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Ceremonia en el estrecho de Magallanes entre Menem y Frei

Los presidentes argentino y chileno repitieron el abrazo que hace un siglo se dieron sus pares Roca y Errázuriz para superar los problemas limítrofes.

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Por Fernando Almirón
Desde Punta Arenas


t.gif (862 bytes)  A cien años del abrazo entre los presidentes Julio Argentino Roca, de Argentina, y Federicona08fo02.jpg (7943 bytes) Errázuriz, de Chile, que evitó el 16 de febrero de 1899 el enfrentamiento armado entre ambas naciones por razones limítrofes, Carlos Menem y su par Eduardo Frei repitieron ayer el gesto en el mismoescenario: a bordo de un buque de guerra de la Armada chilena navegando las frías aguas del estrecho de Magallanes después de su encuentro con una nave similar de bandera argentina. Bajo una leve llovizna, los mandatarios se sometieron a una compleja agenda ceremonial en un intento frustrado por repetir cada uno de los pasos que cumplieron Roca y Errázuriz, quienes ahora miran las aguas del sur desde sus respectivos monumentos de bronce, para sellar el tratado firmado un mes atrás, el 16 de diciembre en Buenos Aires, en el que se dio por terminado el diferendo limítrofe en torno de la zona de los Hielos Continentales. Sólo que esta vez el encuentro de las naves de ambos presidentes no se concretó en altamar tal como sucedió entonces. Fue en las menos intrépidas aguas de la bahía sobre cuyas orillas se levanta la ciudad chilena de Punta Arenas. De todos modos, Menem aseguró que este acto representó el logro más importante de su gestión.
En la ciudad de Punta Arenas, en el extremo austral del territorio chileno, el clima es impredecible. Por momentos el sol calienta sus calles empinadas y los techos de chapa de cinc a dos aguas, que se extienden desde las casas en las playas que de este lado del estrecho de Magallanes están bañadas por el Pacífico hasta más allá de sus breves serranías. A los pocos minutos la postal soleada se cubre de enormes y oscuras nubes que desatan intensos chubascos de agua helada sobre sus 170 mil habitantes, en su mayoría efectivos militares. La gente de este lugar asegura que no es extraño que una brisa de convierta en un ventarrón de 100 kilómetros por hora, para de inmediato volver a ser otra vez una brisa.
En este marco, con lluvias repentinas, fuertes vientos que llegan sin previo aviso y con una temperatura invernal en pleno verano, se produjo el histórico encuentro entre los presidentes Carlos Menem y Eduardo Frei, quienes no quisieron dejar pasar la oportunidad al cumplirse el centenario de otro encuentro memorable: poner la frutilla que corone el tratado que firmaron ambos mandatarios el 16 diciembre en Buenos Aires mediante el que se dio por terminado el litigio territorial en torno de los Hielos Continentales, aunque aún deban ser refrendados por sus respectivos poderes legislativos.
La ceremonia fue puntillosamente diseñada por las cancillerías con la participación de los jefes de la Armada de ambos países Y comenzó con la llegada de la nave insignia de la marina chilena, el buque “Blanco Encalada”, y el destructor argentino “Heroína” en los días previos al acto, cada uno de ellos acompañados por sus respectivas fragatas de escolta.
Ambos gobiernos también acordaron un protocolo que se podría denominar “de espejo”. Es decir que cada presencia de un país debería estar exactamente representada en la comitiva que acompañara al presidente del otro. A un canciller otro canciller, a un ministro de tal cartera otro ministro de esa misma cartera. Incluso: a dos miembros de la custodia presidencial en la nave que conducía al otro.
La ceremonia del “abrazo” comenzó con la llegada del presidente Frei y su comitiva al buque insignia de la marina chilena, el acorazado misilístico “Blanco Encalada”, que partió a las 14.30 desde el muelle Aldo Pratt de Punta Arenas rumbo a mar abierto, en el estrecho de Magallanes. Una hora antes había soltado amarras la nave de guerra argentina “Heroína”, sobre la que el presidente Menem descendió a bordo del helicóptero que lo trasladó desde el aeropuerto de la sureña ciudad trasandina.
Doce kilómetros mar adentro, después de unos cuarenta minutos de navegación, el barco chileno se puso a la par del destructor de bandera argentina “Heroína”. Ambas naves llevaban a sus respectivos presidentes instalados en los puentes de mando (Menem sin otro abrigo más que un trajecito gentil) mientras la tripulación, de estricto traje de gala, semantenía formada a lo largo de las cubiertas ornamentadas de punta a punta con banderines coloridos, además de banderas de chilenas y argentinas.
Una vez que los buque comenzaron a navegar en paralelo la zona del estrecho de Magallanes, donde las aguas del Pacífico se mezclan con las del Atlántico, desde el “Heroína” se comenzaron a escuchar las veintiún salvas de honor que dispararon los cañones argentinos apuntando al cielo por donde volaba un confiado helicóptero. Los inofensivos disparos fueron respondidos por los artilleros chilenos mientras las comitivas de ambos países observaban la escena desde una de las cubiertas del destructor “Blanco Encalada”. Entre ellos, además de Frei, sus ministros de Interior, Raúl Troncos, de Defensa, José Florencio Guzmán, y de Relaciones Exteriores José Miguel Insulza. Por la parte argentina se encontraban el senador Antonio Cafiero y los diputados que integran la comisión mixta que concretó el acuerdo por los Hielos, Marcelo Stubrin (UCR) y Fernando Maurett (PJ). También estaban Marcelo López Arias, y Eduardo Menem, entre otros legisladores.
Después de los honores ambas naves fueron en busca de aguas menos tumultuosas y enfilaron hacia la bahía de Punta Arenas. En ese lugar, al resguardo de los vientos, se produjo el traslado del presidente Menem que abandonó la nave argentina a bordo de una lancha para abordar el buque chileno donde su par chileno lo esperaba para concretar el anunciado abrazo.
A las cuatro y media de la tarde Menem subió la planchada del “Blanco Encalada” acompañado por el los ministros Carlos Corach, Guido Di Tella y Jorge Domínguez. Minutos después, bajo un cielo cubierto y una leve llovizna, ambos mandatarios finalmente concretaron su abrazo histórico con el que sellaron el término de ciento cincuenta años de conflictos limítrofes.
Antes de la foto para la historia, ambos presidentes destacaron desde la tarima instalada en la popa del barco la importancia de los acuerdos logrados entre ambas naciones, lo que justificaba las dificultades operativas que se debieron superar como para dejar grabado sus logros en un gesto similar al de los próceres.
Ambos mandatarios mantuvieron un encuentro en la cabina del comandante mientras la nave insignia de la Armada chilena retornaba a puerto. Allí ya los estaba esperando el barco argentino, al que también subieron los presidentes en una devolución de gentilezas. Aunque todos lo sabían, a nadie se le ocurrió recordar que el buque chileno formó parte de la fuerza de tareas de Gran Bretaña durante la guerra de las Malvinas, y fue adquirido por la Armada de ese país apenas terminó el conflicto bélico. Cosas de la guerra y la paz.

 

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