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Fujimori espera ser recontraelecto
con la caída del último senderista

“Feliciano”, que encabezaba los restos de la organización terrorista Sendero Luminoso, fue detenido ayer en la sierra peruana, en un nuevo golpe de efecto del presidente peruano Alberto Fujimori.

Disfrazado de inca, Fujimori estrecha la mano de un comando antiterrorista del ejército.
El descabezamiento de los últimos rebeldes le suma puntos hacia las elecciones de abril del 2000.

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El País de Madrid
Por Laura Puertas Desde Lima

t.gif (862 bytes) La captura en la madrugada de ayer del último líder y cofundador del grupo Sendero Luminoso, Oscar Ramírez Durand, “Feliciano”, cierra el capítulo de la lucha de Perú contra la guerrilla más sanguinaria del continente. Más de 2000 agentes de las fuerzas armadas y de la policía fueron enviados a la selva central de Huancayo para cercar a Feliciano, por órdenes del propio presidente peruano, Alberto Fujimori, y su principal asesor, Vladimiro Montesinos, jefe del Servicio de Inteligencia Nacional (SIN). Ramírez Durand dirigía Sendero Luminoso desde la detención en 1992 de su líder histórico Abimael Guzmán.
El martes pasado, el jefe del Estado apareció ataviado con una vestimenta sumamente llamativa que se destacaba entre los soldados y policías que usaban uniformes de combate. Fujimori, que llevaba en la cabeza un chullo –gorro de lana tejida adornado con dibujos geométricos, que se usa en las alturas andinas– y con el cuerpo cubierto por un poncho, sobrevoló, junto con una gran cantidad de periodistas, la zona donde fue visto el líder senderista. “Tiene una ligera cojera. Nunca hemos estado tan cerca de su captura. La orden es que, de ser posible, lo capturen vivo junto a sus seguidores”, dijo Fujimori.
Feliciano, jefe de las diezmadas fuerzas de Sendero Luminoso, virtualmente exterminado desde 1992 con la captura de su líder, Abimael Guzmán, fue ubicado tras la detención, hace dos meses, de una de las mujeres que siempre lo acompañaban. Asimismo, trascendió que otra mujer fue capturada hace unos días en Huancayo, departamento de Junín (sierra central), cuando compraba medicinas y muletas para Ramírez Durand.
Con toda esta información, se identificó la zona por donde estaban Feliciano y sus seguidores y se inició el Plan Cerco en la selva del departamento de Junín. El mandatario declaró que tras ordenar la gigantesca movilización de tropas, se trasladó a las instalaciones del SIN para seguir de cerca y junto a su asesor, Montesinos, el resultado del operativo en la zona selvática del departamento de Junín.
Luego vino su captura a las 5.39 de la mañana (hora local) cuando iba caminando con tres mujeres identificadas como “Rita”, “Olga” y “Raquel” y, de acuerdo con las declaraciones de Fujimori, visiblemente agotado, pero en buenas condiciones físicas.
Feliciano se convirtió en líder del nuevo Sendero Luminoso, denominado Sendero Rojo, a fines de 1992 y tras la captura de Guzmán. La facción mayoritaria de Sendero, liderada por Guzmán –condenado a cadena perpetua– suscribió un Acuerdo de Paz con el gobierno. En rebeldía, los que en ese entonces tenían las armas, básicamente en la sierra central, decidieron continuar con su lucha bajo el mando de Feliciano, quien entonces era el número 3 de la organización.
El jefe rebelde será trasladado en breve al penal de máxima seguridad en la Base Naval del Callao, donde también se encuentran Guzmán y su entorno más cercano, así como los cabecillas del Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA). De acuerdo con la mayoría de analistas, la captura de Feliciano será utilizada como parte de la estrategia de reelección del aún no definido candidato Fujimori para las elecciones de abril del próximo año.

 


 

ACABO LA OFENSIVA DE LAS FARC SOBRE LA CAPITAL
Los desnudos y los muertos de Bogotá

t.gif (862 bytes) La escalada de violencia iniciada el jueves pasado por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC, marxistas) sobre Bogotá se constituyó en una “evidente derrota en el terreno político y militar” para el grupo. Al menos, ésta fue la estimación de diversos analistas, mientras el ejército consideraba que las víctimas de la ofensiva fueron 360, de las que 289 eran guerrilleros. El otro saldo es el de los rehenes: 40 personas siguen en poder de las FARC, de las que 10 son policías. Y un balance queda pendiente: el del grado de implicación de Estados Unidos. Algunos campesinos afirman que aviones con bandera norteamericana bombardearon a los guerrilleros, y las FARC sostienen que el gobierno usará esta escalada como excusa para autorizar una intervención norteamericana. El gobierno desmintió lo primero, y negó lo segundo.
“Un país que presenciaba —entre atónito, indefenso y dolorido– los crecientes desmanes de los alzados en armas necesitaba con urgencia una demostración como la que dieron sus soldados”, proclamaba un editorial del diario bogotano El Tiempo publicado ayer. El tono eufórico fue compartido por numerosos analistas, y fue la constante en las declaraciones de fuentes del gobierno. Sin embargo, León Valencia, ex militante disidente del grupo guevarista ELN, consideró que en los hechos se trató, “más que de una derrota militar, de un error táctico”.
Los ataques de las FARC se registraron a una semana de la instalación de las negociaciones de paz entre la administración del presidente Andrés Pastrana y la más antigua y numerosa de las guerrillas de Colombia. El gobierno y la insurgencia acordaron el pasado 6 de mayo una agenda de 12 puntos que contempla reformas económicas, políticas y sociales, la modernización del ejército, las relaciones internacionales y la lucha antidrogas. Las FARC han reiterado que dialogarán en medio del conflicto armado y que no detendrán los secuestros de civiles. En este contexto, el defensor del Pueblo, José Fernando Castro, acusó ayer a las FARC de ejecutar a 11 presuntos paramilitares en la zona de distensión del sur del país, de 42.000 km2, donde el próximo martes comenzaría la negociación de paz.

 

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