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Jim Reid y el regreso  de Jesus & Mary Chain

Hace más de una década que los hermanos Reid patearon el tablero con "Psychocandy", un disco para la historia de los ochenta. Después, otras tantas tormentas eléctricas y... un largo silencio, roto recién ahora con "Munki", un volumen de nuevas canciones fantasmagóricas tan atractivas como siempre. Aquí, el artista conocido como “el locuaz de la familia” (se sabe, William no habla) explica por qué y cómo es que siguen insistiendo con su medicina dark.

”Yo sabía que Argentina iba a seguir adelante e Inglaterra quedaría afuera. Me hubiera gustado que ganara Inglaterra, porque no soy uno de esos escoceses que odian a Inglaterra. Pero sabía que iba a ganar Argentina... y no era el único: la mayoría de la gente en Londres quería que ganara la selección, pero todos tenían la sensación de que finalmente Argentina iba a ganar”. Jim Reid abre el juego hablando de una de sus pasiones, y a caballo del recuerdo aún fresco del Mundial de Francia le dedica un parrafito a su Selección. “Salvo por ese último partido frente a Marruecos, Escocia no anduvo tan mal. Contra Brasil y Noruega jugaron bien. Estoy conforme”.

Otra de las pasiones de Jim Reid en rigor, la principal es la música. Y es que Jim significa también William Reid, una dupla que a su vez significa The Jesus & Mary Chain. En actividad desde 1984, el grupo que le dio un giro definitivo al pospunk con Psychocandy, y que supo cultivar un buen monto de salvajadas diversas, acaba de dar una señal de buena salud con Munki. Un disco en el que se acercan un poco más a esa expresión de pop lijado por el punk que hay varios que parecen haberlo olvidado ellos ayudaron tanto a patentar. Un disco con las cualidades que J&MC, ahora completado por Ben Lurie y Nick Sanderson, nunca descuidaron: guitarras vibrantes y envolventes, voces subterráneas, sonido duro, directo. Y con el agregado de las voces femeninas de Hope Sandoval (ex Mazzy Starr, también participante del anterior Stoned & Dethroned) y Sister Vanilla, que le ponen un especial sello a “Moetucker” y “Perfume”. Un típico producto de la cadena de Jesús y María.

- ¿Qué pensás cuando alguien dice “Psychocandy es el disco de J&MC, el disco de los 80”?
- Es difícil, porque es un disco de mi banda, y me cuesta verlo de esa manera... Pero creo que fue importante en varios sentidos, le hizo entender a la gente que la música era algo que todos podían alcanzar. Que si querías podías empezar con una banda, crear cosas. Que no se trataba de conocimientos o habilidades técnicas, sino de darse una oportunidad a la propia imaginación. Eso fue lo más importante.

- Un postulado netamente punk.
-Sí, porque el punk nos hizo dar cuenta de lo que podíamos dar, creó una situación en la que había montones de grupos conformados por gente común, de la calle, y entonces todos veían eso y se pensaban: “Eh, yo también puedo estar en una banda, no es algo completamente extraño a mi entorno, si quiero puedo ir y sacar un crédito y comprarme una guitarra, aprenderme unos acordes, entrar a una banda y tocar”. Y eso es algo que no se olvidó.

- Munki abre con “I love rock and roll”, que escribiste vos, y cierra con “I hate rock and roll”, que es de tu hermano. ¿Son una especie de par perfecto, yin y yang o algo así?
- Se puede ver de ese modo y tiene sentido. Pero también tiene sentido si se lo ve en función de algo así: cuando yo digo “amo el rock and roll” estoy hablando específicamente de la música, por qué tocamos, las razones que nos llevaron en un principio a estar en una banda. Cuando William dice “odio el rock and roll”, bueno... tiene que ver con esa filosofía de las compañías, que terminan dándole más importancia a lo financiero que a sus músicos y les faltan el respeto constantemente.

- El disco trae también un homenaje específico, “Moetucker”. ¿No te parece que hay un montón de gente influida por Velvet Underground, pero muy poca que lo acepta?
- Definitivamente. Hay mucha gente que a través de los años fue tomando inspiración de Velvet Underground. El problema es que era una banda increíblemente buena. Es muy difícil estar influido por algo así sin que sea una simple copia, y creo que por eso hay músicos que niegan esa clase de inspiración. De cualquier manera, aquello que te lleva a hacer música estará con vos siempre. Yo hago música por ellos, y por los Stooges, y por los Ramones, y los Sex Pistols, y no tengo problema en que la gente lo sepa.

- Jesus & Mary Chain participó del Lollapalooza ‘92. ¿Cómo te sentís cuando giran por Estados Unidos? En varios sentidos, es un país medio jardín de infantes...
- Me gusta ir a Estados Unidos y tocar para ese público. Es un poco difícil definir a los estadounidenses, porque cada estado parece un país diferente. San Francisco es muy europeo, pero vas a Los Angeles y ni siquiera parece que fuera parte del planeta Tierra. Es un lugar extraño, pero al mismo tiempo creo que la cultura y la sociedad estadounidenses, a pesar de sus problemas, son muy interesantes. En el siglo XX la cultura norteamericana produjo el rock and roll, el pop art, el blues, las películas de Martin Scorsese. Estados Unidos le ha dado mucho, culturalmente hablando, al siglo XX. A veces es difícil apartarse del costado estúpido de Norteamérica, las cheeseburgers y todo eso, pero hay mucho más que eso. Creo que en cien años la gente mirará a este momento y toda la idiotez se habrá olvidado, las hamburguesas desaparecerán y quedará el rock and roll y Andy Warhol y Scorsese.

- ¿Qué impresión te produce la difusión de la música electrónica en todo el mundo?
- Para mí, en la música lo importante no es cómo se hace, sino lo vibrante que resulta. No creo que sea necesariamente nueva: uno puede recordar a Kraftwerk, que hacía eso en 1975. Pero se trata de empujar un poco los límites, y eso es bueno, y es bárbaro que haya gente haciéndolo. Prodigy, particularmente, me resulta muy excitante. Puedo imaginar a un pibe de 16 años que ve a Prodigy, y eso le cambia su vida. Me recuerda a mi adolescencia, viendo a Sex Pistols. Probablemente Prodigy sean los Sex Pistols de esta época.

Eduardo Fabregat
Aquella noche pre-bajón

Jim Reid dice tener “sólo algunos recuerdos” de la noche en que The Jesus & Mary Chain tocó por primera vez en Argentina. Era el 7 de julio de 1990, pleno y crudo invierno, y Obras Sanitarias semejaba una gigantesca heladera, una sensación profundizada por una asistencia de apenas 2500 personas. Fríos, también, fueron los hermanos Reid, que ganaron el escenario y lo abandonaron una hora después (¡menos que Prince!) sin pronunciar palabra. De cualquier manera, no era necesario: lo del grupo fue demoledor, un vendaval ruidoso que se apoyó fundamentalmente en Psychocandy y el entonces flamante Automatic, distorsiones y rugidos cavernosos desde detrás de una nube punteada por flashes estroboscópicos. En el estadio de avenida del Libertador, la fauna dark que había salido de sus cuevas en honor a semejante rareza -hay que recordar que recién se estaba activando el panorama de shows internacionales que después se convirtió en sana costumbre- supo festejar como correspondía un show vibrante. Y ese show sirvió como consuelo retroactivo cuando, al día siguiente, un maldito árbitro llamado Codesal cobró un dudosísimo penal dentro del área argentina, Goycochea no pudo repetir sus anteriores hazañas, y Alemania se quedó con la Copa del Mundo Italia 90. Qué bajón.