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Ordenan la detencion delbanquero preferido de Menem
Final de fiesta para Moneta

Un juez le imputa el delito de asociación ilícita por la caída del Banco Mendoza. El banquero Raúl Moneta no se presentó ante el magistrado y está prófugo. Estudia su estrategia en medio de la conmoción que produjo su caída en la Casa Rosada.

Carlos Menem junto a Raúl Moneta. Este último armó un multimedia leal a los intereses del presidente.
Le allanaron la casa de Palermo Chico. El juez lo responsabiliza por el vaciamiento del banco.

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Por Susana Viau y Maximiliano Montenegro

t.gif (862 bytes) El juez federal Luis Leiva ordenó la detención del banquero menemista Raúl Moneta, amigo personal del Presidente y principal impulsor de la rereelección. Le imputa los delitos de “asociación ilícita, infracción a la ley penal tributaria y subversión económica” en el manejo del desaparecido Banco Mendoza. Por la tarde de ayer fue allanado el domicilio particular de Moneta y, al cierre de esta edición, el empresario se encontraba prófugo. El juez responsabiliza a Moneta, y otros directivos, del vaciamiento del banco, privatizado a fines de 1996 y cerrado el 8 de abril pasado, en favor de empresas vinculadas. Página/12 había revelado que poco antes de su caída, el Banco Mendoza fue un festival de autopréstamos. Y que, pese a estar al tanto, el Banco Central no sólo no intervino sino que encima otorgó redescuentos millonarios que, ni bien entraban por una ventanilla, salían por la otra, para financiar al quebrado Banco República, del propio Moneta. Sobre esa base, la fiscal comprometió también en la causa a Pedro Pou, acusándolo de incumplimiento de los deberes de funcionario.
En la orden de detención que libró el magistrado figuran, además de Moneta, otros nueve directivos del Mendoza, algunos de ellos conocidos empresarios mendocinos: Jacques Matas, Emilio Magnaghi, Hugo Emili, Eduardo Lede, Jorge Rivarola, Aberto Bande, Jorge Maldera, Benito Lucini y Juan Pablo Lucini, tío y primo de Moneta, respectivamente. Por pedido de Leiva, el juez de turno en el fuero Federal Penal, Rodolfo Canicoba Corral, dispuso el allanamiento en el domicilio de Moneta, ubicado en la calle Castex de Palermo Chico. El abogado de Moneta aclaró a los medios que su cliente no estaba prófugo y que se presentará ante la Justicia “cuando lo crea conveniente”. Dos de los ex directivos ya fueron detenidos: Emili y Rivarola, a quienes les fue negada la excarcelación. De presentarse, Moneta sería indagado y, como la imputación no es excarcelable, quedaría detenido al menos por 10 días, que es el lapso que tiene el juez para resolver su situación.
El juez imputa a Moneta haber otorgado préstamos a empresas controlantes del propio banco y/o vinculadas. También sospecha que conformó una “asociación ilícita” por la cual “un grupo de personas utilizó el Banco para su provecho”. La fiscal María Alejandra Obregón explicó que con la denuncia de subversión económica imputa “las supuestas irregularidades cometidas por los directivos que han llevado al vaciamiento del Banco en favor de empresas vinculadas”. El delito de asociación ilícita tiene una pena de 3 a 10 años de prisión y la subversión económica de 2 a 8 años.
Página/12 había publicado el 19 de abril documentación sobre los autopréstamos del Banco Mendoza. La historia es la siguiente. La provincia de Mendoza tenía dos bancos oficiales: el Banco de Mendoza y el Banco de Previsión Social. A fines de 1996, ambos fueron privatizados tras un proceso licitatorio cuestionado hasta hoy en la Justicia. Así, fueron fusionados bajo el nombre de Banco Mendoza, presidido por Moneta, con un 67% de las acciones en poder del Banco República (de Moneta), el 28 % de Magna Inversora (unión de empresarios mendocinos), el 3 % del gobierno provincial y el resto de los empleados.
Según surge de las actas de directorio, entre los principales clientes del Banco Mendoza estaban Moneta y los empresarios nucleados en Magna. Este es el detalle:
u Los préstamos a las empresas que conforman Magna sumaban 42.845.752 pesos. Discriminados de la siguiente manera: Mendoza 21, Grupo Uno y Jorge Estornell S.A. (Grupo Vila), por 12.439.026 pesos; José Cartellone, por 7.593.363 pesos; Grupo Pescarmona, por 5.343.000; Industrias Matas, 3.700.000; Grupo Nieto, por 3.500.000; Grupo Willinik, por 2.677.000 pesos.
u La Corporación de los Andes (de Moneta) tenía un crédito por 3,8 millones.
u Así, los préstamos a empresas controladas y/o vinculadas ascendían a casi 47 millones.
Semejante volumen de préstamos violaba cómodamente todas las normas del Central. Más aún, si se tiene en cuenta que, a diciembre del ‘98, el patrimonio neto del banco era de 42,2 millones de pesos, está claro que el Mendoza era un verdadero festival de autopréstamos. Entonces, el BCRA impedía prestar a empresas controladas más del 20% de la llamada responsabilidad patrimonial computable (RPC), es decir, aproximadamente el patrimonio. En tanto, las normas de “fraccionamiento de riesgo crediticio” prohibía prestar más del 2,5% de la RPC a una única empresa, sea o no vinculada. Cartellone o la propia Corporación de los Andes, de Moneta, superaban este límite. Para peor, desde mediados del año pasado, el Banco Mendoza asistió permanentemente al Banco República con créditos de corto plazo (call), por un monto que al cierre de la entidad superaba los 130 millones de pesos. Como tales préstamos fueron otorgados sin garantías, y eran de renovación automática, el juez consideraría a esas operaciones de “corto plazo” como un crédito permanente. De manera que dicho préstamo también sería computado como una operación a clientes vinculados.
Tales operaciones comprometieron seriamente la liquidez y solvencia del Banco Mendoza. Y Pedro Pou no desconocía la situación, dado que –como informó este diario– un expediente interno del Central, fechado el 27/11/98, ya advertía sobre la falta de “razonabilidad de las operaciones asignadas a los clientes”.

 

Menemistas en desgracia

La caída de Yabrán

La asociación con la Fuerza Aérea en tres negocios vinculados con la actividad aeroportuaria catapultó el crecimiento empresario de Alfredo Yabrán y ató para siempre su vinculación con el poder político. Su inescrupulosa expansión en el correo privado le costó atraerse a los enemigos que lo llevaron a su debacle final. OCA, Ocasa, Skycab, Juncadella y otras empresas sobre cuya pertenencia existe menor precisión jalonaron su avance sobre el sector y las actividades afines, como el transporte de caudales. Sospechado de actitudes mafiosas, terminó vinculado al asesinato de José Luis Cabezas, lo que le costó el camino hacia su destino final: desvinculado de sus empresas y el “supuesto” suicidio posterior.

El ocaso de Emir Yoma

La curtiembre de la familia Yoma llegó a ser la primera exportadora de cueros de América latina, financiando su expansión con cómodos créditos de la banca pública y generosos reintegros de parte de la Secretaría de Industria. Su suerte duró hasta que los verdaderos “méritos” de su crecimiento se hicieron públicos, y el Banco Nación, el Ciudad y el Provincia comenzaron a exigir la devolución de préstamos que, sumados, ascendían a 140 millones de dólares. Emir Yoma, cabeza del emprendimiento familiar y asesor personal del presidente de la Nación, primero perdió su conchabo en el Gobierno. Luego empezó a hacer maniobras para dilatar la ejecución de las deudas hasta que, finalmente, terminó perdiendo todo poder sobre su propia empresa, en retracción y al borde de la quiebra.


 

LOS INFLUYENTES DEL GOBIERNO NO PUDIERON SALVARLO
Impotencia de fin de mandato

Por Diego Schurman

t.gif (862 bytes) Un estricto “silencio de radio” ordenó ayer Carlos Menem apenas se conoció el pedido de captura de su amigo, el banquero Raúl Moneta. El Presidente logró su objetivo a medias: fue imposible evitar que trascendiera la desesperación de algunos hombres de su entorno, en especial la del senador mendocino Eduardo Bauzá, quien intensificó sus contactos para evitar lo que anoche parecía inexorable: que el financista íntimamente vinculado con el menemismo quedara tras las rejas.
Bauzá supo de la resolución del juez Luis Leiva con anterioridad a que ésta se plasmara en un pedido de captura. Y así se lo anticipó a Menem, según confiaron en el Gobierno. Pero lo que en algún momento pudo haber sido evitable –en Mendoza todos saben que el senador apadrinó a Leiva en su debut en la magistratura–, ahora resultaba un esfuerzo inútil.
Leiva se había inmiscuido en terrenos sensibles para el menemismo: los aeropuertos y los bancos de Moneta. El castigo le llegó en forma de recusaciones, solicitudes de juicio político y un pedido de “per saltum”. La ruptura se había concretado. Como sucedió con el juez español Baltasar Garzón y el porteño Mariano Bergés, investigador de violaciones a los derechos humanos uno y de irregularidades del Gobierno el otro, Leiva se ganó en la Casa Rosada, en estas últimas horas, los motes de “loco” y “vedette”, por su audacia a la hora de enfrentar estructuras del poder.
El nerviosismo en esferas del Ejecutivo comenzó en las primeras semanas de abril, al quedar en claro que la caída de los bancos República y Mendoza era imparable. A partir de que ambas entidades dejaron de pagar a los ahorristas, se sucedieron en el Banco Central reuniones de altísimo nivel. De ellas participaron Bauzá, Moneta, el titular de la Asociación Bancaria, Juan José Zanola, y el propio presidente del Central, Pedro Pou. Las soluciones que barajaron para poner un poco de elegancia al desastre financiero y político (se invirtieron casi 1400 millones de dólares para sanear los bancos provinciales de Mendoza y de Previsión, que Moneta iba a fundir en apenas dos años y medio de gestión) fueron transferir el República y el Mendoza al Banco General de Negocios o desguazarlos. Se impuso la última.
Tanto empeño para salvar de la hoguera a las dos entidades tenía su explicación: Moneta, como antes Marcos Gastaldi con el Extrader, fue uno de los banqueros emblemáticos de los diez años del menemismo. En ese sentido, su pedido de captura tiene un valor simbólico adicional e insoslayable. Moneta fue el hombre elegido para organizar los espectáculos que entretuvieron a George Bush y a Bill Clinton con las piruetas de caballos criollos, de los que es criador; puso su estancia de Luján para los asados de bienvenida y la cara para defender el rebalanceo telefónico por el que tanto batalló el Gobierno. Su banco, el República, exhibe el honor de tener en su conspicua cartera de deudores al propio presidente de la Nación a través de la empresa Saúl Menem e Hijos, la sociedad bodeguera que comparte con Carlos Spadone. Y Carlos Menem no pide créditos a cualquiera: las otras entidades a las que ha recurrido son el Nuevo Banco La Rioja, en manos de su amigo Elías Sahad desde la privatización, y el Banco Nación. El procesamiento de Moneta tienen un aspecto adicional. No sólo arrastra consigo a buena parte de las fortunas mendocinas. Compromete también a capitales del otro lado del Atlántico. Telefónica Española deberá explicar en Madrid –donde se sigue el asunto muy de cerca– qué reaseguros adoptó para elegir a sus socios.

 


 

Los socios del CEI buscan alejarse del ex banquero

Tom Hicks, titular del fondo que controla  el multimedios, decidiría hoy su  desplazamiento como presidente del holding.

Facsímil del adelanto de Página/12 del 19 de abril. El BCRA ya sabía de los préstamos de Moneta a sus amigos.

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Por Raúl Dellatorre

t.gif (862 bytes) Hace apenas una semana, Raúl Moneta fue designado presidente del flamante holding Argentine Media Investment (AMI), a través del cual República Holding y Hicks, Muse, Tate & Furst (HMTF) unieron sus participaciones en el CEI para controlar al grupo multimedios. Esta designación sería revisada hoy: tras una serie de consultas con inversores de Estados Unidos, Tom Hicks estaría decidido a desplazar al banquero prófugo de la Justicia, para evitar que su desprestigio salpique al grupo.
Oficialmente, voceros del grupo CEI (dueño de Cablevisión, Editorial Atlántida, Telefé, Canal Azul y la mitad de Telefónica de Argentina, entre otras empresas de medios y telecomunicaciones) respondieron que “el asunto Moneta es un problema particular y personal, que esperamos se solucione a la brevedad”, a la vez que dijeron “confiar en que se presente a la Justicia”.
Allegados al empresario mendocino, sin embargo, indicaron lo contrario. La orden de detención, de la cual se enteró en horas de la mañana, lo tomó totalmente por sorpresa. Tras el rechazo del pedido de excarcelación presentado por sus abogados, Moneta habría decidido cambiar de letrados patrocinantes para estudiar la estrategia a seguir. Mientras tanto, tratará de mantenerse lejos del alcance de la mano de los tribunales mendocinos.
“Raúl hace tiempo que no viene por acá: desde que Tom Hicks tomó el control operativo del CEI, se dedicó a pleno al negocio bancario, al que pensaba rescatar de una situación que ya era difícil”, confió otra fuente del grupo multimedios consultado por Página/12. En los hechos, el cambio de conducción del CEI ocurrió en diciembre pasado, cuando Hicks tomó a su cargo a través de su hombre de confianza en el país, César Báez, las riendas del holding. Moneta había asumido la presidencia del CEI en setiembre de 1998, tras el alejamiento de Ricardo Handley. El 29 de abril pasado dejó ese cargo, en una movida que llevó a Tom Hicks a la presidencia y a Báez al sillón de vice, formalizando lo que ya, de hecho, estaba ocurriendo.
Ya en el mes de diciembre estaba decidida la conformación de un nuevo holding, AMI, para concentrar los negocios multimedios en Argentina y Brasil (con intención de sumar posteriormente los emprendimientos de HMTF en Chile). Pero la resolución formal se demoró a la espera de que Moneta superara los traspiés de sus bancos (República y Mendoza), que lo mantenían con un alto grado de exposición pública. El 26 de mayo, cuando ya el Banco de Mendoza había dejado de funcionar, la devolución de los depósitos estaba asegurada y el personal reubicado, en el CEI pensaron que el trance estaba superado, y erigieron a Moneta como presidente del holding controlante.
Sumadas las participaciones de República Holding y HMTF, representan el 69,5 por ciento del capital del CEI, cuyo valor se calcula en 3100 millones de dólares. Pese a que formalmente Moneta tiene la participación mayor (36,8 por ciento), el paquete conjunto quedó bajo control de Tom Hicks, titular del fondo texano. El CEI, con una participación minoritaria del Citigroup (22 por ciento), pasó a ser una sociedad controlada por AMI. El objetivo proclamado era concentrar en manos de este nuevo holding la estrategia de expansión en el Cono Sur, con la mirada puesta prioritariamente en Brasil.
El recambio, en tanto, también apuntaba a un objetivo político: cambiar la imagen pública del CEI, asociada al propósito del presidente Carlos Menem de perpetuarse en el poder a través de la re-re. Esta caracterización no sólo estaba en boca de la mayoría de los analistas locales, sino que tuvo eco en la prensa extranjera. El País, de Madrid, y el Wall Street Journal, de Nueva York, presentaron a Moneta como “el amigo del Presidente”, describieron sus relaciones con el poder político y larelación entre sus negocios y “una historia de irregularidades, abusos de poder y tratos de favor”.
A siete meses del cambio de gobierno, Moneta dejó de ser un socio “funcional” para los capitales extranjeros. “Si se presenta a la Justicia, sabe que terminará preso por lo menos unos cuantos días”, confió a este diario un allegado al ex banquero. Si no lo hace, quedará en calidad de prófugo. En un caso o en otro, no es la mejor imagen para tentar a inversores extranjeros. Tom Hicks ya midió las consecuencias, y hoy tomaría la drástica decisión de desvincular a su socio local de la conducción de Argentine Media Investment.

OPINION

 

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