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“El arte debe ser para todos”

El grupo surrealista “Etcétera” protestó
contra la exposición oficial rifando libros y proponiendo “una feria itinerante y gratuita”.

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Por Mariana Enríquez

t.gif (862 bytes)  Ayer estuvieron en la puerta de la Feria, con “Libro Libre”, un evento en el que rifaron libros. Los acompañó “El Niño Globalizado”, una escultura que hicieron en forma comunitaria. Se trata de un chico desnutrido, que tiene en el estómago un globo verde que se infla “dándole de comer”, es decir, haciendo girar una rueda que a presión, llena de aire el globo/panza. Los responsables de esta puesta son los chicos de “Etcétera”, un movimiento poético-político que nuclea artistas y personas vinculadas con la cultura. No es el único movimiento de resistencia a la exposición oficial: desde hace ya dos años, un grupo de poetas –la Contra-Feria del Libro– se instala con un megáfono y un stand improvisado en Parque Thays, los fines de semana, a regalar textos de autores inéditos y a exigir, entre otras cosas, que la entrada sea gratuita. La gente de “Etcétera” sostiene que su propuesta es “revolucionar la realidad a través del arte”, según explica uno de sus integrantes, Federico Zukerfeld, que tiene 20 años.
Hace un año que trabajan, y lo hacen grupalmente. “La idea es que el arte puede ser trabajado por todos: queremos terminar con las inhibiciones. Somos un grupo de experimentación en todos los ámbitos: literatura, plástica, teatro”. Están trabajando en un local donde funcionaba la imprenta de las editoriales Insurrexit y Argonauta, que editaba a escritores surrealistas, movimiento con el que se identifican. “No creemos que haya sido un movimiento, sino un estado de las personas que siempre existió. Nos identificamos con las prácticas surrealistas.” Su concepción artística guarda relación con lo político: “La idea es que el arte no esté despolitizado y sea participativo, socializado”. Por eso estuvieron formando parte de los escraches de H.I.J.O.S., montando una obra de teatro en cada movilización. “Hacemos el apoyo artístico de las actividades de ellos”, explica Federico Lánger, otro de los integrantes de “Etcétera” que también tiene 20 años.
Los libros que rifaron en la puerta de la Feria son obras que fueron sacadas de circulación durante la dictadura, de editoriales que publicaban a los surrealistas. Y la protesta simbólica se basó en los siguientes principios: “la Feria tiene que ser permanente, en todo el país y no centralizada en Buenos Aires. Además, tiene que ser una feria de canje, democrática. No tiene que haber venta, y mucho menos cobrar entrada. La estética y la ética de la Feria del Libro es de shopping”, dicen. “Y, ya a mayor escala, nos manifestamos en contra de que los autores se queden con apenas un 10 por ciento de la comisión de los libros, mientras las editoriales se quedan con el resto. La Feria debe ser itinerante, además. Por eso el libro es libre, y esa es nuestra consigna. De última es una denuncia al capitalismo.”

 

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