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DESDE OCTUBRE, LOS ARGENTINOS PODRAN VOLVER A VISITAR LAS ISLAS MALVINAS
Para Di Tella, se cayó el Muro

El canciller argentino comparó el tratado que firmó con su par británico con la unificación de las dos Alemanias. Habrá cooperación pesquera, un vuelo directo por mes y un monumento a los caídos argentinos en la guerra.

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Robin Cook y Guido Di Tella presentando el acuerdo en la ceremonia en el Foreign Office.
Los malvinenses, más remisos, tuvieron que aceptar las presiones de su gobierno y del Parlamento.

Página/12 en Gran Bretaña
Por Marcelo Justo Desde Londres

t.gif (862 bytes) El canciller Guido Di Tella y su anfitrión británico, Robin Cook, tardaron menos de una hora en aprobar el borrador de acuerdo que les presentaron los jefes de los equipos de trabajo. Flanqueados por ambas banderas, presentaron, al mediodía de ayer y en una conferencia de prensa en el Foreign Office británico, el acuerdo al que llegaron tras una negociación de casi dos meses. La declaración conjunta, acompañada por misivas de ambos cancilleres, abre las puertas para que los argentinos viajen a las islas tras 17 años de apartheid. Esta “caída del muro de Berlín”, según la eufórica versión de Guido Di Tella, tiene como complemento la reanudación de los vínculos aéreos entre Argentina y las islas, suspendidos desde la guerra de 1982. La cooperación en el combate a la pesca ilegal y la construcción de un monumento a los caídos en el cementerio argentino de las islas son los otros puntos destacados del documento. Como ocurre desde el restablecimiento de las relaciones diplomáticas, la soberanía sigue cubierta por el paraguas y forma parte de lo que no se negocia (según los británicos e isleños) o del inevitable destino histórico (según los argentinos).
El documento consta de tres puntos clave que estaban prácticamente acordados desde la reunión que sostuvieron Cook y Di Tella el martes por la mañana. “Los ciudadanos argentinos podrán visitar las islas Malvinas con sus propios pasaportes. Esta disposición se aplica de igual manera a los ciudadanos argentinos que viajan por aire o por mar”, dice el punto uno. El segundo ítem estipula que ambas partes acuerdan “dar pleno apoyo a la reanudación de servicios aéreos civiles regulares directos entre Chile y las islas Malvinas operados por Lan Chile o cualquier otra aerolínea que acuerden las partes. Desde el 16 de octubre de 1999, estos servicios incluirán escalas en el territorio continental argentino, donde podrán embarcar y desembarcar pasajeros, carga y correo”.
El tercero es un complemento del segundo y abre la posibilidad de comunicación con otros países del Mercosur que hasta ahora habían cerrado filas en torno de la posición argentina. Establece que las dos partes quieren “expresar satisfacción con la posibilidad de vuelos entre las islas Malvinas y terceros países con la opción, desde el 16 de octubre de 1999, de realizar escalas en el territorio continental argentino”.
La demora en la firma, que obligó a cancelar el martes las conferencias de prensa convocadas por ambas partes, se debió “no al ‘espíritu’ del acuerdo sino al resbaloso terreno de las palabras”, según la poética expresión de una alta fuente diplomática argentina. Algunas ideas, como las cuotas fijas para el número de argentinos que visiten las Malvinas, que los isleños querían imponer para neutralizar sus fantasmas de una repentina invasión argie, fueron rechazadas por los argentinos como la antítesis del principio de no discriminación.
Los límites que sí establece el documento corresponderían a los que se darían naturalmente por las reglas de la oferta y la demanda y la existencia de una población local de 2500 isleños. “El número de visitantes a las islas Malvinas deberá adecuarse en todo momento a la capacidad local, incluyendo la disponibilidad de alojamiento. Se requerirá de los visitantes que hagan sus arreglos de alojamiento con antelación y que tengan pasajes de regreso y fondos suficientes para su permanencia estimada”, dice la Declaración Conjunta.
Di Tella negó que esta cláusula pudiera convertirse en un obstáculo burocrático que sirva para impedir el ingreso a todo argentino con el simple argumento hotelero de que “no hay habitaciones libres”. En respuesta a una pregunta de Página/12, el canciller insistió en que el acuerdo sigue basándose “en la confianza, que tiene que ser mutua, como entodos los órdenes de la vida”. Los argentinos reiteraron que el acuerdo es flexible y está abierto a revisión en caso de que haya incumplimiento de las partes. En las islas hay en estos momentos una disponibilidad de 125 camas hoteleras para uso de turistas y gente de negocios pero, según fuentes argentinas, la cadena Howard Johnson estaría dispuesta a formular una propuesta de ampliación de la capacidad como consecuencia del acuerdo.
La delegación argentina comparó el tramo final del proceso, “la parte más difícil”, con la terminación de un edificio o la finalización de un contrato de compra-venta. “Hay que encontrar un lenguaje que contemple todos los imponderables y las situaciones posibles para que no queden huecos que compliquen el cumplimiento”, según una fuente diplomática. Por eso, recién a las 10 de la noche del martes el jefe del equipo de trabajo argentino, el vicecanciller Andrés Cisneros, y el director del Departamento de Americas, Peter Westmacott, finalizaron el borrador que sus cancilleres firmarían unas trece horas más tarde.

 

Claves

ron2.gif (93 bytes)  Un vuelo de Lan Chile unirá Punta Arenas y Port Stanley haciendo escala en Río Gallegos por primera vez el 16 de octubre.
ron2.gif (93 bytes) Los argentinos podrán viajar a las islas con el pasaporte.
ron2.gif (93 bytes)  Deberán tener reserva hotelera y justificar dinero suficiente.
ron2.gif (93 bytes)  Menem, que había prometido recuperar la soberanía “antes del año 2000”, dijo que el acuerdo es un “broche de oro” para su mandato.
ron2.gif (93 bytes)  Declaró que si no puede ir en el primer vuelo mandará a Zulemita.
ron2.gif (93 bytes)  Los candidatos presidenciales apoyaron la reanudación de vuelos.
ron2.gif (93 bytes)  La Alianza, sin embargo, dijo que el acuerdo no se debió a la política de seducción de Di Tella sino a la carambola de la interrupción de los vuelos desde Chile por el procesamiento de Augusto Pinochet.


Por aire aún no se puede

Un test sirvió ayer para medir cómo funcionará el acuerdo. Un pool de Radio 10, propiedad de Daniel Hadad, quiso y no pudo viajar a las islas en avión privado. “Estábamos esperando en Aeroparque con la ruta de vuelo aprobada por la Fuerza Aérea, pero llamaron desde el consulado británico y no nos dejaron despegar”, explicó Jorge Rial, uno de los frustrados. Según Rial, el vicecanciller Andrés Cisneros les había asegurado al aire que el tratado comenzaba a regir a partir de las 11 de ayer y que si el vuelo se hacía en un avión alquilado no tendrían inconvenientes. Pero un vocero de la embajada británica replicó ante la consulta de Página/12 que los periodistas no habían presentado un plan de vuelo detallado y que, además, para llegar en avión a las islas desde la Argentina hay que esperar al 16 de octubre, cuando salga el primer vuelo con escala en Río Gallegos hacia Port Stanley. “Cualquiera puede llegar por otra vía, incluso en vuelo desde Londres o por agua, con la condición de que tenga el pasaporte en regla, cuente con una reserva de hotel y justifique una cantidad de dinero para gastar en las islas”, dijo el vocero. “De otro modo, deberá esperar al vuelo de Lan Chile”, anunció.


OPINION

 

“Vengan, pero van a tener que hacer cola para entrar”

Los malvinenses recordaron súbitamente   que tienen pocos hoteles. Hay una cauta alegría en las islas y esperan turistas.

Antes de la guerra, “los argentinos dejaron un muy buen recuerdo y muchos amigos”.
“Los que quieran venir serán bienvenidos con calidez. Cualquier duda, pregúntele a Grondona.”

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Por Sergio Kiernan

t.gif (862 bytes) Los habitantes de las islas Malvinas recibieron la noticia del acuerdo con Argentina con una tranquilidad que bordea con la indiferencia. La cobertura en los medios locales fue escasa y cauta: por la radio se leyó el texto firmado, junto una declaración del Consejo de las islas, y se escuchó un breve discurso del gobernador. No hubo debates acalorados ni discusiones, apenas la disidencia de un par de disconformes que hicieron llegar notitas al estudio de la Falkland Islands Broadcasting System recordando que “nunca, nunca” habría que dialogar con Argentina.
Helen, una de las locutoras de la estación radial, relató que “la programación no fue alterada para cubrir las novedades. Leímos la información disponible y dos notas de dos personas que estaban en desacuerdo con las negociaciones”. Para las ocho de la noche, la radio había vuelto a su habitual rutina de FM musical, los periodistas estaban en sus casas y nadie había llamado para opinar.
“Yo diría que la gente está feliz”, explicó a Página/12 Juanita Brock, encargada del Falkland Islands News Network, la empresa que mantiene una completa página en internet sobre las islas y publica el periódico Teaberry Express. “La mayoría de las personas está muy contenta. La negociación fue mantenida en secreto por los consejeros porque, bueno, ya se sabe cómo es: cuando uno negocia trata de que nadie le vea las cartas. Todo el mundo sospechaba de los consejeros, hasta esta mañana en que se anunció el acuerdo.”
El secreto de sus gobernantes parece haber creado bastante tensión en el archipiélago, donde todo anuncio de diálogo con “el continente” genera malos recuerdos y desconfianza. La quema de una bandera argentina fue una muestra de este estado de ánimo. “La mayoría de las personas que estaban presentes en esa manifestación estaban allí por curiosidad”, explica Brock. “Los que organizaron la manifestación son personas a las que nada, nada haría feliz. Siempre van a tener sospechas, sea lo que sea que se negocie o hable. No son siquiera un grupo, son cinco o seis personas que se enojaron mucho y rompieron algunas cosas. La mayoría aquí está conforme siempre que se les asegure que no se negocia la soberanía.”
Para la editora del Network, la manifestación fue en realidad un problema de política interna. “No fue realmente contra Argentina, sino para mostrar enojo contra los consejeros, que faltaron a sus promesas electorales. Todos, en sus discursos públicos, dijeron que no negociarían ni dialogarían con Argentina hasta que ustedes no abandonaran su reclamo de soberanía. Todos, excepto Norma Edwards, cambiaron de opinión. Esto es lo que causó el enojo, nada que ver con los argentinos.”
Brock es de las malvinenses que ya tienen en claro una de las posibles consecuencias del levantamiento de la prohibición de viajar a las Malvinas: una invasión de turistas. “Ahora ustedes tienen derecho a venir, pero van a tener que hacer cola, porque éste es un lugar realmente chico. Nuestra capacidad hotelera es de apenas 120 camas.” Para Brock, no hay dudas sobre la recepción que espera a los argentinos. “Los conocemos por los que vinieron antes, con pasaportes de otros países. Sabíamos que eran argentinos y tuvieron una bienvenida cálida. Cualquier duda, pregúntele a Mariano Grondona, que también fue muy bienvenido. Los argentinos tienen una muy buena reputación de sus visitas anteriores, cuando nacieron muchas amistades. Muchos locales recuerdan esas amistades y están felices de retomar esas relaciones”.

 


 

UN VETERANO, UN PARLAMENTARIO, UNA MALVINENSE
Desconfianza y esperanza en Londres

Por M. J.

t.gif (862 bytes) Tres personas íntimamente ligadas a la negociación tripartita contaron a Página/12 sus reacciones por el acuerdo logrado. Para Sukey Cameron, que representa a las islas en Londres, la desconfianza hacia los argentinos continúa. “A principios de julio, el canciller Robin Cook sugirió que deberíamos apurarnos si queríamos aprovechar lo que los argentinos parecían dispuestos a acordar. Reconocemos que aún el acceso limitado de argentinos es una píldora difícil de tragar.”
“Pero –agrega Cameron–, creemos que, siempre que se cumpla con los requisitos de inmigración y que haya alojamiento, es un paso necesario para retener el apoyo de los británicos y su parlamento. Creemos que éste es un buen acuerdo al que entramos de buena fe. Pensamos que sólo funcionará si el gobierno argentino, ahora y en el futuro, pone en práctica el acuerdo en todas sus partes y demuestra así que desean una relación de confianza y respeto mutuo.” Donald Anderson, diputado laborista y presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores de la Cámara de los Comunes, tuvo una reacción completamente opuesta. “Estoy encantado con la noticia. Me parece que todo lo que constituye un acercamiento es positivo. Por supuesto, en las islas sigue habiendo una fuerte sensibilidad en torno a este tema, y de ahí los problemas que surgieron el fin de semana. Lo cierto es que los consejeros se pronunciaron abrumadoramente a favor.”
El veterano de guerra Denzel Connick, que como secretario general de la South Atlantic Medal Association, la principal organización de veteranos de la guerra de 1982, se entrevistó con Menem en su visita a Londres, cree que “en apariencia es una buena idea. Siempre es positivo que Argentina y Gran Bretaña mejoren las relaciones. El problema es que los isleños todavía necesitan recuperar la confianza. Creo que ellos todavía temen que al abrir la puerta a los turistas argentinos estén abriendo la puerta a una fuerte presión política. Sería muy peligroso que alguien en Argentina aprovechara esta nueva situación para visitar las islas a fin de avanzar sus propios objetivos políticos”.

 

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