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MUSICA
Las canciones perdidas de Woodie Guthrie



EL PRIMER
TRABAJADOR

Al morir hace treinta y un años --víctima de una enfermedad que lo mantuvo en cama durante una década-- Woodie Guthrie dejó más de un millar de letras manuscritas. En el flamante álbum Mermaid Avenue, el cantautor inglés Billy Bragg y el rock sureño norteamericano del grupo Wilko se unen para ponerles música a esos textos. El brillante resultado no sólo recupera aquellas canciones condenadas al olvido, sino que incluso le devuelve a Guthrie toda la humanidad perdida en su camino al mito.

Por MARTIN PEREZ

Primero se escucha el beat festivo del bombo y el redoblante. Una guitarra, una armónica e incluso unos silbatos se suman inmediatamente. Cuando al primer verso le responde un entusiasta coro de borrachos, queda claro que no se trata de ningún disco homenaje. Más que un álbum de respetuosas versiones del gran cantautor norteamericano Woody Guthrie, parece el track que abre Blonde on Blonde, aquel disco en el que Dylan asegura jocosamente que “todo el mundo debería estar fumado”. Acto seguido, la inconfundible voz de Billy Bragg canta: “La otra noche o la noche anterior”. A lo que el coro agrega: “No voy a decir qué noche”. La historia sigue: “Con un amigo mío (no voy a decir qué amigo), nos acercamos a un viejo edificio (no voy a decir qué edificio)”. Y el relato lleva hasta un par de señoritas (“dejando afuera el nombre de las dos chicas”), una de las cuales asegura ser la nieta de Walt Whitman (“pero no cuál de ellas”).

Clásico instantáneo, de aquellos que maravillan y contagian, “La nieta de Walt Whitman” funciona como oportuno prólogo de intenciones y méritos de “Mermaid Avenue”, un disco firmado por Billy Bragg y Wilko --la conciencia izquierdista del rock inglés el primero, la nueva encarnación del clásico rock sureño norteamericano los segundos-- que está llamado a ser uno de los acontecimientos musicales del año. “Tuve que pelear para poder abrir el disco con este tema”, confesó Bragg recientemente. “Pero quería comenzar así porque deseaba que todos se dieran cuenta desde el primer momento de que no estábamos haciendo ninguna concesión. Que, lejos de reverenciar a Woody, lo estamos llevando de copas para después acompañarlo a su casa”.

EL MITO La historia detrás de “Mermaid Avenue” comenzó hace aproximadamente unos seis años cuando Billy Bragg se hizo presente en el Central Park de Nueva York para un concierto de homenaje al 80-o aniversario del nacimiento de Woody Guthrie. Su breve set --que incluyó un par de clásicos del cantautor así como otras tantas canciones propias-- impresionó a Nora Guthrie, la hija de Woody, a tal punto que -cuando ésta comenzó a imaginar que el millar de letras dejadas por su padre al momento de su muerte podían llegar a convertirse en canciones- decidió convocar a Bragg para proponerle el trabajo. “Billy tiene una forma de transmitir su mensaje sin ser pomposo, de la misma manera en que lo hacía mi padre”, explicó Nora.

“Para mí Woody Guthrie siempre ha sido el primer cantautor auténtico”, escribió Bragg en el prólogo de A Life, la histórica biografía de Guthrie firmada por Joe Klein. “Cuando el punk llegó en 1976, fue declarado el año cero. Por entonces era difícil conseguir alguna grabación de Woody. Además, cualquier cosa anterior a esa fecha era insignificante una vez que habías visto a The Clash. Pero, un momento: ¿quién había estado cantando slogans antifascistas incluso antes de que las guitarras eléctricas hubieran sido inventadas?”. El politizado Bragg --punk con su grupo Riff Raff, luego cantautor con guitarra eléctrica-- recién se familiarizó con los temas de Guthrie cuando comenzó a tocar en los Estados Unidos. El hecho de que Billy hubiera paseado su guitarra y sus canciones por la Unión Soviética, Nicaragua y las pusiera al servicio de huelguistas ingleses y norteamericanos ayudaba a la rápida comparación. “Pero los observadores más astutos sabían que yo apenas si continuaba una tradición que podía ser rastreada hacia atrás en el tiempo vía The Clash, Phil Ochs y Bob Dylan hasta llegar a Guthrie”.

EL DESCONOCIDO Cuando se comenzó a hablar del proyecto de Nora Guthrie, además del de Bragg se llegó a mencionar el nombre de Bruce Springsteen, otro de los eslabones de aquella tradición. Pero The Boss declinó la invitación (apenas si recibe alguna mención en el texto introductoriofirmado por Bragg e incluido en el CD); y se podría agregar que es una suerte que así sea, ya que seguramente el resultado final no hubiera resultado tan satisfactorio sin la participación de un grupo como Wilko. Dentro del rock alternativo norteamericano de los 90, el grupo de Jeff Tweedy recupera la mejor tradición setentista prepunk. El legado de Gram Parsons, la canción de Neil Young: aquel inmortal sueño americano de ruta y horizonte lejano que tanto ha fascinado a nativos y extranjeros. Surgidos de las cenizas de Uncle Tupelo, Wilko tiene dos discos en su haber antes de este “Mermaid Avenue”: el de su debut --A. M.(95)-- y Being There (96), un celebrado álbum doble, que ha sido comparado con el Exile on Main Street de los Stones. “Hubo un momento, no sé si cuando ensayamos en Chicago o durante la grabación en Dublín, en que sentimos la presión de estar trabajando con una leyenda”, confiesa Bragg. “Pero en realidad este disco que debería ser llamado Nora Guthrie presenta a Billy Bragg y Wilko; porque es ella la que nos recordaba todo el tiempo que usáramos la leyenda sólo como punto de referencia; que este disco era sobre el Woodie Guthrie desconocido y no sobre su leyenda”.

EL AUTENTICO “Este disco debutó en el puesto número 4 del ranking de comunistas contemporáneos”, bromeó Bragg desde el escenario durante la presentación del álbum en Washington D.C. “Es que, aunque les resulte difícil creerlo, hay mucha competencia”, agregó el cantante, que subió a la mayoría de los shows de la gira norteamericana (continúa hasta comienzos de agosto) luciendo una remera de la selección cubana de béisbol. Aunque en realidad debutó en el puesto 90 de la lista de Billboard que incluye los 200 discos más vendidos, Mermaid Avenue ha sido muy bien recibido por la prensa norteamericana. El disco --cuya grabación fue inmortalizada con un documental que será exhibido por la BBC2 inglesa y tiene segura continuación ya que contiene apenas 15 de los 40 temas grabados en Dublín-- sale muy bien parado ante cualquier comparación con las recopilaciones y homenajes que rodean la figura de Guthrie.
“Bragg y Wilko han redescubierto un Guthrie que les habla a ellos: el amante, el bromista y el cuestionador, así como el cantante de protesta”, escribió Jon Pareles, crítico del New York Times. “No es un disco para descubrir a Woody Guthrie, ni tampoco para hacerlo con Wilko o Bragg. Es algo personal, desde el cual se pueden observar los errores en la carrera de sus autores, para poder decir que ahora lo hicieron bien”, señaló el venerado Greil Marcus en Rolling Stone. Pero quien mejor describió los aciertos del disco es Robert Christgau, ex editor del Village Voice y otro de los mitos del periodismo musical norteamericano. “Sin deshonrarlo, Billy Bragg y Jeff Tweedy de Wilko han reimaginado a Guthrie. Son el par perfecto para concluir que Woody, lejos de ser el predecible totem trabajador y antifascista, era un rocker profético con mucho más para decir. Todo lo que necesitaba era una banda y un poco de libertad”. El título del disco, Mermaid Avenue, es una referencia directa de la calle del barrio neoyorkino de Coney Island en el que Woody Guthrie vivió sus últimos años. Allí fue donde, al menos hasta que debió ser hospitalizado en el Brooklyn State Hospital, víctima de una enfermedad cerebral, escribió las innumerables letras que decían todas esas cosas más que tenía para decir. La asociación libre de “Hoodoo Voodoo”, la melancolía de “One by One” o “At my Window Sad and Lonely”, el escepticismo y la duda de “Another Man’s Done Gone” o “Eisler on the Go” y la sexualidad de “Walt Whitman’s Niece” o “Ingrid Bergman”. Esta última, una suerte de poema erótico en el que el cantautor se presenta como una vieja montaña al tiempo que le pide a la actriz que toque su roca. “Ingrid Bergman/ Vayamos a hacer una película / A la isla de Strómboli”, canta Bragg, dándole voz a Woody. “Prefiero no pensar cómo hubiera sido IsabellaRossellini si su padre hubiera sido Woody Guthrie”, bromea Bragg cada vez que presenta en vivo el tema. “No deja de sorprenderme la ironía de que mientras hay demasiadas bandas en estos días obsesionadas con hacer música retro, las letras de Woody en Mermaid Avenue suenan como si hubieran sido escritas ayer aun cuando algunas tienen más de cincuenta años”. Es cierto: el mejor elogio que puede hacérsele al disco es la verdad, que suena como un álbum de Woody Guthrie, Billy Bragg y Wilko. “No me molestan los puristas del folk, ya que éstas son canciones nuevas”, agrega Bragg. “Después de todo, hay más de mil letras para que el que quiera vaya a revolver y haga su disco folk. Nosotros elegimos sus letras sobre Ingrid Bergman, los platos voladores y Joe Di Maggio. Porque, nunca está de más repetirlo, éste no es un homenaje a Woody Guthrie sino una colaboración con él”. En la que, además de Wilko y Bragg, aparecen Natalie Merchant, la violinista Eliza Carthy y el guitarrista Corey Harris. La banda de Woody, nada menos. El primer cantautor. Y el primer punk, según le gusta agregar a Bragg.