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Gabriel Correa, Luis Herrera, Luis Ziembroski y Maria I. Aldaburu.la pista4 hace
" >   Por CLAUDIO ZEIGER

45 minutos, cuatro actores, una actriz, voces en off, trombones, trompetas y bombos. Por primera vez la obra poética (y la vida militante) de Néstor Perlongher inspira un espectáculo teatral. Se trata de La Pista 4, así que ortodoxos de la lírica y la dramaturgia, abstenerse.

Cuenta la leyenda (que en este caso es cierta, confirmada por mucho de sus amigos) que Néstor Perlongher escribió el poema “Cadáveres” en un viaje de Buenos Aires a San Pablo, en el año 1981, mientras abandonaba Argentina para instalarse en Brasil. Había tenido problemas políticos con la policía. Lo habían detenido y golpeado varias veces. Le habían aplicados los viejos edictos que hoy, en medio de la discusión sobre las “zonas rojas” (debate que sin dudas lo habría apasionado) amenazan con volver. “Bajo las matas / En los pajonales / Sobre los puentes / en los canales / Hay cadá-veres. / En lo preciso de esta ausencia / En lo que raya esa palabra / En su divina presencia / Comandante, en su raya / Hay cadáveres”. El propio Perlongher dio su voz a este poema, en un casete editado por Ultimo Reino un año antes de su muerte. Ahora, la voz resuena en una cinta sonora elaborada por uno de los integrantes de La Pista 4, Edgardo Cardozo, y en el recitado en vivo de los actores, en este espectáculo llamado también Cadá-veres y que, en rigor, es el primero basado en textos de Perlongher (aunque anteriormente su poesía haya sido integrada en muchos recitales y lecturas públicas, incluso de artistas del under no tan under, como Batato Barea y Fernando Noy).

Después de un largo período de experimentación, La Pista 4 se unió a la actriz María Inés Aldaburu para poner en escena estos Cadáveres aún con vida, a partir de hoy en Babilonia, durante los domingos de julio. Anticipan que la obra “puede entenderse casi como una pieza radiofónica de esas que nunca escucharemos en una FM”.

Cadáveres, el espectáculo, se fue fraguando en Experimenta ‘97 y en unos Encuentros de Poesía que Alda-buru organizó en la Reserva Ecológica por esa misma época. Para Luis Ziem-broski, uno de los miembros de La Pista: “Es una zona intermedia entre un recital de poesía y un esquema más teatral. Las voces salen por micrófonos y hay esbozos de actuación”. La no definición, al fin y al cabo, es una marca en el orillo de los hacedores de Esperes y Nada lentamente, un grupo que en verdad es una caja de resonancias de distintas artes y técnicas, y que ahora se lanza con esta experiencia de lenguaje y de sonidos.

PISTAS “Cadáveres” es un poema sobre los desaparecidos y los muertos bajo la dictadura militar. No es un manifiesto panfletario pero tampoco es un remanso de sereno lirismo. Los actores de La Pista 4 se encontraron primero frente a la voz seductora del poeta. Luego, fueron accediendo a la historia de este militante y teórico del movimiento gay. Hicieron así un aprendizaje que resumen como la necesidad de tener el oído atento a los matices: detectar el humor donde aparentemente arrecia la tragedia y, por el contrario, detectar a la tragedia agazapada allí donde todo parece ser una broma leve del lenguaje.

Dice Luis Herrera: “Lo que más nos impresionó fue la voz de Perlongher. Ya estábamos entusiasmados con su voz antes de enterarnos de muchas cosas acerca de él, tanto de lo personal como sobre su obra. Primero fue descubrir la sonoridad dentro de la palabra misma. Después descubrimos los valores relacionados con su valentía, con el hecho de haber sido un tipo militante del movimiento gay, fundador del movimiento homosexual en los 70”. Otra pista la da Edgardo Cardozo: “Tuvimos un largo carreteo con Perlongher. Arrancamos con su poesía como material de experimentación sonora. Hubo una larga etapa de pruebas con distintos instrumentos. Nos abrió un ima-ginario sonoro bastante grande, sobre todo en la combinación de los instrumentos y las voces. Usamos un trombón, una trompeta y un bombo. Preferimos que no estuviera la voz de él, por razones técnicas y también para distanciarnos un poco”.

Luis Ziembroski dice que el poema, que ocupa 18 minutos de representación sobre un total de 45, “es una alegoría llena de voces. Aunque está la dictadura militar no creo que el poema tenga connotaciones panfletarias, y creo que me di cuenta de esto cuando le encontramos la vuelta a su sentido del humor, que afloja cuando parece que la situación se va a poner solemne. Entonces es común que la víctima se transforme en victimario. Descubrimos que no hay voces inocentes. Y que no sólo es cuestión de voces. Nosotros estábamos experimentando con sonidos, escudados detrás de unos micrófonos donde el cuerpo no aparecía, y fue muy fuerte enterarse de cómo Perlongher había puesto el cuerpo en todo, en la poesía, en la política, como intelectual. El buceaba en un mundo muy corporal y muy sexual. Bueno, finalmente nosotros también pusimos el cuerpo en el escenario”.

Gabriel Correa, el cuarto integrante de esta Pista 4, da una clave más cuando se refiere al período de ensayo y error en el que se seleccionaron algunos poemas además del extenso Cadáveres (“La murga de los polacos”, “Erase un animal”, “Canción de amor para los nazis en Ba-viera y “Por qué seremos tan hermosas”) y se quedó afuera uno muy satírico llamado “SIGLAS”, en el que Perlongher utilizaba la enorme cantidad de sellos de la izquierda argentina para ironizar sobre su fragmentación. “Nos ponía en un borde peligroso, extraño. O en el lugar de los superados que miran con largavistas los años setenta, o nos llevaba a una postura panfletaria que tampoco queríamos. En todo caso nos dejaba al borde del cinismo”.

POR QUE “Por qué seremos tan perversas, tan mezquinas, tan derramadas, tan abiertas y abriremos la puerta de calle al monstruo que mora en las esquinas”, se pregunta la actriz frente a un micrófono, en las previas de un ensayo, en este solitario reducto del Abasto que parece persistir un poco caprichoso frente a tanta obra en construcción. María Inés Aldaburu, (que también es una de las autoras del Fausto criollo actualmente en cartel) conoció a Néstor Perlongher a fines de los setenta. “Yo era militante feminista y fue a través de ellas que lo conocí, antes de que editase su primer libro de poesía, Austria-Hungría. Una vez que vino de Brasil, le pedí que grabara sus poemas para que me que-dase el sentido de su recitado. Fue una grabación muy casera. Era admirable escucharlo recitar, la cadencia que ponía. Tenía mucho humor, mucha gracia. Y además tenía una gran comprensión política de lo que pasaba, inclusive sobre el feminismo”.

Sobre esa voz y esa historia personal empezó a construirse esta aventura neobarroca de explorar los sonidos en la palabra. Y ver hasta dónde se llega.