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Los dinosaurios, igual que en el Primer Mundo

El nuevo museo paleontológico de Trelew sorprende por su modernidad, su colección de especímenes y sus reproducciones.

Los esqueletos muestran la inmensa variedad de fauna prehistórica de una Patagonia que fue verde.
También se puede “caminar” sobre el fondo marino fósil, de hace millones de años.

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Por M. C. Desde Trelew

t.gif (862 bytes) A medida que el visitante se interna en sus salas, las sorpresas se suceden. Y se inicia un viaje hacia el pasado, una verdadera inmersión en la prehistoria, que permite imaginar, a través de la observación de 30 reproducciones de dinosaurios y más de 1700 piezas expuestas con una creatividad admirable, cómo transcurrió la vida hace millones y millones de años. Y descubrir, por ejemplo, que la Patagonia alguna vez tuvo un clima cálido y húmedo, una vegetación exuberante, y albergó cocodrilos, monos y boas, y que después, estuvo completamente cubierta por el océano Atlántico. Pero tal vez, lo más sorprendente es que el Museo Paleontológico Egidio Feruglio (Mef) –donde transcurre esta aventura– no está ubicado en el Primer Mundo. Ayer abrió sus puertas en la Argentina y, curiosamente, lejos de los principales centros urbanos del país: ocupa un moderno edificio, especialmente diseñado, en el centro de Trelew, a pasos de uno de los más grandes reservorios paleontológicos del mundo.
“Es un museo con una propuesta única. Y el hecho de estar emplazado en una región con yacimientos fosilíferos lo hace sólo comparable con el Tyrrell Museum of Natural History, de Canadá”, elogió la investigadora australiana Patricia Rich, del Monasch Science Center, de Melbourne, invitada al acto inaugural del Mef. En la ceremonia oficial, que se realizó el viernes con la presencia del gobernador Carlos Maestro, estuvieron también los principales paleontólogos del país, quienes coincidieron en destacar la envergadura de este proyecto, concebido por una organización no gubernamental, la Fundación Egidio Feruglio –dirigida por el investigador del Conicet, Néstor Cúneo– con el apoyo del gobierno local (ver aparte).
La principal particularidad de este museo radica en la forma en que están exhibidas sus piezas: no se trata de esqueletos aislados, con el nombre de la familia a la que pertenece el ejemplar y la era en la que vivió, como suele verse en los tradicionales museos de ciencias naturales. En el Mef, cada stand es una verdadera puesta en escena: las reproducciones de los vertebrados están ubicadas de manera tal, que permiten conocer las relaciones ambientales en cada era período de cada era geológica, al mostrar el paisaje natural de la Patagonia de ese momento, como telón de fondo. Es decir, el visitante puede transportarse en el tiempo e imaginar qué tipo de plantas y árboles había en el lugar cuando reinaba, por ejemplo, el epachtosaurus, un dinosaurio herbívoro, cuadrúpedo, de unos 8 metros de longitud y 4 de altura, o el carnotaurus, el primer dinosaurio con cuerno e impronta de piel que se encontró. Los restos fósiles de ambos ejemplares, cuyas reproducciones fueron hechas por los científicos del Mef, se hallaron en esta provincia. Los del carnotaurus, incluso, forman parte de la colección del Mef. En total, el museo tiene 7 dinosaurios originales.
El recorrido del museo comienza desde los primeros vestigios de vida humana –entre 10.000 y 12.000 años atrás– con una representación de una caverna, con sus habitantes en plena actividad. Y el viaje es hacia el pasado, hasta llegar –luego de cuatro salas– a la aparición de los primeros organismos vivientes, en el fondo del mar. La visita, con una guía especializada, de impecable traje amarillo y gris, dura alrededor de una hora y 20 minutos. Después, en un video de 7 minutos, se narra con un tono didáctico, y ágil, el origen del universo, desde el Big Bang, hasta la actualidad.
Pero el Mef no termina allí. En el hall central puede apreciarse la evolución de las aves. Entre las reproducciones se destaca la de una unenlagia camahuensis, con cuerpo de saurio y plumas, cuyo original se encontró en 1996 en Neuquén, se presume que vivió 90 millones de años atrás, y sería el eslabón entre los dinosaurios y las aves. La visita incluye la posibilidad de ver a los paleontólogos trabajando con fósiles en un laboratorio. Además, se puede interactuar con ocho “touch screens”,escuchar una charla en el auditorio, comer unas papasaurias en el Dino Bar –que abrirá en 15 días– o comprar algún recuerdo en el Dinoshop, también de próxima apertura. El paseo puede completarse con una visita al Parque Paleontológico Bryn Gwyn, ubicado en la localidad vecina de Gaiman, a 17 kilómetros de aquí, con la oportunidad de descubrir en el campo, como un paleontólogo más, los secretos de un yacimiento de fosilítico.

 

Una inversión de 4 millones

La construcción del Mef significó una inversión de 4 millones de dólares, de los cuales 2 millones provinieron de la intendencia de Trelew y el resto de aportes privados y de los ingresos del mismo museo, que funcionaba desde 1990 en un edificio precario, a 5 cuadras de donde está hoy. Lleva el nombre de un fallecido paleontólogo italiano, considerado uno de los grandes maestros de la geología argentina, cuya hija, Ana Feruglio, de 66 años, viajó desde Italia para el acto inaugural. Se espera que el Mef se convierta en un destino turístico en sí mismo en la región –está a 67 kilómetros de Puerto Madryn– y se prevé que, en 5 años, sus visitantes lleguen a los 300.000 anuales, la mitad extranjeros. La entrada cuesta 6 pesos para adultos y 4 para menores.

 

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