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Knut Hamsun en la Sala Leopoldo Lugones
La Cinemateca y la embajada de Noruega piensan en los espectadores hartos de la mediocridad de la cartelera actual: desde el 20 hasta el 28 de octubre ofrecen en el Teatro San Martín un excelente ciclo de películas basadas en los libros del premio Nobel noruego, entre las que descolla la imperdible Hamsun, dirigida por el sueco Jan Troell, con una actuación sencillamente monumental de Max von Sidow, que se proyecta el domingo 25 en tres funciones. Después no digan que no les avisamos.

Por JUAN FORN

En 1935, cuando Knut Hamsun era mucho más que un Escritor Nacional para los noruegos (“Es un patriarca, y así se ve a sí mismo”, confesaba su mujer Marie, a pesar de que él mismo se consideraba acabado después de recibir el premio Nobel en 1920), ese idilio aparentemente invencible se quebró de golpe: Hamsun manifestó públicamente sus simpatías por Adolf Hitler. En los años siguientes iría mucho más lejos: no sólo escribiría varios artículos “de propaganda” a favor de la ocupación nazi (llevado, por su anglofobia furiosa, a creer que el Reich daría a Noruega el rol de primera línea en Europa que Inglaterra le había arrebatado), además acudiría a un encuentro con el mismísimo Führer en un pueblo de los Alpes austríacos y, por si todo eso fuera poco, se atrevería a escribir la necrológica de Hitler para un diario noruego, aun sabiendo que pocas horas después, cuando Alemania se rindiera, él sería acusado de traición a la patria y repudiado por todo su país hasta la hora de su muerte.

Con ese material tan volátil como escasamente “comercial” y apoyo de producción casi nulo, el director sueco Jan Troell reunió en 1996 a Max von Sidow y un grupo de actores de teatro y realizó con ellos una película absolutamente excepcional, de dos horas cuarenta, que recorre paso a paso los últimos quince años de vida de Knut Hamsun y convierte esa traición aparentemente infame en una de las mejores reflexiones que dio el cine acerca del patriotismo.

EL ARTE DE LA GUERRA Un anciano armado de un bastón sale furibundo de su casa, arremete a palazos contra una gallina hasta matarla y entonces murmura: “Al fin un poco de paz”. Una mujer de cierta edad lo increpa con desesperación: “¿Paz para qué? ¿Escribiste algo hoy? ¿Escribiste algo en los últimos siete años? ¿Hiciste otra cosa que robarme la vida?”. El septuagenario Knut Hamsun mira impertérrito a su esposa y le contesta: “Paz para morir. Eso es lo único que quiero”. En el curso de las dos décadas y media siguientes (o dos horas y media de película), el Hamsun encarnado por Max von Sidow no conseguirá paz para morir ni dará respiro a quienes lo rodean, a tal punto que cuando estalla la Segunda Guerra, una de las hijas del matrimonio Hamsun le dirá a sus padres: “Al menos nos distraerá de las peleas de ustedes”.

MI LUCHA Hamsun aceptó con buenos ojos el gobierno títere que instalaron los nazis en su país, porque le parecía una alternativa infinitamente mejor que caer en manos de los archienemigos históricos de Noruega, los británicos y los rusos (otro ilustre “colaboracionista”, el finlandés Sibelius, disparaba con escopeta a los aviones soviéticos que sobrevolaban su casa, antes del pacto entre Hitler y Stalin). Fiel a su odio al industrialismo, Hamsun vivía casi como en el siglo XIX, en su granja sin electricidad en las afueras de Grimstad. A causa de su sordera y su desdén por los actos públicos, la encargada de recibir los múltiples honores locales y extranjeros era su esposa Marie, que había abandonado su carrera como actriz al casarse y a quien Hamsun le grita en determinado momento de la película: “¿Querías un rol para interpretar? ¡Ahí lo tienes!”. Marie, además, habla alemán, elemento providencial que los encargados de propaganda nazi en Noruega aprovechan al máximo. Hamsun, en cambio, no. Y en un momento culminante de su vida, cuando es recibido por el Führer e intenta en vano llevar la conversación hacia el destino que tendrá Noruega después de la guerra y la suerte que correrán los prisioneros de los nazis en aquel país (mientras que Hitler sólo quiere saber cómo escribió Hamsun La bendición de la tierra), se da el primero de los notables virajes de la película de Jan Troell: el escritor queda en una tierra de nadie, repudiado por sus compatriotas, que lo ven como un colaboracionista, y caído en desgracia para los nazis, que ya no lo necesitan.

ALSO SPRACHT MEISTER KNUT Con la rendición de Alemania, el matrimonio Hamsun es detenido. A Marie la condenan a tres años de prisión pero su marido ofrece un problema más difícil de resolver para las autoridades. Para ganar tiempo, lo trasladan a un psiquiátrico donde se lo somete a una evaluación de cuatro humillantes meses, que determinará si el anciano de 86 años está en sus cabales. Hamsun se da cuenta de lo que pretende el gobierno noruego: salvarse, con una muerte providencial, de un juicio ignominioso para todos. Pero lo que él quiere es precisamente eso: ser juzgado. Así se lo hace saber a médicos y enfermeras, a gritos: “¡No estoy senil, al menos no lo estaba cuando entré a este manicomio!”. A pesar de los intentos del jefe de psiquiatras por desentrañar el alma del artistatraidor y ganarse un lugar en la historia (aunque para ello deba sonsacarle a la pobre Marie los secretos conyugales que su marido se niega a comentar), Hamsun logra su propósito: es juzgado y encontrado culpable por los tribunales noruegos. La sentencia le importa poco. Otra escena magistral de la película lo muestra dormitando cuando se le lee la condena: para él, el juicio terminó cuando hizo su descargo (sin intentar en ningún momento defenderse).

PERSONA NON GRATA Repudiado hasta por los niños de su aldea (y repudiando él a Marie, a quien se niega a recibir cuando sale de la cárcel), Hamsun decide inesperadamente volver a escribir: después de veinte años de nula producción, redacta en pocos meses “una obra maestra”. Eso al menos es lo que dice su editor cuando lee el original de Por los viejos caminos (cuyo sugestivo subtítulo es “Con la capacidad mental disminuida”, en alusión a una frase del nefasto jefe de psiquiatras). El editor dice algo más a Marie (quien, no obstante el repudio de su marido, es la encargada de llevar el texto a la editorial): ese libro no se puede publicar en Noruega hasta después de la muerte de Hamsun. Marie mira desconsolada al editor: “¡Entonces no va a morirse! Ya ha hablado con Dios del asunto”. El empecinamiento del escritor termina derrotando al realismo del editor: en 1949, cuando Hamsun cumple noventa años, el libro se publica finalmente, generando un aluvión de críticas contradictorias. Pero a Hamsun le interesa sólo una: qué piensa Marie.

EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD El guión de Jan Troell es de una sutileza formidable. El espectador recibe de entrada los hechos tal como los conocieron en aquel momento los noruegos. Y progresivamente, en la misma medida en que va accediendo a los dilemas de Hamsun (primero frente a su mujer y sus hijos, luego frente a Hitler y al gobierno títere que instalan los nazis, más tarde frente al psiquiatra y por fin frente al pueblo noruego) se descubre cambiando sin querer de posición, casi justificando a Hamsun, hasta que ese formidable viejo canalla dice enfáticamente que no quiere perdón. Otro hallazgo del guión son los ecos que ofrece el matrimonio de Marie y Knut Hamsun de otras dos parejas legendarias del mundo literario: Sofia Andreievna y León Tolstoi (es más bien escalofriante el desdén que manifestaba el autor del Guerra y paz por su esposa, para aquellos dispuestos a creer al menos una décima parte de lo que escribió ella en su diario íntimo) y Erika y Thomas Mann (una de cuyas hijas, también llamada Erika, confesó antes de morir que Mann obligaba a su esposa a encerrar a los niños todo el día en la habitación más remota de la casa para que no lo distrajeran en su escritura). En cuanto al aspecto político, la película se construye como una cruza de Mefisto (la novela de Klaus Mann llevada al cine por Istvan Szabó, con Klaus Maria Brandauer) y aquel Enemigo del pueblo de Ibsen que hizo Steve Mc Queen antes de morir. Pero, a diferencia de ambas, el Hamsun de Jan Troell evita sistemáticamente toda épica, incluso en las escenas más poderosas (los memoriosos recordarán el rigor y la asombrosa austeridad que tenía una delas pocas películas anteriores del director sueco que se estrenó en la Argentina: La mujer comprada, con Liv Ullmann y Gene Hackman, última parte de su trilogía Los emigrantes). El elenco es impecable sin excepción, pero lo de Max von Sidow es de verdad estremecedor: hasta se da el lujo de que un anciano de noventa años parezca al mismo tiempo al borde de la muerte e inmortal. Cuando Marie Hamsun (Ghita Norby) dice a uno de sus hijos, cerca del final de la película: “Duermo poco porque papá habla a gritos con Dios toda la noche”, uno se imagina sin esfuerzo a Von Sidow hablando así con el fantasma de Hamsun: de pie, a gritos, en medio de la noche escandinava, impidiendo dormir al resto del equipo a lo largo de todo el rodaje.



Todo acerca de Knut

Knut Hamsun en la Sala Leopoldo LugonesSi bien la película de Jan Troell se proyectará el domingo 25 (a las 14.30, 18 y 21 horas) y el ciclo sigue hasta el miércoles 28, es el cierre perfecto para la se-mana dedicada a Hamsun en la Sala Lugones, que empieza el martes 20 con El telegrafista (de Erik Gustavson, basada en la novela Soñadores); sigue el miércoles 21 con La bendición de la tierra (de Gunnar Sommerfeldt, basada en la novela homónima); el jueves 22 con Corto es el verano (de Bjarne Henning-Jansen, basada en la novela Pan); el viernes 23 con Hambre (de Henning Carlsen, basada en la novela homónima); el sábado 24 con Vagabundos (de Ola Solum, basada en la novela homónima); el martes 27 con Dos plumas verdes (de Henning Carlsen, también basada en la novela Pan) y el miércoles 28 con El enigma de Knut Hamsun (de Bentein Baardson, basada en la biografía escrita por Robert Ferguson). Todas las películas se proyectarán a las 14.30, 17, 19.30 y 22, salvo Hamsun, cuyos horarios figuran más arriba. En la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín, Corrientes 1530, 10-o piso.