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POR UNA AJUSTADA MAYORIA, LA CAMARA BAJA VOTARIA HOY POR SU DESTITUCION
Billy the Kid está al pie de la horca

En una atmósfera irreal, la Cámara de Representantes norteamericana empezó a debatir ayer la destitución de Bill Clinton, que podría ser aprobada hoy por un margen estrecho. El procedimiento distrajo a Washington de la ofensiva contra Irak, que prosiguió ayer por tercer día consecutivo.

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Bill Clinton con su vice Al Gore en el trasfondo: pasó el día monitoreando los ataques a Irak.
“Luego del voto vendrá la presión para que renuncie”, vaticinó su portavoz Joe Lockhart.


Por Mónica Flores Correa desde Nueva York

t.gif (67 bytes) Los estallidos del tercer bombardeo sobre Irak sonaron particularmente remotos en Estados Unidos, notablemente irreales, mientras los norteamericanos concentraban ayer su atención en el debate de la Cámara de Representantes, cuya votación decidirá hoy si este cuerpo acusa a Bill Clinton de haber cometido “serios delitos y ofensas” en las implicancias jurídicas del “sexgate” y, por lo tanto, si el caso pasa al Senado para que éste inicie el juicio de destitución de este presidente. La sesión tendrá un ingrediente inesperado de drama: Hillary Clinton se dirigirá a la bancada demócrata antes de la votación.
A decir verdad, toda la atmósfera estuvo impregnada de una brisa de irrealidad, de cuento algo fantástico y grotesco, en esta instancia extraordinaria en la que el país se encuentra consumido por una doble crisis, doméstica y externa. Uno de los clímax de la historia, por lo peculiarmente absurdo, pareció alcanzarse en la noche del jueves, cuando el electo presidente de la Cámara de Representantes Robert Livingston informó públicamente que había cometido adulterio varias veces, sin explayarse, por cierto, acerca del número de escapadas. Ayer, el republicano Livingston presidió el debate donde sus correligionarios abogaron por el juicio a William Jefferson Clinton, sosteniendo que su delito no era el affaire sexual con Monica Lewinsky sino el perjurio y la obstrucción de justicia en los que había incurrido a partir de esa aventura. Por primera vez, la Casa Blanca, a través del vocero Joe Lockhardt, dijo que el objetivo de un grupo de legisladores conservadores era expulsar al presidente. “Luego vendrá la presión para que renuncie”, advirtió Lockhardt. Hillary Clinton hizo un llamado a “la reconciliación” y dijo que la gran mayoría de los estadounidenses compartían su aprobación y su orgullo “por el trabajo que el presidente ha hecho en este país”. El presidente demócrata pasó la jornada calificada de “histórica” en el monitoreo del operativo bélico en Irak.
Esta es la primera vez después de 130 años que la Cámara de Representantes debate un “impeachment” presidencial. En febrero de 1868, la Cámara votó la iniciación del juicio de Andrew Johnson, que comenzó en el Senado un mes más tarde, pero la Cámara alta finalmente no lo destituyó. En la década del ‘70 y debido al Watergate, Richard Nixon renunció, negándose a someterse a la humi-
llación de la votación en la Cámara y del “impeachment”.
Emocional, cargada por momentos de mucho enojo, intensamente partidista y con argumentos que algunas veces fueron interesantes pero que tambien -otras veces– pecaron de banales, fue la sesión parlamentaria que empezó a la mañana y terminó a las 10 de la noche. Con el apoyo extrapartidario del ex presidente Gerald Ford y del ex senador y contendiente de Clinton en la ultima campaña presidencial Bob Dole, los demócratas habían pedido –y lo reiteraron ayer– que haya un voto de censura a Clinton en reemplazo del impeachment. Pero los republicanos se negaron a aceptar esa moción, argumentando que la figura de “censura” no es constitucional. Uno de los legisladores demócratas recordó en su pronunciamiento que, pese a la opinión opuesta de los republicanos, 14 de 19 expertos constitucionalistas habían dicho que la censura podía ser una alternativa válida para sancionar al mandatario.
Dick Gephardt, jefe de la minoría demócrata, fue uno de los primeros en hablar, rogando casi a la oposición que permitiese que Clinton fuesecastigado con la censura, a fin de ahorrarle al país, dijo, el espectáculo de un juicio en el Senado, en el que el centro de las acusaciones serán los esfuerzos presidenciales por ocultar la relación sexual con Monica Lewinsky. Pero los republicanos, alegando reiteradamente que la cuestión que se discutía no era el adulterio sino las mentiras en los testimonios de Clinton, se esforzaron en subrayar que su intento acusatorio era para demostrar que “nadie, ningún individuo, por alto que sea su cargo, está por encima de la ley”. Claro que en ningún caso quedó claro en qué punto había habido daños a la nación desprendidos del comportamiento de Clinton. Más allá de los argumentos, la fuerza de los números parecía ayer imponerse con una mayoría republicana en favor de juzgar a Clinton. Charles Schumer, legislador demócrata de Nueva York, admitió que “si no ocurre un milagro”, los conservadores lograrán salirse hoy con la suya y el Senado iniciará pronto el juicio, basándose por lo menos en uno de los cuatro artículos de la acusación de la Cámara baja. Estos puntos o artículos son perjurio ante el grand jury en el testimonio que diera Clinton en agosto, perjurio también en el testimonio que hiciera en la demanda por acoso sexual de Paula Jones, obstrucción de justicia y falso testimonio en las respuestas a la Comisión de Justicia del Congreso.
En un sondeo telefónico realizado por la agencia AP, 209 legisladores dijeron que votarán en favor del ‘impeachment’, mientras que 198 congresistas indicaron que lo harán en contra. Hubo 21 representantes que dijeron no tener aún una decisión tomada y 7 dijeron que no responderían. Entre los indecisos o que no contestaron, figuraron 8 demócratas y 20 republicanos. George Miller, demócrata de California, que se opone al juicio, no estará presente porque está recuperándose de una operación quirúrgica.
Al concluir la mañana, sólo dos legisladores habían anunciado que sus votos no coincidirían con la mayoría de su partido. Paul Mc Hale de Pennsylvania se autodefinió como “un demócrata profundamente desencantado” y dijo que votaría por el impeachment. En la otra punta del espectro, el republicano Peter King de Nueva York dijo que si bien condenaba la conducta de Clinton, ésta no merecía un juicio de destitución porque no había habido “un abuso de poder directo... un crimen comparable a la traición o el soborno”.
Analistas políticos en la TV comentaron que los cambios de opinión en los legisladores no favorecían necesariamente a Clinton. Uno de los observadores señaló que algunos representantes habían decidido “no votar por el juicio de destitución pero, en cambio, exigir la renuncia del presidente. “Con amigos así, ¿quien necesita enemigos?”, reflexionó un analista.

 


 

LOS NOTABLES OPINAN SOBRE EL JUICIO
Barbra & Bob & Theodore &...

t.gif (862 bytes) Estas son algunas de las opiniones fuertes que dan vuelta en Estados Unidos sobre el “impeachment”:
ron2.gif (93 bytes)  Bob Dole, ex senador: como candidato republicano a la presidencia en 1996, el ex senador Bob Dole argumenta en una columna de opinión publicada por The New York Times que una “solución razonable” para el conflicto del “impeachment” pasaría por una resolución conjunta del Senado y la Cámara de Representantes, consensuada por republicanos y demócratas, para censurar al presidente Bill Clinton. Dole, que se ha pronunciado a favor de que la Cámara de Representantes vote el “impeachment”, propone que el Senado “castigue” al presidente con una censura a su conducta en lugar de con un voto de destitución, a través de un complejo procedimiento parlamentario que, en cualquier caso, debería ser aceptado por Clinton.
ron2.gif (93 bytes)  William Buckley: escritor, analista político y editor, plantea en las páginas de The New York Times los siguientes argumentos a favor del proceso de destitución de Clinton:
1. “Su conducta fue vergonzosa; defraudó a los tribunales y al pueblo”...
2. “El indignado interés que atrajo sobre sus acciones agrava su culpabilidad”...
3. “Su defensa está basada en argumentos semánticos y legalistas.”
4. “La oposición popular al ‘impeachment’ es real, pero también el pueblo se opuso a la abolición de la esclavitud.”
5. “La verdadera prueba de la estabilidad constitucional es la de su utilidad para que el país se pueda liberar de una mal entendida fe en un líder indigno.”
ron2.gif (93 bytes)  Barbra Streisand: la actriz y cantante, como muchas otras estrellas de Hollywood, no ha dudado en pronunciarse sobre la actitud de los parlamentarios norteamericanos ante la votación del “impeachment”. “Quién podría imaginarse que íbamos a vivir en una época en la que los que han sido elegidos para ocupar un cargo público descuelgan sus teléfonos y desconectan sus terminales de fax para ignorar la voz del pueblo norteamericano.” La artista insiste en sus críticas a la actitud de los congresistas: “Durante los próximos días, nuestros cargos electos tienen la oportunidad de demostrar al pueblo que están por encima de las peleas partidistas y respetan la Constitución”.
ron2.gif (93 bytes)  Theodore Sorensen, asesor de Kennedy: “Respeten 43 millones de votos”. Theodore Sorensen, que fue asesor del asesinado presidente John F. Kennedy, reconoce de entrada: “Mentir bajo juramento, incluso sobre asuntos de sexo, es una actitud indefendible”. Pero también advierte que no puede justificarse por ello que “el partido que perdió las últimas elecciones presidenciales intente anular el voto de 43 millones de personas”. “Los comportamientos partidistas se han desbocado en Washington, y de ello tiene gran culpa la influencia de Newt Gingrinch (ex líder republicano) y de la extrema derecha religiosa”, agrega. “Pero tampoco tengo dudas de que el presidente es responsable de lo ocurrido. Hace falta valor para poder permanecer neutral.”
ron2.gif (93 bytes)  Thomas E. Cronin: “En gran parte, veo una especie de venganza de los republicanos, sobre todo por Richard Nixon”, analiza Thomas Cronin, rector de la Universidad de Whitman (noroeste de EE.UU.) y especialista en temas de la presidencia norteamericana.

 


 

Tercer día de furia, bombas e incertidumbre

Impactos de bombas lanzadas por los norteamericanos en instalaciones aparentemente militares.t.gif (862 bytes) La salida de la Luna hizo sonar ayer en Bagdad las salvas de cañón para saludar el inicio del mes sagrado musulmán de Ramadán; y al mismo tiempo se escucharon las sirenas de alarma que indicaban el comienzo de la tercera tanda de ataques anglonorteamericanos contra Irak. Luego de cinco series de bombardeos durante toda la noche, no se conocían detalles de daños y víctimas. Estados Unidos afirmó que fueron alcanzados 18 instalaciones militares y 19 sitios donde se alojarían armas de destrucción masiva, pero la organización humanitaria Caritas informó que también fueron atacados varios hospitales de Bagdad y el Pentágono admitió que uno de los blancos fue una refinería de petróleo en el puerto de Basora, a 500 kilómetros de la capital iraquí. El presidente iraquí Saddam Hussein pidió a su pueblo que “resista a los enviados de Satán”. El secretario de Defensa norteamericano, William Cohen, dijo que los ataques “no serán afectados por el comienzo del Ramadán”, pero fuentes del Pentágono dijeron que hoy podría terminar la operación “Zorro del Desierto”.
Las autoridades iraquíes afirmaron que varias universidades también habían sido bombardeadas y la Caritas informó que entre los hospitales bombardeados figura el Saddam Hospital, el mayor del país, y que sólo quedan dos hospitales en Bagdad capacitados para recibir heridos. Fuentes militares en Londres confirmaron la información y señalaron que los hospitales pueden ser “blancos legítimos” si esconden armas. Otro de los puntos atacados fue una refinería de petróleo en el puerto de Basora, a 500 kilómetros de Bagdad. El viceprimer ministro iraquí, Tarek Aziz, dijo que esto prueba que los objetivos de los bombardeos no se limitan a puntos militares o de seguridad. Cohen explicó que “ha sido un ataque muy limitado a una instalación que estaba proporcionando crudo ilegal”.
Hasta el momento, el balance oficial difundido por Bagdad contabiliza 25 muertos y 75 heridos, las mismas cifras dadas a conocer el jueves luego de la segunda tanda de ataques. El bombardeo de ayer se inició con una incursión de los aviones Tornado de la Real Fuerza Aérea británica (RAF), que hicieron blanco sobre la artillería antiaérea iraquí, y luego los bombarderos norteamericanos y los misiles Tomahawk disparados desde el Golfo Pérsico continuaron con el resto de los objetivos, entre los cuales figuraron las torres de transmisión de la radio y la televisión iraquí.
Fuentes del Departamento de Defensa norteamericano confirmaron que se alcanzaron 125 objetivos pero también admitieron que “no todo ha ido como habíamos planeado”. El Pentágono precisó que entre 400 y 500 misiles cruceros fueron disparados en la operación “Zorro del Desierto”: más del doble que los lanzados en 1991 durante toda la guerra del Golfo. Irak afirmó que 77 de estos misiles fueron derribados por la artillería antiaérea iraquí, pero fuentes militares británicas afirmaron que éstas han sido severamente dañadas y que su capacidad de defensa es muy baja.
El premier británico Tony Blair afirmó abiertamente que “hacemos todo lo posible para terminar con el gobierno de Saddam Hussein”, pero que no es “el objetivo de esta campaña”. Aziz, respondió diciendo que “si los estadounidenses y los británicos quieren detener su agresión poniendo condiciones, Irak no ofrecerá ninguna concesión”. Por su parte, las palabras de Saddam Hussein fueron más “espirituales”: llamó al pueblo a “seguir resistiendo en el nombre de Alá” contra “los agentes de Satán”, mientras el partido gobernante Baath pidió que se libre una guerra santa en la que “cada árabe tiene el deber de enfrentar a las fuerzas del mal”.
En el terreno diplomático, el Consejo de Seguridad de la ONU se reunió ayer para estudiar un proyecto de declaración presentado por Rusia, en el cual se condena “el recurso a la fuerza contra Irak”. El encuentro se postergó para el lunes sin que se llegue a un acuerdo sobre este punto. Dentro de los países con poder de veto que se opusieron al ataque, Rusia fue el que reaccionó más violentamente: retiró a sus embajadores en Washington y su canciller, Serguei Lavrov, dijo que en caso de continuar los ataques las relaciones con ambos países estarán “seriamentedeterioradas”. Sin embargo, la OTAN manifestó que Rusia no interrumpirá su cooperación política y militar con el organismo, tal como se especuló al principio del conflicto.
Las respuestas de China y de Francia, tradicionales aliados de Irak en la ONU, fueron más leves. Fuentes diplomáticas francesas indicaron que la Cancillería está preparando una propuesta para intensificar los medios de control de desarme y, al mismo tiempo, reforzar el control sobre los flujos financieros mundiales de petróleo para identificar los ingresos iraquíes derivados del comercio ilegal de crudo. Aziz respondió calificando de “deshonesto” e “hipócrita” a Chirac.
Cuando el lunes vuelva a reunirse el Consejo de Seguridad de la ONU, los bombardeos quizás hayan terminado. Para ese entonces, según confesó un diplomático que pidió el anonimato, “Estados Unidos no sabrá qué hacer”. Otro diplomático señaló que habrá que “construir un nuevo sistema de control de armas que funcione”, lo cual implica “la muerte anunciada” de la Comisión Especial de Desarme de la ONU (Unscom). Según Rusia y China, su jefe, Richard Butler, es uno de los responsables del ataque por haber elaborado un informe tendencioso para justificar la incursión anglonorteamericana. “Si Butler es una persona honrada, lo mejor que puede hacer es presentar la dimisión”, declaró el canciller ruso, Igor Ivanov.

 

OPINION
Saddam ganó otra vez

Por Claudio Uriarte

Por increíble que parezca, y pese a toda la lluvia de fuego y destrucción que Estados Unidos y Gran Bretaña desataron sobre el territorio de Irak, Saddam Hussein ganó la partida. Otra vez.
Téngase en cuenta el marco temporal. Hoy empieza el Ramadán, mes sagrado de los musulmanes, por lo que la orden de cese de fuego de Bill Clinton y Tony Blair es inminente. Pero además, es altamente posible que hoy la Cámara de Representantes norteamericana vote en favor de iniciar el juicio político al primero, con lo cual la presidencia norteamericana volvería a quedar paralizada durante mucho tiempo.
Entonces, las cosas vuelven al punto inicial. Saddam ha aguantado tres días de intensos bombardeos sin que su poder tambaleara. Eso se encargó de subrayarlo personalmente él mismo ayer, al aparecer ante la TV. Por más cuarteles, refinerías y fábricas de armas que le hayan destruido, ahora está listo para esperar el fin de los ataques y clamar victoria.
El próximo paso es la reanudación de relaciones con unas Naciones Unidas fuertemente irritadas por la acción unilateral de Washington y Londres. Saddam necesita el levantamiento del embargo comercial internacional declarado contra él después de su invasión de Kuwait y posterior derrota en la Guerra del Golfo. Para eso, la ONU debe certificar que Saddam ha terminado con todas sus armas y proyectos de armas de destrucción masiva. Hasta ahora, el gran obstáculo para hacerlo era el australiano Richard Butler, el jefe de inspectores de la ONU respaldado por Estados Unidos y Londres. Pero Butler retiró a los inspectores esta semana y elevó su informe de incumplimiento iraquí pasando por alto al Consejo de Seguridad, en lo que Saddam y sus aliados dentro del Consejo de Seguridad –Francia, Rusia y China– pueden construir ahora como prueba de parcialidad, removiendo al incómodo funcionario. Washington ha dicho que va a sostenerlo, pero no queda claro si Clinton mismo podrá mantenerse.
Así, entre el debilitamiento de la Casa Blanca y la mala prensa que va a tener EE.UU. a medida que se difundan imágenes de la destrucción y de las víctimas civiles de las operaciones de estos días, queda pavimentado el camino para que Francia y Rusia, cuya retórica de paz esconde en realidad el deseo de hacer negocios, maniobren un levantamiento parcial de las sanciones contra su cliente. Y el ataque angloamericano, que en realidad fue gatillado por el último incumplimiento iraquí, pasará a la historia como una de las piruetas finales del increíble presidente menguante.

 

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