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La Esquizofrenia peronista
Por Miguel Bonasso

t.gif (862 bytes) El 25º aniversario de la muerte de Juan Perón sirvió para demostrar hasta qué punto lana24fo03.jpg (10435 bytes) fuerza que invoca su nombre está sumida en una profunda crisis de identidad, colindante con la esquizofrenia. Uno de los saldos del decenio menemista que vació de contenido histórico al Movimiento Peronista, al hacer suyo el discurso invariable de ciertos personajes del establishment liberal. Como el ingeniero Alvaro Alsogaray, mentor ideológico, agente de negocios y aliado político del Presidente, del mismo presidente que en un reciente artículo de Clarín se presenta como "discípulo sincero del General", porque fue lo suficientemente pragmático como para revisar "las veces que hizo falta los viejos ideales, contra toda resistencia de nostálgicos del pasado". Cuatro días antes --el 27 de junio-- el aliado Alsogaray había publicado otra nota en el mismo matutino, desmintiendo anticipadamente al jefe de su hija María Julia: "Es inimaginable suponer que si Perón estuviera vivo cambiaría su enfoque nacional-socialista en los términos citados. Trataría sin duda de aplicar en forma más rigurosa sus concepciones económicas y del Estado". Dejando de lado la chicana sobre el carácter "nacional-socialista" del pensamiento de Perón y otros epítetos que muestran lo vivo que está su antiperonismo, lo cierto es que Alsogaray estuvo más cerca de la verdad histórica que el pretendido "discípulo". Aún el Perón terminal de 1974, que nos dejó la terrible herencia de Isabel y el "Brujo" López Rega, aparece en su concepción económica en las antípodas de Menem. En su mensaje del 12 de junio de 1974, en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno (recogido en otra monumental compilación de Documentos por Roberto Baschetti), Perón dijo: "Ellos (los enemigos) se dan cuenta de que hemos nacionalizado los resortes básicos de la economía y que seguiremos en esa tarea, sin fobia, pero hasta no dejar ningún engranaje decisivo en manos extranjeras". Es fácil imaginar lo que hubiera pensado sobre el traslado de YPF de Buenos na24fo01.jpg (8890 bytes)Aires a Madrid, la desaparición de la aerolínea de bandera y la entrega de absolutamente todos los "resortes de la economía a manos extranjeras". Menem pretende atribuir esa entrega a un pase de magia operado por el inasible espíritu de los tiempos, sosteniendo que Perón hubiera bendecido a la "segunda revolución justicialista" (la menemista), porque ya avizoraba en los setenta un "universalismo" que hoy se llama "globalización". Por eso, probablemente, y para no molestar al ingeniero que está un poco mayor, no hizo alusión, en su artículo canónico sobre Perón, a la diatriba antiperonista del coherente Alvaro Alsogaray. Tampoco Antonio Cafiero, hoy enrolado (después de varias mudanzas) en las filas del duhaldismo, pudo enfrentar con vigor y eficacia, en un debate televisivo, al implacable Alsogaray que llegó al extremo de rendir homenaje al bombardeo de Plaza de Mayo, el 16 de junio de 1955. Tampoco Duhalde, quena24fo02.jpg (15233 bytes) negocia el apoyo electoral de la UCD y coquetea con Cavallo --el padre del modelo que supuestamente quiere reformar--, considera prudente enmendarle la plana al epítome del neoliberalismo. No es su mayor contradicción, por cierto. Mientras proclama su voluntad de regresar a los principios sociales que dieron origen al justicialismo, se rodea crecientemente de cuadros que eran menemistas hasta hace diez minutos o llegaron al extremo de criticar al primer peronismo en los foros internacionales, como el embajador Emilio Cárdenas. Prefigurando lo que puede ser una acción "pragmática" de gobierno, muy alejada de las fantasías reformistas de algunos "nostálgicos" que se le sumaron porque no tenían otro lugar adonde ir y de las necesidades concretas de una base social expulsada del mercado por la "segunda revolución justicialista". Así, lo que alguna vez fue el movimiento popular más dinámico de América latina, naufraga en la zanja cavada entre los hechos y el discurso, oscilando entre ser un partido-estado a imagen y semejanza del PRI o una oposición no menos burocrática y obediente de la "globalización", como lo es la actual oposición de la Alianza. Hasta que la sociedad, es de esperar, logre parir una nueva fuerza transformadora.

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