Por Miguel Rep 
     
       Señor
    Wolinski, viajando uno nota las diferencias. Estamos en México, pero no le voy a
    preguntar por el humor mexicano. ¿Podría diferenciar y describir el humor de su tierra,
    el humor francés?El humor francés no existe, el humor argentino tampoco, sólo el
    humor. Los humoristas son lo mismo en todas partes y pelean contra todos los mismos
    horrores. Pueden ser escritores, dibujantes, los conocí en el mundo entero. Conocí
    humoristas negros, árabes, judíos y son siempre los mismos hombres. Todos dicen:
    Estoy solo y tengo miedo. El humorista hace reír a los demás porque en el
    fondo no tiene la más mínima esperanza. No siente respeto, no cree en Dios. No tiene
    ningún consuelo, salvo el consuelo de tener una hoja y un lápiz.¿Cuáles son sus
    obsesiones, Wolinski?El sexo, el dólar, el franco... En realidad no tengo ninguna
    obsesión, ninguna pasión. Trabajo para ganarme la vida, pagar los impuestos y comprarle
    un abrigo de piel a mi mujer. No practico ningún deporte, todo me deja indiferente. El
    único deporte que me gusta practicar es la siesta. Pero sí me rodeo de gente que vive
    con pasión, si me reuniera con gente como yo me aburriría constantemente. Mi mujer es un
    ejemplo de ello. Ella es escritora, escribe novelas y ensayos, cuando la conocí era
    periodista y siempre está muy ocupada. Le estoy muy agradecido a mi mujer, porque sino
    fuera por ella yo sería gordo, sucio y alcohólico. Usted hizo un libro sobre
    Mitterrand, donde noté cierta simpatía y elegancia en el trato. Un político ¿mejora
    cuando se muere?En el caso de Mitterrand, tuvo una muerte muy emotiva, rodeada del
    afecto de los franceses y, hoy, a cuatro años, parece que los franceses se olvidaron de
    él. En el pueblo donde enterraron a Mitterrand había tiendas donde vendían sourvenirs
    de él, y están cerrando una tras otra, están quebrando. Y en el caso de Pinochet,
    todavía no está muerto, pero no creo que quede mejorado por la muerte. Bueno, no voy a
    comparar a Mitterrand con Pinochet, yo tenía respeto por él, lo conocía, comí con él,
    y te puedo decir que cada vez que Mitterrand hablaba nadie más hablaba. Quiero agregar
    que los dibujantes en Francia tienen una relación muy cercana con los políticos. Lo
    comenté con un dibujante japonés y él me dijo que esto sería inconcebible en el
    Japón. Ningún hombre político se acercaría a un caricaturista porque los consideran
    seres repugnantes. En Francia hay una gran tradición de humor político. Desde que se
    inventó la imprenta, prácticamente, que existe la caricatura política. Tuvimos grandes
    dibujantes, como Daumier, revistas famosas. Y aprovechamos esta tradición, y nos respetan
    los políticos, y nunca se sienten ofendidos por las caricaturas que tanto mis colegas
    como yo les hacemos. ¿Y en la Argentina, Rep, existen las mismas relaciones con los
    hombres políticos?Pienso bastante como el japonés, pero al revés. Allá son los
    políticos los que no se quieren acercar al humorista. Y me sorprende bastante este
    acercamiento que me cuenta existe en Francia, lo que me lleva a preguntarle ¿esto habla
    de una madurez del político francés, o de inmadurez de los humoristas?Buena
    pregunta. Es cierto que, cuando uno conoce a un político personalmente, es más difícil
    hacer dibujos agresivos sobre él. No es que me los encuentro seguido, pero sí de vez en
    cuando tengo relaciones cordiales con alguno de ellos. Por ejemplo, le hice un reportaje
    al presidente Chirac, y se portó de manera muy agradable. De hecho, en mis dibujos trato
    de señalar las contradicciones de los hombres políticos, no de lastimarlos. Creo que
    nuestro trabajo consiste en enfatizar las contradicciones que existen en ellos. Mi amigo
    Siné, por el contrario, considera que un dibujo por el cual no lo quieran enjuiciar, no
    es un buen dibujo.El humor pornográfico ¿es subversivo?Es muy difícil que
    una mujer se sienta ofendida por un dibujo pornográfico, varias se ríen, ésa es mi
    experiencia. En los años 60 era muy provocativo, subversivo porque no existía el humor
    pornográfico,bueno... sí... pero se lo escondía. Pero las cosas cambiaron, al menos en
    Francia. Ya estamos un poco más libres que en otros países. Lo que me sorprendió en las
    últimas ferias en las que participé es que las mujeres eran más numerosas a la hora de
    comprar mis libros pornos, muchas más que los hombres. Es muy difícil que la
    mujer de hoy se sienta ofendida por ese tipo de trabajos. No se escandalizan.Yo no
    pregunté acerca de si subvertía los valores de la mujer. En realidad, yo tendía a
    averiguar si en una sociedad tan correcta, tan pulcra como quiere presentarse hoy, la
    pornografía no tendía a correr los límites. No con la mujer, con la sociedad
    toda.Es verdad. Pero hay una diferencia entre mi pornografía, la de Reiser, la de
    Rep, con las demás, y es la de que en ellas respetamos a la mujer. Con lo cual me estoy
    encerrando en mis propias contradicciones, digo que el humor es la falta de respeto, y
    ahora digo que respeto a las mujeres. Entonces creo que, realmente, les tengo
    miedo.Mr. Wolinski, usted es el único humorista gráfico que entrevistó al
    Subcomandante Marcos en la selva, en los primeros tiempos del levantamiento zapatista,
    ¿puede contarme la experiencia, desde el primer contacto hasta la publicación del
    reportaje?En Francia yo leía los textos de Marcos en el diario Le Monde y me
    impresionó el humor y la fantasía que él ponía en ellos. Entonces, cuando en Charlie
    Hebdo, el semanario para el que trabajo, se decidió hacer un reportaje sobre el Sub
    Marcos, me preguntaron si me interesaba y yo les dije ¡sí! Así que me vine a México
    acompañado por un periodista, y sabía que en México estaba Françoise Scarpit, de
    LHumanité, y sabía que ella estaba interesada en el conflicto de Chiapas y que
    tenía los medios que había que utilizar para llegar allí, así que recurrí a ella.
    Viajamos en avión hasta San Cristóbal, luego en carro hasta La Realidad, y ahí nos
    encontramos con indígenas que se encargaban de recibir extranjeros que pedían audiencia
    con Marcos. Había periodistas de varias nacionalidades, y entre ellos nadie se hablaba,
    lo que me parecía algo muy raro. Pasamos allí varios días, en La Realidad, nos
    bañábamos en el río, un indígena nos cocinaba por la noche. Y pasaban y pasaban los
    días, y nada. Entonces un día le dije a aquel indígena: ¿Sabés qué? Mañana
    nos tenemos que ir. Y me dijo que por qué no le escribía una carta. No se me
    había ocurrido. Se la hicimos. Y junto con esa carta mandé uno de mis libros con un
    dibujito dedicado al Subcomandante Marcos. Y al día siguiente llegó un joven con una
    carta escrita por computadora. Era de Marcos, que me pedía que por favor lo esperara un
    poco más. Dos horas más tarde llegó otro joven que simplemente nos pidió que lo
    siguiéramos. Pensamos que íbamos a caminar mucho, y llevamos agua, comida, ropa y
    resulta que era ahí, cerca nomás. Y Marcos estaba ahí, sentado bajo un gran árbol cuyo
    nombre he olvidado, con su caballo, fumando su pipa, con su guardaespaldas y pudimos
    hablar durante dos horas.¿Y qué le quedó de ese encuentro con el Sub
    Marcos?Para mí es un recuerdo muy importante. Me gustó mucho ese hombre, su forma
    de ser, su manera de hablar, su desesperanza tranquila. Muchas veces habla de él como si
    ya estuviera muerto. Luego regresé a París, publiqué el reportaje en Charlie Hebdo, y
    agotamos toda la edición.Conocemos las posturas de los intelectuales europeos
    frente a la guerra de Yugoslavia. ¿Podríamos conocer la suya particular y la de los
    humoristas gráficos en Francia?Yo estaba en Cuba cuando empezaron los primeros
    bombardeos en Kosovo, y de regreso a París tuvimos una reunión en la redacción de
    Charlie Hebdo, con todos mis amigos periodistas y dibujantes. Y todos discutían si era
    oportuno o no bombardear. Y a mí me parecía evidente que no había que bombardear.
    ¿Cómo es posible que en un diario que es ecologista, pacifista, izquierdista, hubiera
    gente que está a favor del bombardeo? Me sorprendió mucho, como también los filósofos
    y los intelectuales en esa postura. Me parece increíble que diecisiete países europeos
    no encuentren otra cosa que hacer que bombardear a un país tan chico como Serbia. Pero en
    general, en Francia, la gente está mayoritariamente a favor de los
    bombardeos.¡Pero es una mecha encendida en la misma Europa!Es cierto que no
    sabemos cómo va a terminar esto. Es preocupante. Pienso que si Turquía y Grecia
    intervienen en este conflicto, ahí puede empeorar mucho la cosa.Supe por mis
    colegas cubanos que usted es asiduo visitante de la isla, incluso que aporta donaciones.
    ¿Cómo es su visión sobre la Cuba actual?Hice mi primer viaje a Cuba en 1970. Y
    regresé cada 10 años, salvo ahora que estoy yendo más seguido. Soy padrino de una
    pequeña organización humanitaria que manda libros y se llama Cuba si France. Mi problema
    con Cuba es que yo sólo veo el lado positivo. Y que me rodea gente que sólo ve lo
    negativo. Sigo teniendo muchos amigos cubanos. No defiendo a Fidel Castro. Sí veo cosas
    que como hombre demócrata me molestan, como el caso de los humoristas, que no existe la
    prensa de oposición, que no se puede vivir como dibujante. El argumento es no
    tenemos papel, no se lo vamos a dar a gente que nos escupe en la cara. En Cuba
    siempre se ven cambios, y a la vez siempre es lo mismo. Me parece, por el último viaje
    que hice, que la gente está un poco mejor, que viven mejor.  
    
      
         
        POR QUE GEORGES WOLINSKI 
        Por Miguel Rep 
        Me agradeció que lo llevara
        a ver sexo explícito  | 
       
      
         Hace unos días estuve invitado a la Conque
        (Convención Quetzalcoatl), en Ciudad de México, junto con otros dos dibujantes
        extranjeros, el mítico Will Eisner, creador de The Spirit, y el célebre francés Georges
        Wolinski. Los dibujantes argentinos (los humoristas) tenemos como costumbre monitorear
        siempre la evolución del humor gráfico en Francia y desde hace unos 30 años nos saltan
        a la vista los trabajos de Wolinski en medio de Sempé, Sinés, François, Serrés,
        Reisers y Villemines. Wolinski podría ser considerado un típico humorista político. Yo
        lo pondría en la columna de los costumbristas, con un estilo que promedia entre una
        línea tradicional y una moderna, y un dibujo acorde con necesidades periodísticas:
        despojado, rápido, espontáneo. También puede ser muy agresivo y grosero. Pero a veces
        me sorprende con expresiones de piedad.Wolinski nació en Túnez y trabajó en casi todas
        las revistas satíricas de las Galias, a excepción de la ultraética Le Canard Enchainé.
        LEcho des Savannes, Charlie, Charlie Hebdo y LHumanité, entre otros, publican
        sus ocurrencias. Publicó decenas de libros. Guionó películas del género grotesco. Es
        un tipo muy informado. No es pedante. Trabaja mucho. Es un típico espécimen de esa raza
        que reconozco en cualquier lado, caminando por la Giudecca, sentado en una plaza de San
        Antonio de los Baños, en Olinda, contemplando algún atardecer en Frisco o en Antequera:
        un humorista.La mirada comprensiva, algo cínica, la sonrisa mustia, el paso de un niño
        sabio. Me dieron muchas ganas de hacerle esta nota, intérprete de por medio, y el
        humorista de Paris Match accedió, agradecido porque lo haya llevado a ver el espectáculo
        de sexo explícito con el público en el Club 14, en una peligrosísima calle lindera a la
        plaza Garibaldi, en el DF. | 
       
     
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