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Para quién filmo yo entonces... - Un crisantemo estalla en Cincoesquinas, de Daniel Burman
  Por JUAN IGNACIO BOIDO

Si existe algo así como un método argentino, el método sin duda se llama "hacerse el boludo". La frase fue acuñada por el secretario de Agricultura, Ganadería y Pesca Felipe Solá: "Para ser funcionario hay que hacerse el boludo". Y si le preguntan cuál fue el método, qué es lo que más tuvo que hacer para llegar a filmar su primera película, Daniel Burman dice exactamente lo mismo: "Hacerme el boludo. Es fundamental para hacer cine. Ese es el secreto de mi éxito".

Y el éxito es, en este caso, Un crisantemo estalla en Cincoesquinas, que ya recorrió los festivales de San Sebastián, Cannes, Sundance, Berlín, Biarritz, y que ahora, antes del estreno oficial en la Argentina (previsto para el 7 de mayo), va a Chicago y a Montreal. Una película corta -80 minutos- en tiempos de películas largas: "No aguanto más de una hora y media en el cine. De Titanic vi 45 minutos, me fui a comer, y volví para los 45 minutos finales. Me pareció muy buena".

Un crisantemo estalla en CincoesquinasSinopsis a cargo de Burman: "Todos los personajes son muy arquetípicos. Un judío ortodoxo que busca, en medio de la revolución, a un hombre que sospecha que es su padre. El otro, un tipo que trabaja la tierra, y que fue abandonado por sus padres, busca al mismo hombre pero para satisfacer una vieja venganza. El buscado es El Zancudo, un revolucionario, un guerrillero del monte que deviene en hombre fuerte del pueblo y, por último, en caudillo político. La película resulta de esas dos búsquedas y un chiste: lo que se ve como un acto político (el asesinato de un caudillo), no es más que un acto de amor".

Todo sucede en Cincoesquinas, y las coordenadas de Cincoesquinas son muy similares a las de Macondo, aunque no a las de Burman: "Vivo a cinco cuadras del Obelisco y odio el calor, los bichos y el campo. Supongo que uno filma sobre sus propios miedos, y es mucho más fácil hacerse el boludo y ponerlos en un paisaje lejano. Quería construir un diccionario de síntesis de Latinoamérica, y el mejor diccionario que había leído era el de Macondo. Cincoesquinas puede quedar a unos kilómetros de Lima, en el norte argentino o en algún lugar de Brasil. En cualquier lugar donde se den los elementos característicos de la historia latinoamericana: guerras circulares, inundaciones, una revolución que no se sabe muy bien para qué lado va. Digamos que usé música de Antonio Tarragó Ros, pero no por eso me voy a volver folklorista". Ahora, un ejemplo práctico de la sistemática aplicación del exitoso método: "No intenté alegorías a priori: cada personaje me servía y por eso está. Hay una puta española: la puse porque en casi todos los burdeles siempre hay una (se puede llamar La Rubia, La Francesa o La Gallega) que, por alguna cualidad en particular, es la más cara, la mejor, la que se acuesta con el capo del pueblo. En el extranjero, algunos críticos dijeron que se trataba de una alegoría del dominio de la madre patria en América. Para mí, la mina no es más que una puta que está con el poder, hasta que decide irse. El resto, la construcción ideológica que puede tener cada personaje, ya no depende de mí".

Burman empezó la película hace tres años, cuando tenía 21 y se presentó y ganó el concurso Telefilms 1995 del Instituto Nacional de Cinematorgrafía y Artes Audiovisuales, "aunque la película era lo más lejano de un film para tele". Con el premio pagó el rodaje de cuatro semanas en Colón, Entre Ríos. "La filmación fue muy acorde a esa cosa de epopeya berreta que tiene la película. Los extras se conseguían en las casas. Todos los días preguntaba cuánta película quedaba. Lo fundamental era contar lo que la historia necesitaba. Y eso me impedía jugar al virtuoso, hacer todas esas mariconerías que a veces uno intenta. Me obligó a ser muy sintético". El Ministerio de Cultura de Francia aportó para la post producción, y una preventa al exterior pagó el sonido. "La película tuvo un costo de 380 mil dólares, pero es una cifra mentirosa. En realidad costó como un millón: Pastora Vega trabajó por un futuro porcentaje de las posibles futuras ganancias, y Valentina Bassi cobró algo muy simbólico. Los provedores cobraron menos y los técnicos trabajaron de onda. El cine es un chiche muy caro".

Un crisantemo estalla en CincoesquinasAhora, de nuevo, el método: "El cine en sí no me parece algo muy importante, porque ninguna película va a cambiar el mundo. El cine es frívolo, efímero, y una desviación de recursos ilusoria y casi infantil en la que se gastan millones de dólares. ¿La idea de cine como contracultura? No, por favor. Una película argentina, con ese razonamiento, equivale a 500 mil vacunas contra la polio. Pero desde el momento en que se hace cine se acepta el sistema. Si no, hay que viajar a Chiapas y ponerse una capucha. Pero como soy cobarde, hago cine. Soy de la generación posterior a la dictadura, no soy hijo de desaparecidos, y tengo una idea supuestamente clara de la historia argentina y latinoamericana. Pero en estos últimos años se nos fue llenando de versiones y contraversiones de esa parte de la historia. Hay una sobreabundancia de información en términos contradictorios, lo que fue vaciando ciertos conceptos: ¿qué es la revolución: la de Mayo o la bolchevique?, ¿qué es el cambio?, ¿qué es la lucha? Quizás por eso mucha gente de mi generación haya decido ponerse los walkman y evitar, de esa manera, que les hinchen las pelotas. Y la película, creo, refleja esa confusión, porque no se sabe si El Zancudo, el tipo que encabeza la revolución, tiene más que ver con el Che Guevara que con Videla. Ese es el chiste: no dar esa información con la que la gente puede saber si el tipo es de los nuestros o de los otros. Ahí está mi ideología".

Burman ya terminó el guión de su segunda película, Esperando al Mesías, una comedia judía durante la última Navidad del siglo, en la que dos parejas intentan convencerse de que el grado de empatía es tal que les permite, al menos, pasar las fiestas juntos. Sabe -los faxes llegan a su productora- que en el extranjero es considerado algo así como un nuevo director latinoamericano, y que esperan otra de Macondo. "Pero la próxima película es muy cosmopolita, y ya estoy buscando la plata, afuera o en un crédito del Insituto: de alguna manera la voy a hacer". Burman, que también sabe de las diferencias entre hablar sobre una película y verla, dice: "Los voy a engañar, o, por lo menos, me voy a hacer el boludo".


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