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EL/LA
Por Sandra Russo

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t.gif (862 bytes) En las aulas polvorientas de la memoria de todos hay una maestra de la escuela primaria enseñando algo así como que el artículo define o es definido por el género de un sustantivo. Hay lenguas facilitadoras, como el inglés, en el que un solo artículo simplifica algunos dilemas. Otras más puntillosas, como el alemán, en las que no sólo se debe optar por el masculino o el femenino, sino además por el neutro. La veleidad dicotómica del castellano, en tanto, obliga a designar palabras con el o la. Dicho esto, y teniendo en cuenta que en materia de lenguaje la inocencia es una causa perdida, no es ni casual ni caprichoso que los medios de comunicación gráficos, con la sola excepción de este diario, se hayan referido la semana pasada a la muerte de el travesti Cris Miró.
Algunos, como Clarín, eligieron para titular la noticia gambetas lingüísticas: “Murió Cris Miró, una figura de la revista”, se pudo leer el miércoles pasado en la sección Información General. He ahí una palabra femenina, figura, que era travestida en la bajada de esa misma nota: “Fue el primer travesti argentino en alcanzar notoriedad”, decía. Al lado, un recuadro sin firma y titulado “De la vida marginal al glamour de los teatros” daba cuenta de las asociaciones ¿libres? que encubrían el artículo masculino precediendo la condición sexual de Cris Miró: en él se reveía la existencia de los travestis hasta la llegada a la fama de Miró como una retahíla de sordidez, escándalos y obscenidad.
También La Nación y Crónica hablaron de el travesti. Este último se permitió un epígrafe titulado La “Diosa”, en el que se preguntaba: “¿Quién hubiera creído que un hombre alto y desgarbado iba a convertirse en figura femenina, estrella de la revista porteña?”. Las comillas encorsetando cada palabra femenina referida a Miró –“Diosa”, “la vedette”– reafirmaban lo masculino del artículo. La Razón también tituló en tapa: “Familiares, artistas, amigos y curiosos dieron el último adiós al primer travesti famoso de la Argentina”.
Era un poco esquizofrénico leer en todas las notas el travesti y a continuación seguir leyendo declaraciones de Miró en las que ella se llamaba a sí misma mujer. “Soy una agradecida a la Argentina. Acá me aceptaron como soy”, había dicho, por ejemplo. Un ejercicio falaz, como si Cris Miró hubiese sido apenas el seudónimo, el nombre artístico de alguien llamado Gerardo Virguez, y no una identidad refrendada hasta el hartazgo y hasta las últimas consecuencias por alguien que eligió ser mujer y que se sentía mujer.
Es probable que en muchas de esas notas el artículo masculino haya sido disparado, más que por un dispositivo ideológico consciente, por el acto reflejo que domina al lenguaje. Lo cual, sin embargo y por supuesto, no significa que ese acto reflejo no esté anidado sobre el dispositivo ideológico que niega y resiste el transgénero, que acorrala a las minorías sexuales y que las priva de sus derechos.
Hay casos, como éste, en los que los artículos no sólo definen y son definidos por el género. También dan cuenta de cierta falta de respeto, y de cierta estrechez que obliga a mirar el mundo en blanco y negro.

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