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IGNACIO COPANI Y EDUARDO ALIVERTI ESTRENAN HOY UN ATIPICO ESPECTACULO
Quieren decir que hay otra historia

En “20 años de historia argentina”, el periodista y el cantautor se propusieron un recorrido que apunta a definir “los sapos que los argentinos ya no se tendrían que tragar”. La dupla afirma que la une “una base ideológica común”.

Aliverti y Copani definen su espectáculo como una manera terapéutica de revisar la historia.
“No hay una bajada de línea, sino una autocrítica, y preguntas sobre varios acontecimientos.”

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Por Patricia Chaina

t.gif (67 bytes) “Me declaro tonto, no culpable”, es el subtítulo que eligió la novísima pareja artística que conforman Ignacio Copani y Eduardo Aliverti para el espectáculo que llaman 20 años de historia argentina. Un espectáculo de revisión a dos voces que se estrena hoy a las 22 en el teatro IFT y que repetirá mañana y el próximo viernes y sábado en el mismo horario. Según cuentan sus protagonistas, se trata de una puesta donde confluyen canciones, textos políticos, poesías y un sin fín de video editado para la ocasión. Por eso, cantante y periodista –que apuntan que, más allá de sus lógicas diferencias, tiene “una base ideológica común”– desarrollaron juntos un guión que se apoya tanto en la poética como en la ironía. A partir de allí, detalla Aliverti, se pasa a la reflexión, sostenida en la certeza de estar contando la historia de “los sapos que ya no se tendrían que tragar los argentinos”. Y completa: “Creo que el recital puede ser una manera terapéutica, para nosotros mismos y para el público, de revisar lo que pasó” desde el Mundial 1978 a hoy.
–¿Cuáles fueron las ideas centrales a la hora de diseñar esta historia argentina contemporánea?
Aliverti: Hay estructuras básicas que tienen que ver con hechos de los últimos veinte años, en un recorrido cronológico. Arranca con los goles truchos a Perú en el Mundial 78, pasando por Malvinas, el recupero democrático, el plan Austral, Semana Santa, la hiperinflación y los saqueos, y el menemismo. No incluye a De la Rúa, pero podría hacerlo. Queda el final abierto.
Copani: Si bien lo que más se conoce de Eduardo es su voz puesta al servicio de la labor periodística, y de mí las canciones pegadizas, que son las más difundidas, esta idea nos permitió utilizar cosas que los dos sabemos hacer y son menos conocidas de ambos, las poesías que recita Eduardo o mis canciones más comprometidas.
–¿En qué consiste ese ensamble de formas y contenidos?
Copani: En una propuesta dinámica, porque esos hitos no son anunciados, sino situaciones a las que nos referimos a través de textos o canciones. Quizá no ahonda en detalles, pero cada acercamiento es profundo y emotivo: no sobrevolamos situaciones, nos metemos en ellas para desentrañarlas y comprenderlas. Quizá eso explica ese subtítulo de “Me declaro tonto, no culpable”.
Aliverti: Es una apelación a la introspección: ¿Cómo me declaro? ¿Tonto?, ¿Culpable? ¿Las dos cosas? No hay una bajada de línea, sino preguntas sobre esos acontecimientos, y sobre la idea de recordar que en estos años esta sociedad muchas veces volvió a tropezar con la misma piedra. Asumir el “Me declaro tonto ...” ya es una postura autocrítica sobre un momento en el que fuimos casi víctimas. Pero esa tontería abre una puerta a la ingenuidad. Lo fuerte es contrastar con el propio espejo. Por eso en la estructura que ideamos, es fuerte el palo a palo sobre los sapos que hubo que comerse en estos años.
Copani: También tiene revelaciones como los artistas prohibidos durante la dictadura. No sólo se censuraban temas de Daniel Viglietti, también de Katunga, de Cacho Castaña, el tema “Jamás” de Camilo Sesto, o algunos de Gardel porque las guitarras no sonaban bien. Lo hacemos con coraje, y la seguridad de que todo está documentado.
Aliverti: En las pantallas van a poder verse los facsímiles con las listas de las censuras del Comfer, firmadas por los coroneles que prohibían a los artistas.
–¿Fue difícil ponerse de acuerdo en los puntos a desarrollar?
Aliverti: En tanto hay una base ideológica común, no. No somos personalidades que se juntan solamente a efectos políticos. Tenemos muchos puntos de contacto más allá de nuestras lógicas diferencias, y hay una trayectoria nuestra al servicio del compromiso ideológico. No fue difícilponernos de acuerdo. No dudamos en comenzar con el Mundial 78, sí en poner imágenes de los goles a Perú, o las imágenes de Daniel Passarella recibiendo la Copa del Mundo.
–¿Cómo reseñarían esa base ideológica común?
Aliverti: En nuestros ámbitos, los dos trabajamos temas de denuncia. Ignacio más cerca de lo que históricamente se denomina peronismo, y yo a la izquierda, pero la denuncia y el compromiso social es fuerte en ambos.
–Hablar de los últimos veinte años resulta a esta altura de los acontecimientos un cliché de la cultura democrática. Este año se han producido situaciones referidas a esa historia como las detenciones de Videla, Massera y Pinochet. ¿Cómo pensaron ustedes ese recorte temporal?
Aliverti: No lo hicimos por eso. Desde afuera, yo mismo pensaría que fue armado porque termina el siglo, porque se cumplen quince años en democracia, porque termina un ciclo con Videla en su casa pero preso... Pero no fue así. Empezamos a pensar esto en mayo, junio. La primera idea fue juntarnos para un recital. Y lo armamos antes de que el año desembocara en Pinochet, Massera y Videla presos. Es cierto que nos vino bárbaro, pero sería falso y oportunista decir que ésa fue la punta del ovillo.

 

Sobre el exilio y el exilio interior

Eduardo Aliverti e Ignacio Copani se conocieron personalmente en Corea del Norte, invitados ambos al Festival Internacional de la Juventud, en 1989. Aquí están resumidas algunas de sus experiencias de vida:
u Copani estuvo radicado en México desde 1978 a 1984. “Me fui porque me fui. Tenía familiares exiliados, y también desaparecidos, pero me fui con el pasaporte y el pasaje desde acá. Apenas llegué empecé a vivir la historia de ‘Me declaro tonto...’, porque conocí a los exiliados, y me hice parte de ellos. No me fui perseguido pero mi hermana estaba exiliada. Yo tenía 18 años y a diferencia de otros padres, los míos insistían en que me fuera. Milité en la UES sólo durante los primeros años de secundario. Por eso nunca me puse el traje de guerrillero heroico. Pero adopté la cultura del exilio apenas llegué a México, cuando dejaron de mirarme con desconfianza. Y no regresé a la Argentina hasta que volvió la democracia.”
u Aliverti empezó a trabajar en periodismo en 1976. “Para mí, hay un tramo del espectáculo que va desde el ‘78 al recupero democrático, donde puedo testimoniar con mi experiencia muchas de las cosas que sucedieron. Sobre eso permanece la sensación de sentir que fui coherente conmigo mismo: soy de los que hinchó por Holanda en la final del ‘78, quería que los ingleses ganaran la Guerra de Malvinas, y viví en un ambiente periodístico –el informativo de radio Continental– donde sí había acceso a la información de lo que ocurría en el país. Es decir, no había excusas para la ignorancia. Sin embargo, tuve que convivir y discutir con compañeros de trabajo que se compraron la historia del Mundial y Malvinas y creían en serio que con la democracia se come, se cura y se educa. Al buscar textos para algunas imágenes, recordaba las peleas y los silencios de aquellos años. No es una revancha personal, pero sí una reivindicación de mis posturas de esa época, ahora que parece tan fácil denunciar o decir cómo pudo haber ocurrido lo que ocurrió.”

 

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