & Associates, una consultora de lobbying internacional que influye en favor de gobiernos o empresas y recaba información política de primera mano.
Kissinger representa a varios clientes que tienen intereses en la Argentina, y aplica su actual realismo político para abonar el realismo económico de su trabajo:
ron2.gif (93 bytes)  El país le debe 700 millones de dólares al consorcio Eriday, que reúne a las empresas Dummez e Impregilo como proveedoras de la presa de Yacyretá.
ron2.gif (93 bytes)  El ex secretario de Estado maniobra también en favor de empresas norteamericanas interesadas en romper el embargo contra Cuba para no perder espacio en la isla frente a la competencia de las firmas de América latina, Europa y Canadá. En los últimos tiempos Menem varió su posición crítica hacia Castro por otra más pragmática, apta para evitar choques con el resto de los gobiernos latinoamericanos y garantizar negocios argentinos en Cuba.
Para aprovechar su visita a la Argentina, Kissinger buscó ayer elementos sobre la situación doméstica. Preguntó a Menem por el triunfo de la Alianza y a la noche prefirió recabar información de primera mano cenando en casa de los De la Rúa.
Un allegado al candidato presidencial de la Alianza informó a Página/12 que De la Rúa invitó a su ex secretario de Hacienda Adalberto Rodríguez Giavarini, al asesor económico de la Alianza José Luis Machinea y a la consultora en comercio exterior Beatriz Nofal.
Kissinger tiene buenos vínculos con el radicalismo desde que facilitó a Raúl Alfonsín contactos en Washington al comienzo del primer gobierno constitucional, en 1983.
El ex secretario de Estado contaba, además, hasta ahora, con una ventaja adicional: con su conversión en lobbyista profesional había logrado que pasara a segundo plano su pasado como artífice del complot que dio vuelta la historia de América latina en los años ‘70.
Las revelaciones del caso Pinochet dieron otra luz a su visita a la Argentina. Como si, por primera vez, la imagen del lobbyista eficaz no fuera suficiente para disimular el pasado que, ayer, le perdonaron el Presidente y el candidato opositor a la Presidencia.

 

Balza fue solidario

Martín Balza se solidarizó ayer con el gobierno y los militares chilenos al reclamar que Augusto Pinochet sea juzgado en su país. De paso, recordó los lazos de amistad que lo unieron con el ex dictador. “Tuve con él un trato muy estrecho desde el mismo 4 de noviembre del ‘91”, dijo Balza haciendo alusión a la fecha en la que asumió como jefe del Ejército argentino.
El militar argentino destacó que es la misma amistad que lo une ahora con el general Ricardo Izurieta, sucesor de Pinochet al frente del ejército chileno. “En Pinochet encontré siempre comprensión, respeto y vocación real por la unión de nuestros pueblos.”

 


 

El Mercosur finalmente salió a bancar a Pinochet

Brasil se oponía pero accedió a cambio de  que el nombre del dictador no apareciera  en el documento. Menem criticó a Garzón.

Los presidentes del Mercosur se reunieron en Río de Janeiro y emitieron el documento de rigor.
Lo más importante fue el apoyo al tirano disfrazado en una cláusula contra la extraterritorialidad.

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t.gif (862 bytes) El Mercosur se opuso formalmente a que Augusto Pinochet sea juzgado fuera de Chile. Los presidentes de la región incluyeron su reclamo en una declaración conjunta en la que se evitó mencionar con nombre y apellido al dictador. De todos modos, el sentido del texto es unívoco: pide el respeto al principio de “territorialidad” de la Justicia, en un claro rechazo a que el proceso que Londres inició contra el genocida prosiga su marcha en Madrid. Por si quedaran dudas, cada uno de los mandatarios debió salir a explicar presuroso que el pronunciamiento no implica un respaldo a la “conducta” de Pinochet.
La declaración fue motorizada por Chile y respaldada por Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y Brasil. El presidente de este último país, Fernando Henrique Cardoso, se había manifestado en más de una oportunidad contrario a la idea. Cardoso estuvo exiliado en Chile en los 60 y es pública su dura prédica contra Pinochet.
Pero una serie de gestiones cruzadas, entre ellas una personal de Carlos Menem, logró romper con la inflexibilidad del brasileño, quien pidió que el nombre de Pinochet no figure en el texto. De esta manera, Chile cumplió con un viejo objetivo: que un bloque con los principales países sudamericanos rechace el juzgamiento del dictador en el exterior, una postura radicalmente opuesta a la que mantienen la mayoría de los países europeos y también los Estados Unidos.
La declaración, el punto más fuerte de la XV Cumbre del Mercosur, es clara: rechaza “la aplicación unilateral y extraterritorial de leyes nacionales para constituir acciones que violan la igualdad jurídica de los Estados”.
También exige “la no intervención en asuntos internos que amenaza la convivencia” en la comunidad internacional. Esta vez los presidentes se olvidaron de hablar de la globalización, un término al que sí recurren cuando se trata de justificar las caída de las bolsas o el aumento del desempleo.
En el texto también se propo-ne la creación de un Tribunal Penal Internacional. Se lo sugiere como la mejor alternativa para resolver casos como el del dictador chileno, aunque en ningún momento se menciona a Pinochet. El intento de los mandatarios por “despegarse” del golpista fue notorio en cada una de las decla- raciones realizadas en Río de Janeiro.
“No debatimos la conducta de Pinochet, sino quién tiene soberanía y jurisdicción para juzgar”, señaló el uruguayo Julio María Sanguinetti.
“La posición de Chile se basa en la defensa de principios y no de personas”, agregó Frei. “Tengo horror a los dictadores, no tengo ninguna razón para defender a Pinochet, pero Chile es quien debe tomar las decisiones del caso”, se sumó Cardoso.
Menem fue la excepción. Aprovechó los micrófonos para criticar a Baltasar Garzón, el juez español a cargo de la causa y a quien el gobierno argentino calificó de “vedette” en repetidas oportu- nidades. “El ordenamiento jurídico está subvertido por las decisiones de algunos jueces”, lanzó. Fue una forma de blanquear el temor del Gobierno a que militares de la dictadura, a los que Garzón también investiga, tengan la misma suerte que Pinochet (ver aparte).
De todos modos, no se trata de una posibilidad que afecte únicamente a los militares y ex militares de Argentina. En los ‘70, las dictaduras proliferaron en el resto de los países que integran el Mercosur. Garzón también tiene bajo lupa la denominada “Operación Cóndor”, se trata del sistema represivo del Cono Sur, en el cual están implicadas las dictaduras de Argentina, Chile, Uruguay, Bolivia, Paraguay y Brasil.

 

Acuerdos

Además de la oposición al juzgamiento de Augusto Pinochet en el exterior, la XV Cumbre del Mercosur, que se clausuró ayer en Río de Janeiro,aportó otras novedades:
ron2.gif (93 bytes)   La firma de un acuerdo de extradición entre Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay, en su carácter de países miembro, y Chile y Bolivia, en su carácter de socios. El texto establece la obligación de los Estados integrantes de entregarse recíprocamente a las personas que se encuentren en sus respectivos territorios y sean requeridas por las autoridades competentes de uno y otro Estado para ser procesadas por la presunta comisión de un delito, a excepción de causas políticas.
ron2.gif (93 bytes)   La rúbrica de una declaración socio-laboral, un documento que reafirma los derechos individuales y colectivos de los trabajadores reforzando la dimensión social del bloque un acuerdo sobre “metas del plan trienal de Educación hasta el 2000”, para fortalecer la identidad regional y promover la calidad de la educación mediante la compatibilización de los aspectos curriculares.

 


 

CORACH Y EL PRESIDENTE SALIERON A DEFENDER DICTADORES
Guardaespaldas honorarios

t.gif (862 bytes) El presidente Carlos Menem desacreditó ayer el pedido de captura de la Justicia suiza contra el represor Jorge Rafael Videla por la desaparición de un joven de esa nacionalidad durante la última dictadura militar. “No tiene ningún fundamento”, opinó. En sintonía con su jefe, el ministro del Interior, Carlos Corach, consideró que el proceso judicial internacional que se sigue contra el ex dictador Augusto Pinochet “pone en peligro” a la actual democracia chilena y, en tono agresivo y sin privarse de recordar su presunto pasado militante, se preguntó “qué hicieron” Gran Bretaña y España cuando el militar era “el amo” en Chile.
“Los argentinos no vamos a tolerar la violación de la soberanía a partir del principio de territorialidad”, dijo Menem desde Brasil, donde se encuentra reunido con los presidentes de los países miembros del Mercosur. Es que la jueza suiza Christine Junod pidió la captura internacional del represor Jorge Rafael Videla en el marco de una causa abierta por la desaparición de Alexei Jaccard, en 1977, y no descartó la posibilidad de formular un pedido de extradición contra el ex dictador. “La jueza suiza debería saber que los militares argentinos fueron juzgados, hubo sentencias, y hubo una legislación de Obediencia Debida y Punto Final. Por estas causas, algunos militares quedaron en libertad y otros siguen detenidos”, dijo.
Luego, aprovechó la ocasión para reiterar sus críticas al juez Baltasar Garzón, el hombre que podría hacer correr a muchos militares argentinos la misma suerte que Pinochet si salieran del país. “Garzón se mete con nuestra gente y genera una situación insostenible. Yo le preguntaría si juzgó a uno solo de los colaboradores de (el dictador español) Francisco Franco. A uno solo nomás. Pero se meten con la gente nuestra y por eso hay que moverse con cuidado en este tema”, finalizó.
Corach amaneció con un discurso similar. En la puerta de su casa, tempranísimo, en su tradicional conferencia de prensa con los movileros explicó que “nosotros repudiamos la dictadura de Pinochet, pero no ahora, que es un anciano exiliado, escondido en Inglaterra, sino que lo hicimos todos cuando era dictador”. El ministro creó así su propia versión de la historia, ya que el dictador chileno no emigró de su país por razones políticas: viajó a Londres para operarse de una hernia, y quedó detenido después de la intervención.
El funcionario ratificó luego la posición argentina a favor de la creación de una corte internacional que juzgue los delitos contra los derechos humanos y de lesa humanidad, y opinó que Inglaterra y España “no nos pueden venir a enseñar a defender esos derechos ahora” porque durante la dictadura en Chile “jamás se ocuparon de ese tema”.
También dijo que en el caso de que se extradite a Pinochet a España “se debe considerar el aspecto emocional, por el que cualquier ser humano tiene satisfacción cuando se castiga o se habilita el castigo de un hombre que ha cometido graves crímenes dentro de un proceso autoritario del cual fue cabeza”, pero advirtió que “el tema debe ceder a las consideraciones que resguardan el orden jurídico nacional e internacional en el cual el principio de territorialidad es `angular’”.
Para terminar su explicación, el ministro intentó aclarar que “la posición de Argentina no es “de defensa del señor Pinochet”. “Estamos hablando de una definición de principios. Y la Argentina se caracterizó en su historia por tener principios muy claros en materia de derecho internacional y respetados por todos los países”, aseguró.

 

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