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CONVERSACION CON EL HUMORISTA FRANCES GEORGES WOLINSKI
“El humorista hace reír porque, en el fondo, no tiene la más mínima esperanza ”

Georges Wolinski es uno de los grandes maestros del humor gráfico francés. Satírico siempre, pornográfico a veces, profundo siempre, es el único humorista que entrevistó al Subcomandante Marcos. Hace pocos días, en México, participó de una muestra con gente de su raza. Allí también estuvo Miguel Rep. El encuentro de ambos no tuvo los rigores de una entrevista formal, pero el reportaje, afortunadamente, fue inevitable.

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Un Wolinski de puño y letra. El francés pregunta “¿Rep, viste a la morocha del segundo piso?”. Rep responde “La vi antes que vos”.

Por Miguel Rep

t.gif (862 bytes)  –Señor Wolinski, viajando uno nota las diferencias. Estamos en México, pero no le voy a preguntar por el humor mexicano. ¿Podría diferenciar y describir el humor de su tierra, el humor francés?–El humor francés no existe, el humor argentino tampoco, sólo el humor. Los humoristas son lo mismo en todas partes y pelean contra todos los mismos horrores. Pueden ser escritores, dibujantes, los conocí en el mundo entero. Conocí humoristas negros, árabes, judíos y son siempre los mismos hombres. Todos dicen: “Estoy solo y tengo miedo”. El humorista hace reír a los demás porque en el fondo no tiene la más mínima esperanza. No siente respeto, no cree en Dios. No tiene ningún consuelo, salvo el consuelo de tener una hoja y un lápiz.–¿Cuáles son sus obsesiones, Wolinski?–El sexo, el dólar, el franco... En realidad no tengo ninguna obsesión, ninguna pasión. Trabajo para ganarme la vida, pagar los impuestos y comprarle un abrigo de piel a mi mujer. No practico ningún deporte, todo me deja indiferente. El único deporte que me gusta practicar es la siesta. Pero sí me rodeo de gente que vive con pasión, si me reuniera con gente como yo me aburriría constantemente. Mi mujer es un ejemplo de ello. Ella es escritora, escribe novelas y ensayos, cuando la conocí era periodista y siempre está muy ocupada. Le estoy muy agradecido a mi mujer, porque sino fuera por ella yo sería gordo, sucio y alcohólico. –Usted hizo un libro sobre Mitterrand, donde noté cierta simpatía y elegancia en el trato. Un político ¿mejora cuando se muere?–En el caso de Mitterrand, tuvo una muerte muy emotiva, rodeada del afecto de los franceses y, hoy, a cuatro años, parece que los franceses se olvidaron de él. En el pueblo donde enterraron a Mitterrand había tiendas donde vendían sourvenirs de él, y están cerrando una tras otra, están quebrando. Y en el caso de Pinochet, todavía no está muerto, pero no creo que quede mejorado por la muerte. Bueno, no voy a comparar a Mitterrand con Pinochet, yo tenía respeto por él, lo conocía, comí con él, y te puedo decir que cada vez que Mitterrand hablaba nadie más hablaba. Quiero agregar que los dibujantes en Francia tienen una relación muy cercana con los políticos. Lo comenté con un dibujante japonés y él me dijo que esto sería inconcebible en el Japón. Ningún hombre político se acercaría a un caricaturista porque los consideran seres repugnantes. En Francia hay una gran tradición de humor político. Desde que se inventó la imprenta, prácticamente, que existe la caricatura política. Tuvimos grandes dibujantes, como Daumier, revistas famosas. Y aprovechamos esta tradición, y nos respetan los políticos, y nunca se sienten ofendidos por las caricaturas que tanto mis colegas como yo les hacemos. ¿Y en la Argentina, Rep, existen las mismas relaciones con los hombres políticos?–Pienso bastante como el japonés, pero al revés. Allá son los políticos los que no se quieren acercar al humorista. Y me sorprende bastante este acercamiento que me cuenta existe en Francia, lo que me lleva a preguntarle ¿esto habla de una madurez del político francés, o de inmadurez de los humoristas?–Buena pregunta. Es cierto que, cuando uno conoce a un político personalmente, es más difícil hacer dibujos agresivos sobre él. No es que me los encuentro seguido, pero sí de vez en cuando tengo relaciones cordiales con alguno de ellos. Por ejemplo, le hice un reportaje al presidente Chirac, y se portó de manera muy agradable. De hecho, en mis dibujos trato de señalar las contradicciones de los hombres políticos, no de lastimarlos. Creo que nuestro trabajo consiste en enfatizar las contradicciones que existen en ellos. Mi amigo Siné, por el contrario, considera que un dibujo por el cual no lo quieran enjuiciar, no es un buen dibujo.–El humor pornográfico ¿es subversivo?–Es muy difícil que una mujer se sienta ofendida por un dibujo pornográfico, varias se ríen, ésa es mi experiencia. En los años 60 era muy provocativo, subversivo porque no existía el humor pornográfico,bueno... sí... pero se lo escondía. Pero las cosas cambiaron, al menos en Francia. Ya estamos un poco más libres que en otros países. Lo que me sorprendió en las últimas ferias en las que participé es que las mujeres eran más numerosas a la hora de comprar mis libros “pornos”, muchas más que los hombres. Es muy difícil que la mujer de hoy se sienta ofendida por ese tipo de trabajos. No se escandalizan.–Yo no pregunté acerca de si subvertía los valores de la mujer. En realidad, yo tendía a averiguar si en una sociedad tan correcta, tan pulcra como quiere presentarse hoy, la pornografía no tendía a correr los límites. No con la mujer, con la sociedad toda.–Es verdad. Pero hay una diferencia entre mi pornografía, la de Reiser, la de Rep, con las demás, y es la de que en ellas respetamos a la mujer. Con lo cual me estoy encerrando en mis propias contradicciones, digo que el humor es la falta de respeto, y ahora digo que respeto a las mujeres. Entonces creo que, realmente, les tengo miedo.–Mr. Wolinski, usted es el único humorista gráfico que entrevistó al Subcomandante Marcos en la selva, en los primeros tiempos del levantamiento zapatista, ¿puede contarme la experiencia, desde el primer contacto hasta la publicación del reportaje?–En Francia yo leía los textos de Marcos en el diario Le Monde y me impresionó el humor y la fantasía que él ponía en ellos. Entonces, cuando en Charlie Hebdo, el semanario para el que trabajo, se decidió hacer un reportaje sobre el Sub Marcos, me preguntaron si me interesaba y yo les dije ¡sí! Así que me vine a México acompañado por un periodista, y sabía que en México estaba Françoise Scarpit, de L’Humanité, y sabía que ella estaba interesada en el conflicto de Chiapas y que tenía los medios que había que utilizar para llegar allí, así que recurrí a ella. Viajamos en avión hasta San Cristóbal, luego en carro hasta La Realidad, y ahí nos encontramos con indígenas que se encargaban de recibir extranjeros que pedían audiencia con Marcos. Había periodistas de varias nacionalidades, y entre ellos nadie se hablaba, lo que me parecía algo muy raro. Pasamos allí varios días, en La Realidad, nos bañábamos en el río, un indígena nos cocinaba por la noche. Y pasaban y pasaban los días, y nada. Entonces un día le dije a aquel indígena: “¿Sabés qué? Mañana nos tenemos que ir”. Y me dijo que por qué no le escribía una carta. No se me había ocurrido. Se la hicimos. Y junto con esa carta mandé uno de mis libros con un dibujito dedicado al Subcomandante Marcos. Y al día siguiente llegó un joven con una carta escrita por computadora. Era de Marcos, que me pedía que por favor lo esperara un poco más. Dos horas más tarde llegó otro joven que simplemente nos pidió que lo siguiéramos. Pensamos que íbamos a caminar mucho, y llevamos agua, comida, ropa y resulta que era ahí, cerca nomás. Y Marcos estaba ahí, sentado bajo un gran árbol cuyo nombre he olvidado, con su caballo, fumando su pipa, con su guardaespaldas y pudimos hablar durante dos horas.–¿Y qué le quedó de ese encuentro con el Sub Marcos?–Para mí es un recuerdo muy importante. Me gustó mucho ese hombre, su forma de ser, su manera de hablar, su desesperanza tranquila. Muchas veces habla de él como si ya estuviera muerto. Luego regresé a París, publiqué el reportaje en Charlie Hebdo, y agotamos toda la edición.–Conocemos las posturas de los intelectuales europeos frente a la guerra de Yugoslavia. ¿Podríamos conocer la suya particular y la de los humoristas gráficos en Francia?–Yo estaba en Cuba cuando empezaron los primeros bombardeos en Kosovo, y de regreso a París tuvimos una reunión en la redacción de Charlie Hebdo, con todos mis amigos periodistas y dibujantes. Y todos discutían si era oportuno o no bombardear. Y a mí me parecía evidente que no había que bombardear. ¿Cómo es posible que en un diario que es ecologista, pacifista, izquierdista, hubiera gente que está a favor del bombardeo? Me sorprendió mucho, como también los filósofos y los intelectuales en esa postura. Me parece increíble que diecisiete países europeos no encuentren otra cosa que hacer que bombardear a un país tan chico como Serbia. Pero en general, en Francia, la gente está mayoritariamente a favor de los bombardeos.–¡Pero es una mecha encendida en la misma Europa!–Es cierto que no sabemos cómo va a terminar esto. Es preocupante. Pienso que si Turquía y Grecia intervienen en este conflicto, ahí puede empeorar mucho la cosa.–Supe por mis colegas cubanos que usted es asiduo visitante de la isla, incluso que aporta donaciones. ¿Cómo es su visión sobre la Cuba actual?–Hice mi primer viaje a Cuba en 1970. Y regresé cada 10 años, salvo ahora que estoy yendo más seguido. Soy padrino de una pequeña organización humanitaria que manda libros y se llama Cuba si France. Mi problema con Cuba es que yo sólo veo el lado positivo. Y que me rodea gente que sólo ve lo negativo. Sigo teniendo muchos amigos cubanos. No defiendo a Fidel Castro. Sí veo cosas que como hombre demócrata me molestan, como el caso de los humoristas, que no existe la prensa de oposición, que no se puede vivir como dibujante. El argumento es “no tenemos papel, no se lo vamos a dar a gente que nos escupe en la cara”. En Cuba siempre se ven cambios, y a la vez siempre es lo mismo. Me parece, por el último viaje que hice, que la gente está un poco mejor, que viven mejor.

 


POR QUE GEORGES WOLINSKI

Por Miguel Rep

Me agradeció que lo llevara a ver sexo explícito

na12fo02.jpg (11009 bytes)Hace unos días estuve invitado a la Conque (Convención Quetzalcoatl), en Ciudad de México, junto con otros dos dibujantes extranjeros, el mítico Will Eisner, creador de The Spirit, y el célebre francés Georges Wolinski. Los dibujantes argentinos (los humoristas) tenemos como costumbre monitorear siempre la evolución del humor gráfico en Francia y desde hace unos 30 años nos saltan a la vista los trabajos de Wolinski en medio de Sempé, Sinés, François, Serrés, Reisers y Villemines. Wolinski podría ser considerado un típico humorista político. Yo lo pondría en la columna de los costumbristas, con un estilo que promedia entre una línea tradicional y una moderna, y un dibujo acorde con necesidades periodísticas: despojado, rápido, espontáneo. También puede ser muy agresivo y grosero. Pero a veces me sorprende con expresiones de piedad.Wolinski nació en Túnez y trabajó en casi todas las revistas satíricas de las Galias, a excepción de la ultraética Le Canard Enchainé. L’Echo des Savannes, Charlie, Charlie Hebdo y L’Humanité, entre otros, publican sus ocurrencias. Publicó decenas de libros. Guionó películas del género grotesco. Es un tipo muy informado. No es pedante. Trabaja mucho. Es un típico espécimen de esa raza que reconozco en cualquier lado, caminando por la Giudecca, sentado en una plaza de San Antonio de los Baños, en Olinda, contemplando algún atardecer en Frisco o en Antequera: un humorista.La mirada comprensiva, algo cínica, la sonrisa mustia, el paso de un niño sabio. Me dieron muchas ganas de hacerle esta nota, intérprete de por medio, y el humorista de Paris Match accedió, agradecido porque lo haya llevado a ver el espectáculo de sexo explícito con el público en el Club 14, en una peligrosísima calle lindera a la plaza Garibaldi, en el DF.

 

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