Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


LOS QUE AYUDARON A ZAFAR A DIAZ
La barra de Ramón

Los Borrachos del Tablón apretaron a los jugadores  y Menem llamó  a Pintado.  El triunfo de ayer atenuó la goleada sufrida con Boca.

juan pablo sorin intenta pasar la marca del defensor de argentinos.

bu05fo01.jpg (11867 bytes)

Por Carlos Stroker

t.gif (862 bytes) La continuidad de Ramón Díaz al frente del plantel millonario está asegurada por una gestión política dividida en tres partes. Primero, porque perdió con Boca; segundo por el apoyo que recibió, una vez más, por parte de la barra brava del club adentro y afuera de la cancha y tercero debido a que Carlos Menem en el medio de su pelea con Eduardo Duhalde y la Alianza por la re-reelección, preguntó sobre la situación de su coterráneo. “Tenemos que cuidarle el trabajo a los amigos riojanos”, confesó un hombre cercano al primer mandatario. Sin embargo, y tal como publicara este diario el jueves pasado, la determinación de mantener su lugar en el banco de suplentes se decidirá el día que finalice la primera ronda de la Copa Libertadores. Más aún, en Núñez esperan ver el final de la novela entre Daniel Passarella y la Asociación Uruguaya de Fútbol (ver páginas siguientes).
Luego de la derrota del miércoles ante Boca por la Copa Mendoza, muchos creyeron ver la caída del riojano, pero, vaya paradoja, eso lo salvó. “No íbamos a despedir al técnico después de perder contra Boca y menos después de un amistoso”, explicó a Líbero un dirigente muy importante del club. En River, dicen, los dirigentes nunca toman una decisión importante tras una derrota con su clásico rival. Eso sí, le dijeron a Díaz que empezara, en serio, a limpiar el plantel con miras de futuro. “Ese costo lo tendrá que pagar él, no nosotros”, señaló la fuente.
El fútbol que pueda desplegar River y su ubicación al finalizar la primera fase de la Copa Libertadores decidirán la suerte del entrenador. La caída ante Boca fue importante a la hora de la reunión del jueves pasado. En los pasillos, aquellos que pedían la discontinuidad de Ramón bajaron el tono. Ellos también entendieron que no era el momento.
La victoria ante Vélez hace ocho días tuvo un detalle llamativo y fue el respaldo, a través de cánticos, de la barra brava de River. “Oi, oi, oi, oi, es el equipo de Ramón”, cantaban. Pero no terminó en eso, sino que siguió con la publicitada visita de integrantes de la barra a los jugadores de River para que pusieran “todo lo que hay que poner”. Ayer, según la agencia Télam, un dirigente de River confirmó la “visita”. Apenas los jugadores salieron a la cancha para enfrentar a Argentinos, la barra volvió a respaldar al entrenador. Hubo otro dato llamativo: insultaron a Daniel Passarella. El mensaje parece estar no sólo dirigido al ex director técnico de River, sino también a quienes intentan repatriarlo, como Alfredo Davicce, Ricardo Grosso y César Traversone.
La situación de Díaz contó con un aval muy importante. Carlos Menem le pidió a Alberto Kohan que se comunicara con David Pintado, el jueves pasado, para conocer la situación de su amigo. Se enteró que aún era el técnico y que su trabajo estaba asegurado. Por lo menos, hasta que se decida lo contrario.

 


 

Garra y corazón para sumar
River ve a Boca en el espejo

Por J.J.P.

t.gif (862 bytes) La historia dice que River trazó sus mejores páginas sobre papel con prolijas letras de fútbol dorado y que Boca sólo escribe con sangre. Exageraciones que en el fondo contienen verdades, cuanto menos metafóricas. Por estos tiempos, River lo mira a Boca de reojo, con un recelo parecido a la envidia: al equipo de la garra y el corazón las cosas le van fenómeno mientras en los libros diarios de River se escribe más en el debe que en el haber. A tal punto la mano se viene barajando de este modo, que el equipo de Ramón Díaz, jugó ayer, contra Argentinos Juniors metiendo fuerte, peleando cada pelota dividida, escatimando toque, pero nunca coraje, mezclando gotitas de buen juego con cataratas de sudor. Las urgencias de un técnico en la cuerda floja se suman al orgullo de los jugadores y terminan involucrando a una hinchada que aplaude más fuerte una corrida de veinte metros para tirar la pelota afuera que un caño o una pared redonda. Este equipo que sigue sin elaborar el duelo de Francescoli, Salas y Ortega; que extraña a Aimar y a Gallardo y que todavía no maduró a los pibes Saviola y Alvarez, no jugó bien, pero le ganó merecidamente a Argentinos Juniors. Fue a buscar siempre, aunque se repitiera hasta la exasperación en el primer tiempo y llegó mejor en el segundo cuando Argentinos fue a buscar y el cansancio generalizado abrió algunos espacios. Fue victoria con un gol de carambola y otro a los empujones, pero para ellos lo que cuenta es que cuando lo miran de reojo a Boca lo tienen a la misma altura.

 

River la enamoró sobre el final
Por Diego Bonadeo

Con la primera diablura de Saviola, uno supuso que la motivación futbolística que la noche del sábado provocó en el Teatro de la Ribera Once corazones, la hermosísima operita futbolística reivindicatoria de la pelota y del juego que cantan, bailan y actúan Patricia Sánchez, Roberto Catarineu, Carlos March, Miguel Cantilo y Jorge Durietz, entre otros, podría extenderse en el codificado de ayer, dado que los protagonistas, River y Argentinos Juniors son, por historia vieja y también por memoria más reciente, dos de los clubes que más juegan en sintonía con el fútbol que le gusta a la gente, altibajos mediante.
Pero hubo muy pocas diabluras más. La distensión que en los hinchas de River provocó el “gol-try” del colombiano Angel, a quien poco le faltó para apoyar entre los palos de Pontiroli la definición del fútbol-rugby que se originó en un descomprometedor centrito de Lombardi que el arquero visitante no retuvo, fue solamente eso. Es que durante todo el primer tiempo la síntesis futbolística pasó por lo que hasta ese momento era el título de esta columna: “Atropellando la pelota”. Y ese primer tiempo tuvo el gol que hasta ese momento el partido se merecía.
No era que River no arriesgara, ni que Argentinos se refugiara atrás. No se trataba de “actitud” sino de “aptitud”. No se prestaban la pelota por no tomar riesgo, sino porque la perdían. Es la diferencia entre jugar al pelotazo y atropellar la pelota.
Después todo fue cambiando y mejorando. Aunque Angel seguía en duelos casi basquetbolísticos con Schiavi o Cocca, sin encontrarle la vuelta ni al desmarque ni al perfil para recibir, limitaciones casi atávicas del colombiano. Y al no aparecer ni Saviola, ni el “Polo” Quinteros, el poco fútbol pasó casi inexorablemente por la calidad, la picardía, el despliegue y especialmente la buena lectura del juego de Sorín.
Pero al mejorar la aptitud, mejoró la actitud. Y en especial con el ingreso de Cristian Castillo, y después de Placente, pasando Sorín a jugar más libre todavía por la izquierda, Argentinos ya no supo ni pudo rodear, ni esperar a River como lo había hecho hasta entonces para salirle de contra.
De todos modos, ya mejorada la posesión y el control de la pelota se jugó demasiado a la suerte y verdad de algún cabezazo salvador y el segundo de River definido después del enésimo tumulto por Castillo, marcó el principio de lo mejor de todo el partido, que fueron los cinco minutos finales. Con River atacando todo el tiempo y desde todos lados, ahora sí con tanta precisión como convicción. Y pudo haber y debió haber más. Con Sorín manteniendo hasta el final su nivel de todo el partido. Con Castillo enchufado para buscarse juego cerca de Astrada, Lombardi o Berti, o para circular a lo ancho y más de punta, como supliendo la inocuidad de Angel. Con Argentinos arrinconado y maniatado y, lo que es peor, sin la pelota. No porque no la quisieran, ellos también, para reivindicarla, sino porque River la enamoró sobre el final y se la llevó de luna de miel cuando casi no había tiempo.

 

PRINCIPAL