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Bussi amenaza con renunciar porque“el PJ quiere un gobierno de facto”

Para conseguir un crédito del gobierno nacional, su sucesor exigeuna ley con facultades extraordinarias. El ex dictador dice quees un abuso. Pero duda en renunciar pensando en sus fueros.

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Por Felipe Yapur
t.gif (862 bytes)  “¡No puedo creerlo! (Julio) Miranda quiere que aprobemos la ley que le otorga plenos poderes. Quiere un gobierno de facto y eso no puede ser, es una locura. Es por eso que (Antonio) Bussi quiere renunciar”, gritó a Página/12 uno de los asesores del gobernador tucumano, como olvidándose del pasado dictatorial de su patrón. La razón del lamento bussista nace de una supuesta extorsión del gobierno menemista –denunciada por Bussi– que le exige la aprobación de la ley de Emergencia Económica que comenzará a regir a partir de la asunción de Miranda. Recién allí el ex dictador podrá recibir dinero fresco para saldar las deudas salariales y terminar con algo de paz su mandato. Pero Bussi se resiste y amenaza con renunciar. Todo indica que el berrinche bussista no llegará a mayores porque pesará más en sus decisiones la necesidad de conservar los fueros para no tener que enfrentar los juicios que se instruyen en su contra, que la bronca que prodigan sus asesores más cercanos. La crisis financiera que vive el gobierno de Bussi y que tiene la economía prácticamente paralizada generó durante los últimos dos meses fuertes protestas callejeras con varios heridos y detenidos. El paisaje de la provincia norteña está ennegrecido por el tizne de las gomas quemadas y la presencia de la gendarmería por las calles tucumanas. A este panorama se le sumó la ley de Emergencia Económica o superley, como la llaman lo tucumanos, y que le otorga poderes extraordinarios a Miranda. La norma fue rechazada por el ultrabussismo, que presiona a su líder para que la vete. Bussi, entre la espada y la pared, no sabe qué hacer. Por un lado, amenaza con vetarla, pero al mismo tiempo dice, a través de sus voceros y lo reconocen los justicialistas locales, que si no aprueba la norma el gobierno nacional no librará el crédito de 60 millones de dólares que necesita con urgencia para pagar los sueldos que adeuda. Fue así que lanzó el rumor de su renuncia. Para los justicialistas esa no es la verdadera razón. “Bussi hace esto porque necesita tiempo”, dijo a este diario uno de los principales operadores de Miranda. “Lo que quiere es que le garanticen fueros. En una palabra: impunidad”, continuó la fuente y agregó que “los fueros los podrá conseguir siempre y cuando haga los deberes. Pero no puede pasar más tiempo, los trabajadores ya no dan más”. La frase que pronuncia del operador está inconclusa. El sabe que tanto el PJ tucumano como el nacional no pueden ni quieren pelearse con el bussismo porque las elecciones del 24 de octubre están cada vez más cerca y Eduardo Duhalde necesita de los votos –unos 200.000– que le puede garantizar el ex dictador. Finalmente el colaborador de Miranda se confiesa y reconoce que “el viejo (por Bussi) terminará aprobando nuestra ley porque de lo contrario se queda en la calle. En realidad a él le duele porque esta es la ley que siempre quiso tener”. En este último punto hay acuerdo con el asesor bussista. Este reconoce que la norma aprobada por los legisladores fue uno de los principales objetivos del gobierno de Fuerza Republicana. “Pero nunca logramos que Topa nos apoyara. Lo que pasa es que él quería que el gobierno de Bussi se hunda y así poder ser él el salvador del partido”, se quejó.Es así que, de acuerdo a los dichos del operador justicialista, el veto o no de la polémica ley no es condición excluyente para que el militar gobernador renuncie. Lo que pretende es obtener garantías de que si decide jurar como legislador provincial –cargo que obtuvo el pasado 6 de junio– o como diputado nacional –en caso de ser electo el 24 de octubre– nadie cuestione sus pliegos.En la Alianza tucumana el clima es otro. “Bussi es intrínsecamente un cobarde. Una actitud valiente sería vetar la ley que le otorga tantos poderes a Miranda y renunciar. Pero lo único que le importa es no perder el paraguas que le ofrecen los fueros y así salvarse de los juicios”, repite a Página/12 el concejal aliancista José Ricardo Ascárate, quienhace un par de años fuera el blanco de atentados cuando denunció la relación existente entre el ex dictador y el fallecido Alfredo Yabrán.Más allá de las virulentas declaraciones del concejal, los aliancistas vernáculos también se encuentran en una encrucijada. El sector que hoy lidera la UCR local, encabezado por el legislador Carlos Courel y el diputado nacional Alfredo Neme Scheij, tenía hasta hace menos de una semana excelentes contactos con Miranda. Hasta llegaron a aceptar la inclusión de uno de sus hombres en el gabinete del justicialista. Hoy se resisten a otorgarle facultades para rematar o vender bienes del Estado, enajenar inmuebles, suspender licitaciones y contratos y renegociarlos, privatizar entes estatales, tercerizar servicios e intervenir organismos y comunas rurales, sin la participación de la Legislatura o el Tribunal de Cuentas. Pero por sobre todo se resisten a facilitarle el camino para que el gobernador electo pueda disminuir el plantel de empleados estatales o al menos reducir el monto de los salarios.Mientras los aliancistas revisan su estrategia local y los gremios estatales plantean la posibilidad de retomar la protesta, tanto Miranda como Bussi se aprestan a participar hoy de un encuentro en el Ministerio del Interior. No está definido si estará presente su titular Carlos Corach o su viceministro, Jorge Matzkin. Por su lado, fuentes justicialistas de Tucumán especulan que en este encuentro se definirá la aprobación de la ley “porque la necesitamos para gobernar sin sorpresas”. Pero, obviamente, en esta reunión también se deberá cumplir con la segunda parte del acuerdo: garantizar los fueros parlamentarios para Bussi.

 

Todos terminaron mal
Ninguno de los cuatro gobiernos que administraron Tucumán desde el retorno de la democracia tuvo un final tranquilo. El justicialista Fernando Riera, que gobernó entre 1983 y 1987, sufrió extensas protestas de los docentes locales y de los empleados de la sanidad. Pero además, tuvo el raro privilegio de soportar también varios motines policiales encabezados por el Malevo Ferreyra. Lo sucedió José Domato. Este fue ungido gobernador a pesar de haber triunfado la UCR. El colegio electoral lo hizo posible. Domato nunca superó el 1 por ciento de popularidad y las constantes movilizaciones de jubilados terminaron interrumpiendo su gobierno. La intervención federal, en manos de Julio César Aráoz, impidió el avance de Antonio Bussi y por ello en 1991 Ramón Ortega fue elegido gobernador. La gestión Palito no fue mejor que las anteriores y en ella se realizaron la mayoría de las privatizaciones, muchas de ellas sospechadas de corrupción. Bussi terminó favoreciéndose de estas pésimas gestiones y en 1995 accedió a la gobernación.


Topa está vivo y espera
Mientras Bussi intenta resolver su dilema, es decir aprobar la superley a cambio de obtener los fueros que le garanticen impunidad, hay en Tucumán un solo político que siente que este final lo favorece: Raúl Topa. El vicegobernador, actualmente enfrentado con el ex dictador, es uno de los pocos dirigentes con autoridad dentro del partido de Bussi. Es por ello que se siente favorecido con el accidentado final de Bussi y se prepara para reemplazarlo en la conducción del partido y hasta para competir por la gobernación en el 2003. Hoy Topa está en Buenos Aires para seguir de cerca la reunión de Bussi en el Ministerio del Interior (ver nota central), porque en ella también estará su nuevo socio político: el gobernador electo Julio Miranda.

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