Por Javier Lorca
A la universidad
del próximo milenio no habrá quién la reconozca, vaticinó Gabriel Ferraté i
Pascual, rector de la Universidad Abierta de Cataluña. Su alusión a la incidencia de la
informática en la educación superior fue parte del bautismo de la sede que la
Universidad de Quilmes (UNQ) abrió en el ciberespacio. A través de un convenio entre
ambas casas de estudios, la UNQ creó el primer campus virtual de la Argentina, un espacio
académico en Internet que permitirá a los estudiantes entrar en cualquier momento del
día y desde cualquier lugar a sus aulas, la biblioteca y el bar, además de consultar a
sus profesores y la bibliografía. Por ahora, la oferta a distancia que ya cuenta
con 1200 inscriptos se limita a una licenciatura en Educación y a los cursos de
ingreso en las carreras que dicta la UNQ. La idea final es que, en los próximos
años, los alumnos puedan hacer todas sus estudios superiores en el campus virtual,
comentó Julio Villar, rector de la universidad del sur bonaerense donde estudian cuatro
mil alumnos.
Muchas clases y actividades académicas que hoy se hacen en forma presencial
implican una gran pérdida de tiempo explicó a Página/12 el rector de la
universidad catalana, en cuyo modelo se inspiró el campus virtual de la UNQ. Muchas
veces, la presencia de profesores y estudiantes es pasiva y no se justifica. Con la
enseñanza a distancia a través de las redes telemáticas, la educación se vuelve más
flexible, personalizada y accesible para más personas. Los alumnos pueden planificar su
estudio y aprender sin tener que compartir tiempo y espacio con los profesores,
dijo. La flamante universidad virtual de Quilmes cuenta con el auspicio del Ministerio de
Educación y, de hecho, la ministra Susana Decibe y el vicepresidente Carlos Ruckauf, así
como otros funcionarios públicos e integrantes de la oposición, participaron anteayer de
su lanzamiento. Para poner en marcha el proyecto, la UNQ invirtió alrededor de 150 mil
pesos en hardware y software (sobre todo en bases de datos). Todo fue realizado bajo la
asesoría de la Universidad Abierta de Cataluña, mediante un convenio que incluye
también la capacitación de los docentes de la UNQ.
Los estudiantes virtuales que, al inscribirse, obtendrán una casilla de
correo electrónico y la conexión con Internet podrán acceder al campus desde las
cincuenta computadoras que tiene la universidad (disponibles de 8 a 24) o desde sus
propias casas, si tienen el equipo adecuado. Una vez allí dentro, podrán comunicarse
(vía e-mail o chateando con quienes estén on-line) con sus docentes y también entre
ellos (para eso existe un bar ciberespacial), y consultar toda la bibliografía de las
materias, así como la incluida en la biblioteca. Los alumnos no van a estar solos.
Van a ser permanentemente asistidos, explicó Villar. Además de los profesores,
todos los estudiantes tendrán un tutor, que estará del otro lado de la pantalla todos
los días, entre las 9 y las 23, para atender dudas y responder preguntas. Y, de 9 a 3 de
la mañana, estará abierta una asesoría técnica. Nos vamos a ocupar de la
contención de los alumnos: tanto de sus problemas personales como académicos
contó Norma Risso, una de las asistentes pedagógicas. El principal problema
a resolver será el miedo a la herramienta tecnológica que traen muchos de los
inscriptos.
Toda la cursada se hará a distancia, excepto algunas actividades extraacadémicas y las
evaluaciones finales. Al comenzar las clases de cada materia, los alumnos recibirán un
manual de instrucciones y consejos. Por el momento, la universidad virtual sólo dictará
cursos de ingreso y una licenciatura en Educación (arancelada), dirigida a docentes con
título terciario que deseen uno universitario. Para el segundo cuatrimestre de este año,
la UNQ estima que podrá ofrecer por Internet dos cursos de periodismo: uno cultural, a
cargo de Pedro Orgambide; y otro de investigación, dictado por Rogelio García Lupo.
Ahora que aquí tienen un campus virtual dijo Ferraté, para el 2000
podremos superar las fronteras y crear un metacampus entre la Argentina y España,
auguró.
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